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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La Tablada de Paco Mira

No conocí aquel Estado Mayor del Aire en la calle San Vicente donde Lecea, capitán general de Aviación, puso una corte humanística que ni la Casa de Pilatos cuando el Marqués de Tarifa. Lecea protegió a artistas, cantaores, toreros, pintores, escultores, que hicieron la mili como voluntarios de Aviación, enchufados del generoso general, al que todavía le están agradecidas las sonantas y los pinceles. Pero sí viví, con toda su gracia, la heredera de aquella Aviación genial y sevillanísima: la Tablada del teniente general Paco Mira. Así, Paco, sin vuecencia, era nuestro querido aviador, que ha despegado, ay, en el último vuelo de «la gloria infinita de ser español». «Teniente general Paco Mira» era la marcha que le dedicó Jorge M. Gómez, director de la música de Tablada que él reconstruyó con tanta ilusión, en homenaje a Sevilla, pues comprendió de tal modo a la ciudad que supo que la Virgen de Loreto no podía salir el Viernes Santo sin su banda de Aviación tras el palio.
Paco Mira llegó a Sevilla como jefe del Mando Aéreo del Estrecho tras haber dirigido honrosamente nuestra Aviación en la guerra del Golfo. Cuando nos lo presentó Maribel Moreno de la Cova esperábamos encontrar un aviador hosco con cara de haberse tragado el F-18. Hallamos un tío abierto, simpático, constitucional y liberal, lealísimo a Sierra Maik, como llamaba al Rey. Paco Mira cayó en Sevilla de pie, porque moría con nuestras costumbres, con nuestra forma de ser. Tan encantado estaba con nuestras cosas, que un día me dijo:
-Esto vuestro de Sevilla es como lo del País Vasco... pero en plan simpático.
De la mano del recordado Coronel Cariñanos, que le llevó a todo el artisteo que operaba gratis en su consulta, Paco Mira abrió Tablada a los flamencos, a los gitanitos, a los pintores, a los toreros. Al arte. Cuando te hablaba de Lele, no era Álvarez Colunga: era El Lele, un flamenquito amigo suyo. Abrió Tablada no sólo al artisteo, sino a Sevilla entera. El Ejército del Aire volvió a ser lo que fue en tiempos de Lecea. Para Paco Mira siempre era jornada de puertas abiertas en Tablada, en la ayuda que hiciera falta para las necesidades de Sevilla. Y con un sentido del humor como de aquí, aun nacido en Alcoy. Tierra alicantina a la que no renunciaba. En los vínculos de Tablada con el Rocío de Triana, fueron a pedirle la banda de Aviación para la salida de las carretas. Les dijo:
-La banda desde luego que va. Pero con una condición: tiene que tocar «Paquito el Chocolatero».
Y camino del Patrocinio, tras el Simpecado, sonó el pasodoble de moros y cristianos del tocayo y paisano chocolatero de Mira. Quien le gastó una broma sevillanísima a su colega el capitán general de Tierra, Agustín Muñoz-Grandes, la mañana del Pregón. Iban ya a salir las primeras autoridades al escenario del Maestranza para presidir el acto, y cuando iban a tomar asiento, musitó Mira a Muñoz Grandes en voz baja:
-Cuidado, Agustín, llevas la bragueta abierta...
Ya ante el público, Muñoz-Grandes no pudo abrocharse. Y se llevó el pobre todo el pregón azorado, preocupadísimo, no sabiendo cómo sentarse para que por la supuesta bragueta abierta no se le fuera a salir el pájaro de la Marcha de Infantes. Cuando aquello acabó, sudando de apuros, el caballerazo de Muñoz Grande comprobó que...¡llevaba la portañuela perfectamente cerrada! Había sido una broma cruel y como antigua del guasón Paco Mira. Lo quería matar. Como Paco Mira era tan militar y tan aviador que hasta sabía disimularlo, en la imagen tan cercana y querida de las Fuerzas Armadas que daba, le dije un día al Rey, cuando me preguntó cómo le iba en Sevilla a su querido Paco Mira:
-Señor, no creo que Paco Mira sea militar. Yo creo que es un objetor de conciencia viejorro, que como está muy enchufado con Vuestra Majestad, lo ha mandado a Tablada para que haga la prestación social sustitutoria como capitán general del Aire.
Que las «alas gloriosas de España», querido Paco Mira, te hayan llevado al cielo de la Virgen de Loreto en el que ya ondea para siempre la bandera rojigualda de Tablada que quisiste te cubriera en tu último vuelo.

 

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