ienen
las Carnestolendas. No sé por qué las siguen llamando
Carnestolendas, si no hay carnes que quitar y casi nadie guarda
los ayunos y abstinencias cuaresmales, a excepción del cartel
que afortunadamente tampoco se quemó en Ochoa en la calle
Sierpes, y que pone: "Hoy es vigilia". En andaluz, se escribe
ayuno y abstinencia, pero se pronuncia vigilia. Ochoa, como si
fuera Tomás Navarro Tomás, hace pura transcripción fonética a la
hora de redactar su cartel tradicional. Que es el mejor cartel
anunciador de la Semana Santa, sin necesidad de que pintor
alguno dé un solo brochazo.Vienen las
Carnestolendas y Andalucía mira a Don Mendo y sus Mendas
Lerendas, quiero decir, a Cádiz. O mira a Isla Cristina. O mira
a Málaga. O mira a tantos y tantos carnavales, surgidos de la
voluntad del pueblo unos, del dirigismo municipal otros. Y el
mundo mira a Venecia. Todos tenemos una idea tan idealizada del
Carnaval de Venecia como de Venecia misma. Todos tenemos una
imagen del Carnaval veneciano tan serenísima como la gran ciudad
de la laguna y los canales. Canales Rivera, por supuesto, que
estamos en Carnaval. Como Venecia es una imagen mundial de
marca, como Sevilla, como la Costa del Sol, como Jerez,
pronunciamos su nombre en Carnaval y evocamos unas máscaras
elegantísimas, silenciosas, armónicas, bellísimas, sobre un
puente que suspira o sobre un horizonte de mar en calma. Sólo
vemos un lado de la realidad. Nos ponemos del lado del que le
está echando la foto o haciendo el vídeo a esas máscaras
silentes y misteriosas. Pero lo que están viendo esas máscaras
de "naso longo" por detrás de sus antifaces de encajes es algo
muy distinto: una multitud zarrapastrosa de turistas que les
hacen fotos, unos tíos que no llevan disfraz refinado, sino un
chandal horroroso; legiones de japoneses, siempre los japoneses
de Venecia, en Venecia hay más japoneses que en Tokio, se lo
juro a ustedes.
De vez en cuando se filtra una noticia que nos
habla de esta otra facies bullanguera del refinado Carnaval
veneciano. Cómo estará aquello de empetado, que el Ayuntamiento,
para evitar las bullas de turistas, ha puesto para el Carnaval
calles de dirección única peatonal.
-- ¿Cómo es eso?
Sí, que por una calle sólo puedes andar en un
sentido, y que si vas en contraflecha, que se dice en Cádiz, o
en contramano, que se dice en Sevilla, te ponen una multa de
entre 25 y 500 euros. Mal andan las ciudades donde para que la
gente pueda andar por las calles tienen que poner sentido a la
circulación sin sentido de los turistas dando vueltas y
empujones los unos a los otros, a ver si encuentran lo que
vieron en los folletos de la agencia que les vendió el billete y
los bonos de hotel.
Aquí no hace falta la contraflecha ni la
contramano peatonal para las bullas. Nosotros sabemos andar por
las bullas porque somos la bulla. Cuando los ayuntamientos meten
mano en las bullas con vallas y con barandas, lo que hacen es
estropearlas y aumentar los riesgos de avalancha. Cómo será la
cultura de la bulla, que hasta se superó el terror del milenio
de la Madrugada famosa de Sevilla. ¿Qué harían en Venecia si
allí hubiese ocurrido lo de la Madrugada sevillana? He visto la
nueva versión digitalizada de la película "Semana Santa" de
Manuel Gutiérrez Aragón, Carlos Colón y Juan Lebrón y allí la
bulla aparece en varias secuencias, como la obra de arte que es.
Hay una secuencia del músico de una banda atravesando una bulla
con el tambor sujeto por encima de su cabeza, a favor de la
corriente de uno de los ríos interiores de las bullas, que es
toda una teoría de lo que desconocen los pobrecitos venecianos.
-Sobre la Madrugada del
2000, en El RedCuadro: