ver si de verdad es tranquilo el cambio, porque no sé si a usted
le pasa como a mí: que ya estoy harto de vivir jornadas
históricas. Ni una jornada histórica más, por favor. Tengo
completo el cupo de jornadas históricas. En el disco duro de mi
memoria no puedo archivar ni una sola jornada histórica más.
He mirado con los cinco sentidos y escuchado
atentamente todas las declaraciones de Zapatero y he leído con
lupa sus palabras en los periódicos, pero no he encontrado hasta
ahora en el futuro presidente del Gobierno del Reino de España
la frase que espero que diga pronto: "Quiero hacer de España un
país aburrido, donde no haya más jornadas históricas". En la
carta de los derechos humanos debería figurar este primordial
principio democrático: "Todos los ciudadanos tienen derecho a
vivir en un país aburrido, donde las cosas funcionen
normalmente, donde no haya cada día un sobresalto y donde
ninguna de las de su vida sea una jornada histórica". Decimos
que España es una democracia consolidada, pero seguimos
apareciendo en las primeras páginas de la prensa mundial como un
raro país castizo y exótico, con flamencos y con fibra óptica,
con paella y con MacDonnald, con el toro de Osborne y con la
ropa de Zara, donde cada dos por tres hay que celebrar o que
lamentar una jornada histórica. En dos semanas hemos vivido dos
jornadas históricas, el 11-M y el 14-M, y eso es demasiado para
el cuerpo. Eso no hay cuerpo que lo resista. Los americanos, sin
ir más lejos, tras el 11-S no tuvieron un 14-S, porque aquello
es un país aburrido. Donde si se produce la normal, lógica,
higiénica y deseable alternancia en el poder, se considera lo
más normal del mundo, y no otra catástrofe más o el premio gordo
de la primitiva, según se mire.
Aspiro sencillamente a vivir en una nación
donde los populares pierdan y sus militantes y simpatizantes no
entren en la más profunda de las depresiones, porque tengan en
cuenta que el poder es como un yogur de mijitas, con el código
de barras de la ideología, pero también con fecha de caducidad.
Estaban convencidos de que no podían perder. Aspiro a vivir
sencillamente en una nación donde los socialistas ganen y no
pongan esa cara de sorpresa como si les hubieran tocado los 14
aciertos del 14-M, con el pleno al 15 del 42 por ciento de los
votos. Estaban convencidos de que era muy difícil que ganaran.
Y aspiro a vivir en una nación donde al
producirse la legítima alternancia en el poder no digan los
titulares de los periódicos: "Vuelco histórico". Vamos, como si
se hubiera estrellado un camión de naranjas y desparramado la
mercancía. Quiero una España donde nunca más tengamos que
echarnos a la calle para manifestarnos contra nada. Una nación
tan aburrida y con tan pocas jornadas históricas como Suecia o
Suiza. Y donde nunca más cojamos por la mañana el periódico y
ponga: "España vivió ayer una jornada histórica". Basta ya de
jornadas históricas.
Sobre el 14-M en El
Recuadro: "Ganas de esperar"
"La niña de Guadix"
"Dos bofetadas"