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CUANDO
nos creemos que nos hemos aprendido la lección de la
modernidad y el progreso, vienen y preguntan por la letra
chica, que nos creíamos que no iba a examen, y nos cogen en un
descampado. Lo digo por el céntimo sanitario, por la subida de
los impuestos sobre el alcohol y el tabaco y por el incremento
fiscal sobre la gasolina. De cada mil pesetas que le echa
usted a su coche, seiscientas no son ni para Repsol ni para
BP, sino para Solbes. El céntimo sanitario será pronto el
billete de cinco euros sanitario, porque aquí nadie le pone el
cascabel al gato de la Sanidad pública. Y como de gatos
entiendo tela, que dos libros felinos llevo escritos, y de
cascabeles tengo más que la percusión de la Banda Tejera para
tocar Campanilleros, habré de tirarme de espontáneo para
ponérselo y decir solemnemente lo que sigue tras este punto y
aparte.
Barato me parece el céntimo sanitario para el indiscriminado y
demagógico reparto de cartillas sanitarias que se ha hecho
entre los inmigrantes. Sin el menor atisbo de racismo ni de
xenofobia hay que reconocer que no cabíamos en las urgencias
sanitarias y parió la abuela ecuatoriana, la abuela peruana,
la abuela polaca, la abuela marroquí, la abuela ucraniana. La
demagogia del «papeles para todos» incluía también «cartilla
del Seguro para todos». Dicen que el censo de cartilleros de
Madrid ha aumentado en un millón de asegurados, con las
últimas mangas anchas sobre inmigración. ¿Y aquí? ¿Cuántos
Cuarenta y Uno Barra procedentes de la inmigración tenemos?
¿Cuánto pagan con sus mínimas cuotas de la Seguridad Social,
en sus empleos de cortísimo sueldo que no quieren los
españoles? ¿Cuánto gastan en médico y botica a cambio de esas
cuotas mínimas? Si era por solidaridad y caridad, más valdría
que no hubieran desmontado aquello tan efectivo del Padrón
Benéfico, que daba asistencia sanitaria a todo el que la
necesitare. Muchos inmigrantes vienen a España como nuestros
paisanos ricos van a Houston o a Suiza: a que los vean los
mejores médicos. Que son los de que están en la Seguridad
Social. El inmigrante que obtiene papeles, se trae de su
pueblo a mujer, hijos, suegra, abuelo. Y todos los recién
llegados de la Sanidad tercermundista de sus países se van al
hospital, con cargo a la cartilla generosamente concedida, ya
digo, como el que acude a la Clínica Mayo.
Puesto este cascabel al gato de los gastos sanitarios de los
inmigrantes, añado que como tengamos que pagar este
despilfarro a base de impuestos sobre el alcohol, las tajás
van a salir a millón. Comprarse una caja de Ducados, como
comprarse una casa ducal. Y aquí viene lo que ha dicho ZP, que
me ha cogido en un descampado: «Disuadir del consumo de tabaco
y alcohol es de izquierdas». Entonces, usted, ¿fumar es facha
y carca? Entonces, usted, ¿cogerse una papa mú simpática es
reaccionario? ¡Lo que hay que oír para justificar lo
injustificable! De aquella España donde todo lo bueno era
pecado hemos pasado a esta otra donde todo lo bueno es facha.
Tendríamos que hacer unos cursillos en modernidad y progreso
para ponernos al día. A ver: Casa Morales, El Rinconcillo, Las
Teresas, Trifón, Becerrita, los templos sevillanos de las
papas mú simpáticas, ya sabe usted, son antros de los fachas,
caverna pura. La tajá es carca. La izquierda no lo prueba. En
cuanto al fumeque, ídem. La cava de puros de la Cava de los
Gitanos es otro antro del fascismo.
Y yo me pregunto: si disuadir del consumo de alcohol es de
izquierdas, ¿por qué entonces los ayuntamientos que se dicen
progresistas no acaban de una vez con las botellonas
callejeras de estos chavales que no sé si fachas o progres,
pero que cirróticos sí que serán todos a los cuarenta años?
¡Qué preguntas tengo! ¿Por qué va a ser, hijo? Porque esos
chavales son votos seguros...
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