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La
esgrima a lo divino existe. No con florete, sino
exclusivamente con sable. Consiste en pegar sablazos a la
gente para nobilísimas causas referentes a dos virtudes
teologales: la fe y la caridad. Antes eran campeones de la
divina esgrima los frailes. Congregaciones de varones
consagrados a Dios y especialmente dedicados al sablazo: las
órdenes mendicantes. Que han quedado en la sabiduría
popular:
-Hijo, parece que te ha hecho la boca de un fraile.
Y la boca de un fraile parece que ha hecho al magnífico cura
Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, campeón de esgrima a lo
divino, primero en El Arahal y ahora en Alcalá del Río. En
estos tiempos de laicismo y negación de la espiritualidad,
el cura Ignacio practica la vieja pastoral del sablazo para
causas referentes a la caridad o a la fe. Por aquello de la
mano derecha y la izquierda, no nos enteramos de las
caridades que ejerce en los pueblos donde lo mandan de cura.
Pero sí conocemos los frutos de sus sablazos
histórico-artísticos: sacar el dinero a los ricos y a las
fundaciones para poner de dulce los templos y conventos de
sus pueblos. Espadañas, torres y cúpulas barrocas que
proclaman la fe en un tiempo de descreencias.
Hablando del barroco: en la ciudad barroca del «horror vacui»
había un vacío en la plaza montada de cura clásico, ligado a
la Sevilla de siempre, a la gente bien, a la Casa Real,
capellán mayor de la ciudad tradicional. Ese puesto fue
ocupado durante muchos años por el Padre Bandarán, don José
Sebastián Banderán, capellán real, director de la Academia
de Buenas Letras, patrono del Museo en el cuadro histórico
de Alfonso Grosso. Muerto Bandarán, le sucedió el Padre
Estudillo, que con Rogelio Trifón restauró las Lágrimas de
San Pedro en la Giralda, popularísimo capellán de la plaza
de los toros, clásico entre los clásicos. El cura Ignacio
ocupa ahora esa plaza montada de Bandarán y de Estudillo,
pero con más amplio espectro. Por el lado de la Corona llega
al canónigo, canonista y biógrafo del Cardenal Segura, don
Francisco Gil Delgado. Por los lises de Villamanrique, a don
Camilo Olivares. Y por la pastoral tipo Rafael Juliá o tipo
Hermandad de la Caridad, a las bodas, funerales y bautizos
de sociedad del Padre Patero. Bandarán, Estudillo, Gil
Delgado, Olivares y Patero en una sola pieza, la gente bien
de Sevilla está encantada con este ubicuo cura moderno
chapado a la antigua, que antes que cura fue seise y alumno
de los Jesuitas y se le nota, y que tiene a las cofradías en
lista de espera para predicarles quinarios y septenarios.
Y en los pueblos donde lo destinan, ni te cuento. Como soy
partidario del Cura Ignacio, lo he ido a ver torear en los
pueblos. En El Arahal formó un lío importante, arreglándoles
los conventos a las monjas, poniendo las iglesias de dulce y
metiéndose al pueblo llano en el bolsillo. Dime cuánto y
cómo saludan al cura por la calle y te diré qué labor está
haciendo en el pueblo. Ahora lo han mandado a una plaza
difícil. A Alcalá del Río, que es una plaza partida. Partida
por la Vera Cruz y La Soledad. E igualmente corta oreja
todos los días. Sable en mano, ha puesto de dulce la
parroquia de la Asunción, que mañana consagra el cardenal
arzobispo. Me recuerda el Cura Ignacio a aquel alcalde de
pueblo que contaba Jesús de las Cuevas, que lo primero que
hizo fue adoquinar su calle. Como la gente protestaba porque
hubiera arreglado precisamente su calle, dijo:
-Lo que tienen que hacer es ir nombrando los alcaldes
conforme vaya haciendo falta adoquinar las calles.
Yo creo que el aquí el Amigo, como es tan listo, va mandando
al Cura Ignacio a un pueblo y a otro, como campeón de
esgrima a lo divino, conforme va haciendo falta restaurar
las iglesias y decir a los de La Soledad y a los de la Vera
Cruz que se den fraternalmente la paz. Como que si hubiera
sido una iglesia, este Ignacio Jiménez quita el Cortinglés y
vuelve a poner la Casa Sánchez-Dalp de su segundo apellido
en el Duque...
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