Puede
parecer el título de una chirigota del Carnaval de Cádiz o
de una caseta de la Feria de Sevilla. Pero trátase de una
lamentable realidad política y cultural de Andalucía. Los
viceconsejeros lingüistas luchan denodadamente contra el
prin-cipal problema andaluz. Que no es el paro, ni la
delincuencia, ni la inmigración ilegal, ni la inflación, ni
el terrorismo, ni la destrucción del paisaje con las
recalificaciones, ni el alcoholismo juvenil, ni la
permisividad ante la droga, sino que es.... tachín, tatachín,
¡el uso del masculino genérico en la construcción de frases!
Una y otra vez, todos los
organismos de la Junta reciben una contundente Nota de
Circulación Interior a la que se adjunta la «Instrucción de
la Comisión General de Viceconsejeros sobre la utilización
de las estrategias lingüísticas necesarias en orden a la
eliminación del uso sexista del lenguaje en la redacción de
disposiciones de carácter general de la Junta de Andalucía».
El baranda que manda esa instrucción para terminar de una
vez por todas con el gravísimo problema social del uso del
masculino genérico dice taxativamente: «Ruego la máxima
difusión de esta Instrucción, así como su aplicación en las
áreas y servicios dependientes de ese centro directivo».
¿Y qué dice que vende la
Instrucción? Pues que en todo papel que se escriba en la
Junta ha de evitarse el que llaman «uso sexista del
lenguaje». Y da una serie de reglas (sí, reglas, como si esa
Comisión de Viceconsejeros fuese la Real Academia Española)
para evitar el uso del masculino genérico, con el que la
tienen tomada. Vamos, para que el himno, en vez de «los
andaluces queremos», diga «los andaluces y andaluzas», cual
repite Chaves como un lorito, en esta ridiculez de
«ciudadanos y ciudadanas», por la que algún guasón a la
presidenta del Parlamento Andaluz le dice ya María del Mar y
de la Mar Moreno y Morena.
Descubrimos con la Instrucción
que estas memeces de «andaluces y andaluzas» no les salen
solas. Se las estudian. Recomienda que se usen sustantivos
que hagan referencia a los dos géneros: por ejemplo,
ciudadanía, funcionariado, alumnado. También ordenan
perífrasis imbéciles: población andaluza, en vez de
andaluces; personas discapacitadas, en vez de
discapacitados. La inquina contra la normal estructura de la
lengua les lleva incluso a ordenar construcciones
metonímicas que aludan al cargo, para no nombrar el género
de la persona que lo ocupa: jefatura, por jefe;
vicepresidencia, por vicepresidente.
-O sea, que Chaves no es el
presidente, sino el que está en la presidencia.
-Y así nos va, mientras sus
subordinados pierden su tiempo y derrochan nuestro dinero en
estas chorradas, con la de problemas gordísimos que hay.
Ya sabíamos que el partido que
gobierna democráticamente, con el voto de los andaluces tan
preocupados por las subvenciones, los langostinos, la
cervecita fresquita, el ligue, las ferias y los festejos,
tiene una natural inclinación a dominarlo todo, a
controlarlo todo, a intervenirlo todo. Hasta quieren
imponernos cómo tenemos que hablar. Entienden que con
mayoría absoluta se puede cambiar incluso la estructura de
la lengua. Lo que ha impuesto la Comisión General de
Viceconsejeros no se atreve a hacerlo ni la Real Academia.
Ya quisiéramos que todos esos esfuerzos y presupuestos se
emplearan en la de-fensa del habla andaluza que manda el
papel mojado del Estatuto.
¿Son académicos de la Española
acaso, qué saben de lengua los viceconsejeros?
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