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Menos
"L´Osservatore Romano", todos los periódicos tienen
su barrio chino. Llamo barrio chino a la sección de anuncios
breves donde se ofrecen casas de masajes, mulatas de pechos
grandes, viudas ardientes y amigas que reciben en lencería, por
no hablar del parte meteorológico de la lluvia dorada o de la
filología del francés y el griego. Son el rentable homenaje a
"Ojos verdes". No los que quería sacar Fernando
Villalón en los toros que criaba en la marisma, sino los de
la letra de Rafael
de León. Casi toda la prensa está "apoyá en el
quicio de la mancebía", en esta nación donde no está
legalizada la prostitución, pero donde la patronal de clubes de
alterne si no está integrada en la CEOE, poco le falta. En la
vida real, si tú te metes en la Casa de Campo o en el Barrio
Chino de Barcelona sabes que te encuentras con las que llaman
trabajadoras sexuales. Pero en los diarios, estás leyendo el
periódico en Barcelona y cuando llegas a los anuncios por
palabras no sabes si has comprado "La Vanguardia",
"El Periódico" o una revista porno, qué fotos.
Es la doble moral de algunos
diarios con esto de los rentabilísimos anuncios de las casas de
masajes y telefónicas industrias subsidiarias. Viene en la
página 5, o donde lo pongan, el estricto editorial sobre la
moral y las buenas costumbres, con el habitual "adónde
vamos a llegar" de cierre argumental, y veinte o treinta
páginas más adelante te encuentras la sección de anuncios X,
con las fotos de las señoras ofreciendo su mercancía y con la
descripción de las suites para recibir parejas. Te parece que
ese mismo director del periódico, que es un caballero
católico, espejo de virtudes, está diciendo:
--¡Agua al 7, que La Caobita
se ha ocupado con un embarcado inglés!
El gerente de unos de estos
diarios conservadores de cintura para arriba y hasta la página
63 se me quejaba una vez de la competencia de la prensa gratuita
y de los periódicos de cambalaches y ventas de segunda mano. Me
confesaba que estaban acabando con la cartera de clientes
inmobiliarios de los anuncios por palabras, que nadie pagaba ya
por anunciar que quería vender una bicicleta o una tabla de
surf. Pero el hombre estaba contentísimo con el nuevo mercado:
-- Menos mal que gracias a los
anuncios de las piculinas de las casas de masajes estamos
pasando el bache...
"The Internacional Herald
Tribune", en decisión digna de imitación y elogio, va a
terminar con este degradante modo que las administraciones de
los periódicos tienen para ingresar dinero como sea. Ha
decidido suspender los anuncios de "escorts", que es
como allí les llamaban en inglés a las piculinas. Y eso que se
trababa de textos digamos iniciáticos, de gran lujo, y no de
abyectas sinopsis de películas pornográficas como son muchos
de estos anuncios en los periódicos españoles. Allí no
aparecerá la habitual contradicción: portada y editorial
contra la prostitución en la Casa de Campo y luego, ¡hala!,
siete páginas de anuncios de casas de masajes.
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