YA
ni los toros. La Fiesta Nacional tampoco se libra de
la estatutitis aguda que padece España. Mucho antes de
que se apruebe que Andalucía es una (irreal) realidad
nacional, sus plazas de toros ya son territorio
exento, califatos independientes: plazas de soberanía
andaluza, a efectos de Reglamento Taurino.
Sin petición alguna de pañuelos blancos en los
tendidos, Andalucía ha redactado, debatido, aprobado y
promulgado su propio Reglamento Taurino. A falta de
conciencia nacional, de hechos diferenciales, de
lengua autóctona, como se trata de exprimir las
diferencias a cualquier precio, en aplicación de los
supremos principios zapateristas del Como Sea y del No
Passssa Nada, Andalucía ha roto la unidad del ruedo
ibérico en sentido estricto, al promulgar su
Reglamento Taurino. Esta Andalucía desde la que tanto
se dice que catalanes y vascos están rompiendo España
con la claudicación del Gobierno. Esta Andalucía que
hasta ahora no sólo se sentía España, sino que España
era Andalucía, que le prestaba sus pelos y señales.
Esta Andalucía aplica su propio Reglamento Taurino
caprichoso y sobre todo peligroso. Si el actualmente
vigente (que sacó Corcuera, ojú) no sirve, redáctese
uno nuevo para toda España. Eso hubiera sido lo
lógico. Nanai: Andalucía por sí...y a España que le
vayan dando. Ya que no financiación prioritaria, ya
que no igualdad de trato, Andalucía saca adelante sola
su reglamentismo taurino, y cuando en el resto de
España se pide que la Fiesta pase a Cultura y a la
autorregulación, la somete aun más al intervencionismo
administrativo.
O a lo mejor estoy equivocado. Puede ser.
Probablemente un toro de Juan Pedro Domecq no se
comporta lo mismo si es lidiado en Jerez de los
Caballeros (Badajoz) que en Aracena (Huelva). El
juampedro, naturalmente, sabe que no es lo mismo
saltar a la arena de Rodríguez Ibarra que al albero de
Chaves. La puya de una pica no debe ser lo mismo en
Pozoblanco (Córdoba) que en la centenaria plaza de
Almadén (Ciudad Real). Los toros, a lo mejor, se rajan
de modo distinto en Las Ventas que en La Malagueta. De
ahí la ineludible necesidad del Reglamento Taurino
específico para Andalucía. Que es una forma de romper
España como otra cualquiera. Lo que faltaba: los 17
nacionalismos de la Fiesta Nacional.
Como nadie querrá ser menos que nadie, por el
principio del «café para todos», pronto cada autonomía
tendrá su propio reglamento taurino. Habrá 17
reglamentos distintos, con 17 tiempos para los avisos,
17 tipos de puyas de picar, 17 modos de aprobar los
toros. Los mozos de espada llevarán el clásico búcaro,
el fundón de los estoques, y en el esportón, junto a
capotes, muletas y estaquilladores, echarán un tomaco
así de gordo del Aranzadi, con la recopilación
legislativa de los 17 distintos reglamentos taurinos:
-Maestro, hoy toreamos en Castellón, recuerde usted
que aquí el primer aviso es a los 8 minutos...
El hecho me alegra por la cantidad de puestos de
trabajo que creará entre los profesionales del
Derecho, que irán como asesores jurídicos en las
cuadrillas de los matadores, pues en cada plaza habrán
de saberse un reglamento distinto. Los del grupo
especial, igual que llevan cuadrillas de lujo y arte,
incorporarán a figuras de la Jurisprudencia. Dirán los
carteles de mano: cuadrilla de Enrique Ponce;
banderilleros, Antonio Tejero, Mariano de la Viña y
José María Tejero; picadores, Manuel Quinta y Antonio
Saavedra; apoderados, Victoriano Valencia y Juan Ruiz
Palomares; mozo de espadas, Franklin Gutiérrez; asesor
jurídico («road lawyer»), Joaquín Moeckel.
En vez de la Oreja de Oro, Fernández Román dará ahora
en RNE el Aranzadi de Oro al diestro que mejor sepa
cumplir los 17 reglamentos taurinos distintos.