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Se
llama excelentísimo señor don José Antonio García González,
pero con los acrónimos que puso de moda la OTAN (que tiene
un Diccionario de Siglas que es un tocho así de gordo) le
dicen de mote El JEME. Y lo curioso es que no te mete un
paquete si se lo dices en su cara. Porque el general es
completamente JEME: Jefe del Estado Mayor del Ejército.
Honrosa estrella de cinco puntas de Estado Mayor donde serví
a la Patria, pero con peor suerte nominativa. Como guripa de
la Agrupación Obrera y Topográfica de E.M., en el Palacio de
Buenavista no me llamaban El JEME ni sigla alguna, sino El
Sevilla; por lo que pronto dejé la carrera de las armas por
la de las letras.
Bromas aparte, mi respetado general, que sé querido lector,
ha tenido en ABC un emocionado recuerdo para sus compañeros
asesinados por la ETA: «Cualquier militar siempre tendrá
presente el recuerdo de todos los compañeros y amigos con
los que hemos convivido y a los que hemos tenido que
enterrar. Fueron años muy duros.»
Tan duros, que el Homenaje a los Caídos no se oficiaba en
los días solemnes de las Fuerzas Armadas o grandes ocasiones
del ceremonial castrense, sino ante un ataúd cubierto por la
bandera de la Patria por la que un militar asesinado había
dado su vida. En aquellos duros años, casi nos aprendimos
música y letra de ese pellizco en el alma de «La muerte no
es el final». Y casi memorizamos el soneto, tantas veces
luego manipulado, que empieza «Lo demandó el honor y
obedecieron», por cuya autoría me pregunté cuando quisieron
«hackear» el himno de la Armada, como si no tuviera sus
autores registrados en la SGAE: Pemán y Alvarez Beigbeder.
Muchos creen que este emocionante soneto, al que tanto se le
ha metido la pluma para toquetearlo, es anónimo. Otros lo
han atribuido a diversos autores, desde Calderón a Manuel
Fernández Calvo, poeta y capellán de Aviación. El soneto
tiene autor, título y fecha. Surgió, como barrunté, en el
entorno de la Comunión Tradicionalista, tras la guerra
civil. Se titula «Mártires de la Tradición». Se publicó por
vez primera en 1943, en la fiesta de los Mártires de la
Tradición que desde 1895 los carlistas celebran el 10 de
marzo, aniversario de la muerte de su rey Don Carlos. Su
autor es el olvidado poeta Martín Garrido Hernando. Este
inspirado requeté burgalés se alistó de voluntario en el
Tercio «Burgos-Sangüesa». Pero, asómbrense, no cuando era un
muchacho idealista, sino casado y ¡a los 40 años! Escribió
un poema tan clásico que muchos creen del Siglo de Oro.
Donde expresó conceptos que luego fueron borrados por los
que silenciaron su nombre, cual la mención al Rey. Pongo
aquí, con la intención que diré al final, el texto original
del soneto robado a su autor, Martín Garrido: «Lo demandó el
Honor y obedecieron;/lo requirió el Deber y lo acataron;/
con su sangre la empresa rubricaron;/ con su esfuerzo, la
Patria redimieron. /Fueron grandes y fuertes, porque
fueron/fieles al juramento que empeñaron./Por eso como
púgiles lucharon,/por eso como mártires murieron./ Inmolarse
por Dios fue su destino;/salvar a España, su pasión entera;/
servir al Rey, su vocación y sino./ No supieron querer otra
bandera,/no supieron andar otro camino;/¡no supieron morir
de otra manera!»
Y aquí mi ruego al JEME, con el deseo de que lo pase al
ministro por la cadena de mando: ya que las Fuerzas Armadas
nunca olvidarán a los militares asesinados por la ETA, ojalá
en la ceremonia del Homenaje a los Caídos el impresionante
soneto sea devuelto a su pureza original, con las menciones
al Rey, a Dios, al Deber-Patria-Honor del himno de la
Infantería, ignominiosamente suprimidas todas. Y ojalá sea
honrada también, con su propio nombre, la memoria de su
autor, el escritor burgalés que se alistó para defender sus
ideales en la granazón de su madurez como poeta y como
hombre, fallecido en 1984. El nombre de Martín Garrido
Hernando no merece el olvido, ni su rotundo soneto, la
manipulación oprobiosa de lo políticamente correcto.
MAS SOBRE "LA MUERTE NO ES EL FINAL" EN EL RECUADRO
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"NO SUPIERON MORIR DE OTRA MANERA"
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