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En
la bendita libertad de mercado, una empresa sanitaria
estirapellejos y sacamantecas ha puesto en Bolsa sus acciones.
En plan sexy. Se presentó en la Bolsa con unas modelos de
pellejos turgentes y mantecas voluptuosas, disfrazadas de
enfermeras. No de enfermeras del SAS, de Fremap, del Sagrado
Corazón o de la Cruz Roja de Triana, no: disfrazadas de
enfermeras de película porno. Así sólo van las enfermeras en
las películas pornos que echan de madrugada en la tele esas
cadenas locales que sin el menor escrúpulo realquilan su
antena a la industria del sexo duro, de modo que convierten
cualquier casa decente en la casita... no precisamente de
papel.
El Consejo Andaluz de Enfermería ha protestado por el machismo
y la ofensa a la profesión de esas falsas enfermeras sexis de
la Bolsa. Con toda la razón. ¡Vaya imagen de la Enfermería, de
los ATS, de los practicantes, de todos los nombres que ha
tenido históricamente tan digna profesión! ¿Qué anunciaban en
la Bolsa? ¿Las acciones de una empresa para adelgazar y
ponerse los dientes bonitos, o un puticlú de carretera? Las
modelos iban disfrazadas como las actrices porno de «El doctor
Caliente y una enfermera muy valiente» o de aquella otra obra
maestra del cine: «Ardores en el quirófano». Ya digo que así,
con esas minifaldas que dejan fuera un par de rachas (he dicho
rachas), fonendos que marcan la poatrín, zuecos sicalípticos
de tacón alto y cofias con la cruz colorada únicamente van las
enfermeras... en el cine porno.
Por lo cual no sólo tenía que haber protestado el Consejo
Andaluz de Enfermería, a cuya voz sumo mi indignación como
diplomado en enfermería consorte, sino la propia Bolsa. Están
convirtiendo la Bolsa en el plató de "Crónicas Marcianas".
Matamoros y la Pantoja de Puerto Rico (la auténtica, no la
niña ministra de Paco Narbona) están al caer por allí. El
«todo vale» de Rubalcaba, la Carapasa y el Caragarbanzo,
máxima norma moral española, ha llegado a la Bolsa. Con tal de
que suba el Ibex 35 son capaces de poner a los agentes de
Cambio y Bolsa con el culo en pompa, cual bomberos en
protesta, y a los Corredores de Comercio quitándose la braga
náutica, cual boy en despedida de soltera. Probablemente
cuando salga a Bolsa una nueva compañía de seguros la
presentarán con unos actores porno disfrazados de bomberos
cachas, con la manguera en la mano como persona de diplomacia.
Espero que cuando Abengoa saque a cotización una nueva
sociedad tenga Javier Benjumea la delicadeza de no llevar a un
grupo de actrices porno disfrazadas de telefonistas con una
minifalda tan corta que se les vea la mismísima fibra óptica,
o de electricistas que nos enseñen el cestillo del carbón de
la térmica...
Y ya puestos a protestar, hago intrusismo profesional con el
Consejo de Enfermería y con el Colegio Médico y protesto en
nombre de muchos profesionales de la Sanidad que no comulgan
con ruedas de molino. Han callado en otro asunto indignante,
mas yo protesto. Por las ofensas de la Pilar Manjón (sí, «la»
Pilar Manjón) a las profesiones sanitarias en su deleznable y
manipuladora crítica a la encomiable actuación que tuvieron en
Madrid tras las bombas que los moros asquerosos pusieron el
11-M. La descalificación de la Pilar Manjón a los médicos,
enfermeras y auxiliares que el 11-M se partieron la cara por
atender a las víctimas sí que «atenta contra la dignidad y el
honor de una profesión» y sí que «ignora y desprecia la
profesionalidad y el relevante papel al servicio de la salud»,
por usar las palabras del manifiesto del Consejo de
Enfermería. Más que las falsas enfermeras porno de la empresa
estirapellejos y sacamantecas, la que ha quedado con el culo
al aire de su resentimiento y su vileza ha sido la
despreciable Pilar Manjón.
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