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Hay
por ahí un tal Burgos, un mamarracho, que la tiene tomada
con los monumentos. No quiere el Tío del Recuadro que
levanten más bronces ilustres, cuando la ciudad está tan
faltita de ellos. Los monumentos son necesarios como el aire
que respiramos, como el hueco para aparcar, como la tarjeta
del Cortinglés, como la telepizza de los desavíos, como
Antonio Silva a Gonzalo Crespo, como Marchena al alcalde.
Y prueba de que no tenemos monumentos suficientes, de que
hacen falta más, que quedan muchos espacios libres para
mármol y bronce, estatua y pedestal, es la breve lista que
vamos a dar. Monumentos que nos hacen falta como el comer.
Sales a la calle, pasas por un sitio y te dices:
-Esta esquina está pidiendo a gritos un monumento a Regaera
el de la Murga. A ver si el Lele forma urgentemente una
comisión, y García Palacios, el de la Caja Rural, afloja la
manteca para Álvarez Duarte y para la fundición.
Nos falta, por ejemplo, el monumento al Marqués de las
Cabriolas. Sin salir de la Maestranza Apócrifa, falta el
monumento a la Marquesa de Morales, al Barón de la Castaña,
al Conde de la Natilla, al Marqués de Morón. Tienen
monumento Mairena y Caracol, pero en cuestión flamenca falta
el monumento a Vallejo. Y el de Vallejo el de los toldos.
Falta el monumento al Bizco Amate, cuya comisión promotora
es tuya enterita, Salvador Távora. El monumento a la de Qué
Te Brillan Las Espuelas. Y a Cristina Hoyos, que es de la
cuerda y que no sale nunca en los periódicos, otro
monumento. Y otro a Pepe Perejil, delante de su taberna,
que, si no, te canta una saeta y es peor. Y otro a Ortega
Ezpeleta, en Los Gitanos. Y a La Marta, en la Macarena. Allí
junto al Arco está el monumento a Rodríguez Ojeda, pero
faltan los monumentos a Pepe el Pelao, capitán de los
Armaos, y a Hidalgo, cabotambor de la Centuria. Y a Luis
León: lo que puede largar por esa boca si no se lo ponen. Y
en San Nicolás, el monumento a El Planeta. Y en Fabiola, el
monumento a Lara el de Planeta. Y a Font de Anta, a Farfán,
a las Hermanas Antúnez, a la Niña de la Alfalfa, al Brigada
Rafael, a Seco, a Villarreal, a Carrasquilla. Y a Patón. Y
al Tubero. Y a Soria 9. Y al Carmen de Salteras. Y a Tarila.
Y al Balilla. Y a Rodríguez Buzón. Y a Filiberto. Y al Mudo
de Santa Ana. Y a los Santizos.
Semana Santa que no sería posible sin las sillas de la
carrera oficial, por lo que hay que poner urgentemente en La
Campana un monumento a Quidiello, ora de enea, ora de
tijera. Y al lado, el monumento a Antoñito Procesiones, que
estaba fritito. Y a Laureano, el enano del Ayuntamiento, su
monumento en el Andén, que como será chiquetito, El Museo
podrá pasar perfectamente el Lunes Santo. Y al Indio de Las
Tres Mil. Y al Pali, empernacado en su silla, en la calle
Aduana. Y a Vicente el del Canasto, por el Barranco. Y ya
que tiramos para el Paseo Colón, comprobaremos que aquello
está pobre de monumentos toreros. Faltan monumentos taurinos
en el Paseo Colón. Así que podemos hacerle el monumento al
Maestro Tejera, música, maestro, Y al Padre Estudillo,
capellán de la plaza. Y al Conde de Peñaflor, que le gustará
tela. Y a Lebrija el puntillero, que lo jubiló Canorea sin
que el tal Burgos le dedicara un mal recuadro. Y a Ventura
el Alguacilillo, que al niño de Canorea le dio el avenate y
lo quitó. Y a Canorea padre. Y al lado, para aprovechar el
burladero de la empresa, un monumento al Potra, y otro a
Ríos Mozo y otro a Rufino el del garaje. Y el magno
monumento al Sobre Taurino, vulgo al Trincón Desconocido. Y
el monumento a Abelardo.
Y a Joaquín Moeckel, que es del barrio, no se vaya a
enfadar.
Y a su eminencia reverendísima el señor cardenal, en su
proverbial humildad franciscana, para que tampoco se enfade.
Y a mí otro, joé; total, ya puestos...
(Mañana, más ideas de monumentos. Se admiten sugerencias por
correo electrónico: [email protected]).
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