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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La oposición es el taxi

SI tú coges a la oposición municipal y la pintas de blanco, con una banda amarilla, un número y el escudo de Sevilla en la puerta; si le pones un taxímetro y una tarifa; si le colocas un cartel reversible de libre y ocupado; si le das una licencia y le aplicas en el techo un juego de números luminosos y una bombilla verde, no tienes una oposición, sino un taxi.

Bueno, pues si quieren tener oposición municipal en Sevilla, no tienen más remedio que realizar la operación descrita.

Esa es la única oposición que hay en la ciudad conformista del No Passssa Nada: el taxi. En la Sevilla que todo se lo traga. Que todo lo consiente. Que por nada protesta. Sumisa. Sin pulso. De encefalograma civil plano.

Hoy la oposición convoca pleno. Traduzco: hoy el taxi debate otra vez en asamblea si siguen trabajando en el fin de semana de la Feria y del Primero de Mayo, o si vuelven a la huelga.

No hay derecho.

A dejar a una ciudad sin taxis, por descontado.

Pero tampoco hay derecho a dejar a una ciudad sin oposición, como en todos los fregados en curso la está dejando el PP. Salvando las distancias, de hecho Don Alfredo Sánchez está actuando de alcalde como si fuera Don Juan Fernández: sin oposición. El Alcalde Juan Fernández (sí, el que tenía nombre de avenida) ponía fuentes, quitaba fuentes, echaba la marea negra o dejaba de echarla sin que nadie rechistara. Pero aquello era una dictadura. Lo triste es que ahora Don Alfredo actúa como si fuera Don Juan: sin que tampoco rechiste nadie. Sin que se ejerza una parte importantísima de la democracia, cual es el respeto a los derechos de las minorías y el control de la oposición sobre el poder.

Vuelvo a lo de siempre, a que aquí sólo sabe ejercer la oposición la izquierda, cuando la derecha está en el poder. Los antiguos dirigentes socialistas, ¿no podían poner una academia, y dar clases particulares a los del PP para explicarles cómo se hace eso? Imaginen que Soledad Becerril hubiera dejado todo el centro de Sevilla sin circulación, sin taxis y sin autobuses en plena Feria. ¿Se imaginan lo que estaría largando Monteseirín por esa boquita? ¿No están oyendo a Amparo Rubiales soltando veneno contra la derecha en las tertulias? ¿Se imaginan a Canal Sur abriendo los telediarios con la ciudad patas arriba y sin transportes públicos, cercada, cortada, alambrada, con los embotellamientos de entrada a la Feria llegando hasta Bollullos?

Habrían quemado el Ayuntamiento.

En cambio, ya ven: lo que no es poder es silencio. Nadie dice nada. Y la oposición, menos. Esta Cofradía del Silencio sí que lleva nazarenos...

Hay que ponerse a lo Jorge Manrique: de las asociaciones de vecinos, ¿qué se hizo? De las protestas de los comerciantes, ¿qué fue? ¿Dónde los intelectuales orgánicos firmando manifiestos?

Miras el panorama en la ciudad alegre y confiada, encantada de haberse conocido y sólo oyes la protesta de los taxistas. Protesta salvaje. Insolidaria. Pero solitaria. Los han dejado más solos que a los de Tudela en la Sevilla donde todo el mundo traga y nadie protesta. Cumplen la función de oposición.

No se puede ni siquiera decir que la oposición municipal de Sevilla quepa en un taxi.

Es que la única oposición es el taxi.


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