|
-
En
el romance de la fiesta, voces de muerte sonaron cerca del
Guadalquivir, concretamente en Camas. Quisieron cambiar el
famoso teletipo de las amapolas por el SMS de los crisantemos.
Casi decían que un niño sabio trajera la blanca sábana del
obituario, porque Paco Camino se estaba muriendo. Cómo es la
gente. Lo que inventa. Sin comprobar nada, te aseguran como
verdad los embustes más gordos. La mala uva, presentada como
buena tinta:
-Pues yo lo sé de buena tinta.
Desconfíe siempre de las buenas tintas. La buena tinta suele
ser el chafarrinón de la mancha grasienta de un boli malo,
malo, malo, de los veinte duros, que garrapatea mentiras,
disfrazándolas de verdad, con aviesa intención. Ante tanta
mala uva de la buena tinta que lo ponían palmatoria total, el
siempre pundonoroso Paco Camino ha tenido que salir a eso que
está ahora tan de moda, la palestra, para decir como un
bolero, ni más ni menos que el hermoso bolero de la vida:
-No me quieras matar, corazón... Que estoy vivo gracias a los
doctores que me han hecho un trasplante de hígado.
Cumplo en este punto lo que le prometí al doctor José Pérez
Bernal, coordinador de trasplantes del Hospital Virgen del
Rocío. Es poco todo cuanto hagamos por la difusión de la
necesidad de donar órganos para salvar vidas. Hasta el órgano
de la Catedral debería dejar dicho que cuando muera utilicen
sus tubos para dar vida a otras músicas. Gracias a un donante,
anónimo siempre, Paco Camino puede desmentir con su pundonor y
su hombría las jachas que lo daban por muerto. Una vida
anónima se ha continuado en la pervivencia de un mito del
toreo.
Paco Camino, en el bendito desmentido de la vida, al
justificar su aislamiento y pedir respeto para su intimidad,
ha dicho una frase que pide cincel y mármol:
-Nunca he sido hombre de ruidos...
Ole. ¡Qué cosa más bien dicha! Hombre de ruidos... Los hombres
de ruidos suelen ser de pocas nueces, y Paco Camino lleva
dentro nogales enteros de verdades de la vida y del toreo. Ya
conté aquí cómo, en su barrera del 7, puso en su sitio a un
gachupín novohispano que ofendió a un compañero que estaba
toreando. De lo que Paco Camino ha sido en el toreo, no tengo
que explicarlo. O sí. Camino va siendo ya un bicho raro en la
fiesta: un torero del Cossío. Cada vez hay menos toreros del
Cossío y más toreros del «Hola». Hombres de ruidos. Van como
una moto sin escape, armando ruido y atropellando el buen
gusto. En el guirigay, ay, los que más suenan son los que más
ruido arman, mientras que los que guardan la perfección del
silencio caen en el olvido. Ahí está Pepe Luis Vázquez, con lo
que ha sido en el toreo y con lo que es en Sevilla, que no lo
conoce el público consumidor de toreros de cuché.
Las lenguas de doble filo querían matar a Paco Camino, darlo
por muerto. Ya antes los beneficiarios y rentistas del ruido
le habían dado la muerte pequeña del olvido. Esto es muy
triste, pero la gente sabe bastante más de Jesulín que de
Camino. Mucho más de la hermana de Jesulín que del hermano de
Camino, que lo mató un toro. Camas, con lo que es Camas en el
toreo, suena menos que Ubrique. A Camas le han hecho la petaca
Ubrique, con el corazoneo casposo. Al toreo del Camino
sembrado de Romero de Camas lo querían mandar al otro barrio.
No a La Pañoleta, el barrio de dulce moscatel de Camas, sino
al barrio del vino amargo de la muerte.
Yo ahora guardo un silencio de plaza de toros, un silencio de
respeto y se lo ofrendo en la alegría de la vida a Paco
Camino. Que no ha sido nunca hombre de ruidos, sino torero de
silencios. Por lo que Paco Camino corre el riesgo de pasar a
la Historia como el padre del ruidoso Rafi Camino.
Recuadros de días
anteriores
Correo
Biografía de Antonio Burgos
Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés
|