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Mañana
tras mañana, en el embotellamiento nuestro de cada día,
dánosle hoy por Tablada, La Pañoleta y Chapina, llegan a
Sevilla desde la Banda Morisca y desde el Aljarafe 100.000
coches ocupados por una sola persona: su conductor. Así pasa
lo que pasa: que los adosados comprados porque estaban a 5
minutos de la Plaza de Cuba se ponen en realidad a hora y
media del Patrocinio. Y del centro, centro, ni te cuento.
Todas las carreteras del Aljarafe, los carriles de la
autovía de Huelva, las bandas de circulación de la S-30,
acaban al final en el embudo de Plaza de Armas, de Reyes
Católicos. Hay quien pone el despertador para que le toque
diana una hora más temprano que a sus vecinos de
urbanización, porque así, enfilando la carretera a las 7 de
la mañana, antes del lío, es la única forma de poder estar
puntual en el trabajo y sin los nervios rotos.
Y a la vuelta es igual. A la vuelta del mediodía o a la
vuelta de las 7 de la tarde. Tuve que ir el viernes, a la 1
de la tarde, al Carrefour del Aljarafe, y a la vuelta a
Sevilla una hora más tarde, a las 2 en punto de la víspera
del fin de semana largo y con puente, pude observarlo. Los
coches que iban hacia San Juan, hacia Tomares, hacia La
Puebla, hacia Almensilla, hacia Bormujos formaban un
embotellamiento que llegaba desde la curva del Canal Sur en
la autovía de Coria hasta donde está el nuevo Seminario, en
la esquina de La Palmera. Toda la autovía, la S-30, el paso
elevado de San Juan, la avenida de Taboada que lleva el
nombre de Juan Pablo II, el Puente de las Delicias, todo era
una inmensa cola de coches en dirección al Aljarafe.
Y me fijé en su contenido. Todos con una sola persona
dentro: el conductor. Eran raros, raros los coches que
llevaban al conductor y a un acompañante. Y los ocupados por
tres personas, aguja en un pajar. Con decir que vi en el
embotellamiento un patrullero de la Guardia Municipal, un
coche del 092, y hasta ese vehículo iba ocupado... ¡por un
solo policía local, su conductor! Y un autobús del área
metropolitana, colorado de Tranvías de Sevilla creo, que
luego pasaba, igual: con el conductor y dos viajeros
únicamente.
¿Para qué queremos esos todoterrenos con nueve asientos y
dos transportines? ¿Para qué esos cochazos amplísimos de
tapicería cara, cara, de cuero, si luego sólo van ocupados
por una persona? ¿Para qué gastamos una fortuna en
subvencionar la red pública de autobuses? Dicen que los
accesos a Sevilla se ha quedado chicos. ¿No se van a quedar,
si los atiborramos de coches con ocupación desaprovechada?
¿Y el dinero, dónde me dejan la gasolina o el gasoil gastado
por un solo señor para ir o venir del trabajo?
En Madrid también son pan de cada día los embotellamientos
desesperantes y a punto de infarto a las horas de ir y venir
al trabajo. Especialmente en la carretera de La Coruña y en
la que lleva mi nombre: la carretera de Burgos. ¿Y saben qué
ha hecho el Ayuntamiento? Pues penalizar a los coches
ocupados por una sola persona y bonificar a los ocupados por
tres pasajeros. Para los coches ocupados por el conductor y
dos vecinos que se han puesto de acuerdo para ir a Madrid
cada día en el automóvil de uno de ellos, el Ayuntamiento ha
dispuesto el carril Bus-VAO. Esto de VAO debe de significar
algo así como «Vehículo de Alta Ocupación». Vehículo y gasto
de gasolina bien aprovechado. Y ese coche con tres personas
dentro puede ir bastante ligerito por el carril de los
autobuses municipales, que es Bus-VAO; y llegar al trabajo
en un tiempo razonable. Y al listo que va solito en su coche
y se mete por el carril Bus-VAO, pues al final está el
guardia esperándolo para el multazo. Algo así tendrán que
hacer aquí. Un solo ocupante en 100.000 coches cada mañana
en los embotellamientos proce-dentes del Aljarafe pide a
voces un Bus-VAO a la sevillana.
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