SE
quejan muchos en el mundo de la pelota de la levedad
de la sanción que le ha puesto al Betis el Comité de
Complicación, como lo llamaba Álvaro de Laiglesia en
«La Codorniz». ¿Leves tres partidos con el campo
chirrín, chirrán por un simple botellazo? Ojalá las
sanciones contra los asesinos terroristas de la ETA
fueran la mitad del cuarto de duras. Vamos, que tal
como está el patio, yo estaba por dejar la
aplicación de penas a los terroristas en manos del
Comité de Competición y del otro, del Comité
Antiviolencia. Juzguen ustedes mismos si no.
Por la botella que un
tío tiró al campo porque no tenía papelera a mano,
con la mala fortuna de que le pegó al pobre de
Juande Ramos en todo el cogote, porque no fue en el
occipital como se ha dicho, eso, en el diccionario
de Lopera, se llama cogote... Por un botellazo de
nada, tres partidos de cierre del campo, los 30
minutos restantes deportados a Getafe y casi, casi,
la perpetua. Repito: por un botellazo.
Y por 25 asesinatos,
25, más toda la chulería de amenazas terroristas a
cuanto se mueve, ésta es la hora en que el Juana
Chaos, al que le aplicaron las rebajas de Cortefiel
en la condena por las 25 muertes y ya la cumplió; al
que por las amenazas le pidieron 96 años de cárcel
que dejaron en 3; al que desafió al Estado con su
huelga de hambre... y le ganó la partida tras la
bajada de pantalones del Gobierno. A ese tío le
pasan la mano por el lomo, lo llevan donde él pide,
no a Getafe, sino a casita, a sus Vascongadas del
alma: ea, hijo mío, ahí las tienes, hártate de
Euskadi, so mamón. A ese tío lo excarcelan, si no
hoy, que se iba a notar demasiado, la semana que
viene, cuando se hayan cansado de manifestarse los
cuatro fachas que siempre salen por ahí «utilizando
el himno nacional» como dice el Canal Sur del Chaves
que justifica todo esto, con la bandera
constitucional, qué desfachatez, y con la monserga
del cumplimiento íntegro de las penas.
Aquí el único que va a
cumplir íntegramente su pena es el Betis. Ya
quisiera yo que los cuerpos de seguridad del Estado
estuvieran buscando por ahí a los asesinos de la
ETA, a los que siguen cobrando la extorsión a los
empresarios, a los que aun perteneciendo a
organizaciones ilegalizadas salen tan panchos
haciendo exaltación del terrorismo en los
informativos de TVE... Ya quisiera yo que a todos
estos los buscaran los guardias con el mismo ahínco
con el que andan tras el tío que tiró la botella y
le pegó al pobre Juande. Y ya quisiera yo que al
Comité Antiviolencia mandaran no al cuco del nido y
a un león al que Lopera le cortó las garras, igual
de impresentables los dos (o los tres), sino a todos
los que visitan al Juana Chaos como a un héroe y un
mártir, verbigracia Otegui, y a los que saludan la
derrota del Estado y la rendición del Gobierno como
una victoria de no sé qué cuento del envergue
euskaldún. Euskaldún con betún, que es lo que mejor
tapa la sangre de Alberto y de Ascen, querida Teresa
Jiménez Becerril.
En la cárcel
almeriense del Acebuche, los presos por mandangas de
la yerba marroquina se han puesto en huelga de
hambre. Quieren obtener las mismas ventajas que el
asesino de 25 españoles, y que el Estado hocique.
(Los «presos comunes» dicen algunos. Ah, no: presos
comunes son los de la ETA también. En las
democracias no hay presos políticos. Que la derrota
del Estado no llegue a la rendición del lenguaje).
Me imagino que todo aquel que tenga algo pendiente
con la Justicia hará como los presos del Acebuche.
No digo yo que España entera se declare en huelga de
hambre, porque los supermercados tienen que comer,
pero el Betis entero y pleno sí se debería declarar
en huelga de hambre. Si con la huelga de hambre el
Estado se rinde ante las manos manchadas de sangre,
¿por qué no ha de claudicar ante las manos mojadas
con la cocacola de una botella de plástico? Nada,
nada, esa foto de Lopera en huelga de hambre
urgentemente a «The Times», que con la cara de
muerto que ya tiene, ustedes me contarán lo que va a
impresionar al mundo mundial. Si el Juana Chaos es
un hombre de paz, un mártir y un héroe, el del
botellazo, ni te cuento. Y que siga este triste
cachondeo, que veremos a ver cómo acaba todo esto.