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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El po-ya-que de la Constitución

Hay que hacer algo complejo o fastidioso, y quien debe abordarlo, antes de meter el hombro, se para, se lleva la mano a la cabeza como para secarse por anticipado el venidero sudor de su frente, y con muy pocas ganas de doblarla, contempla la tarea y dice:

-Esto tiene un peluseo...

Alguien enseña una vieja casa heredada en el pueblo, que ha ordenado y sacado de brillo, sin que arquitecto alguno haya tenido que dejar la huella de su orgulloso «por aquí pasó Pilatos haciendo garabatos». Y cuando muestra el resultado del desvelo de tantos fines de semana empleados en arreglar la casa ahora tan grata, le dicen para contentarle el oído:

-Esto tiene un peluseo...

Llevas a componer algún objeto roto, en uno de esos raros talleres que aún arreglan cosas en esta sociedad de perenne Domingo de Ramos, donde ya es más barato el estreno que la compostura. Y el artesano benemérito que aún compone paraguas, o echa lañas a la cerámica rota, o culos de rejilla a las butacas o de enea a las sillas del tresillo estilo sevillano, cuando le preguntas cuándo va estar aquello arreglado y te da esa fecha que te parece tan lejana, y le metes prisa, te dice:

-Es que esto tiene un peluseo...

Vuelve el peluseo al habla sevillana. Una palabra que habíamos dejado de oírla durante décadas acaba de volver y se ha puesto de moda en su retorno. Se la he oído a señoras y a caballeros, en Los Remedios y en La Buhaira, a gente mayor y a muchachas que se acaban de casar y que esperan su primer niño.

Vuelve este peluseo que no encuentro ni loco por los repertorios lexicográficos, para tratar de saber el origen de esta frase, la razón del empleo de esta voz, tan sevillana y clásica. Peluseo no viene en el Diccionario de la Academia. Peluseo no viene en el «Vocabulario Andaluz» de Antonio Alcalá Venceslada. Peluseo no fue recogido por Manuel González Salas en el voluntarioso diccionario del habla sevillana que tituló «Así hablamos». ¿Qué es el peluseo, pues? ¿Cómo lo definiríamos? Pues algo así como «trabajo prolijo que requiere tenaz atención y continuado esfuerzo». ¿De dónde viene la voz? ¿De lo complicado que era quitar las pelusas debajo de las camas? ¿Sería eso el primitivo peluseo, dejar la casa como los chorros del oro, como una patena, sin una sola pelusa por los rincones? El peluseo sería lo opuesto a lo que contaba La Esmeralda de aquella guarra a la que insultaba en sus pasillos de comedia con La Soraya:

-¡Guarra, so guarra, que te has hecho una casa con los cuartos redondos para no tener que quitar las pelusas de los rincones!

Hablando de insultos: el peluseo parece primo hermano de una voz antigua que se usaba como denigradora: «Peluso». Insulto que formaba parte de una coplilla infantil a modo de logolalia, relacionada con un famoso barbero, el maestro Leal:

¿Dónde te has pelao?

En casa de Leal.

¿Cuánto te ha costado?

Un real, un real.

¡Ra,ra,ra, so peluso!

¿Era el peluso aquel a quien Leal, con la maquinilla y con la navaja, le dejaba el cuello como el culo de un niño chico, sin un pelo? Incógnitas del habla. La verdad es que cada vez sabemos menos acerca de cómo hablamos, y quizá tengamos menor orgullo de hablantes.

-Es que eso tiene un peluseo...

-No, lo que tiene un peluseo es esta Sevilla en obras, con media ciudad levantada, donde no han acabado con el peluseo de la Plaza del Salvador cuando ya han empezado con el peluseo de la Plaza del Pan...



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