YA
está aquí, que ya ha llegado, que todos los años
llega; que exacta, fiel y callada, sin avisarnos
se cuela y despliega una pancarta en la calle
San Esteban, junto a la Puerta Carmona, de una
acera a la otra acera, allí donde está la bomba
en la esquina de Mosqueta, manifestándose el
aire y gritando la luz nueva, cuando anuncia
capirotes que sueñan manchas de cera.
Un buen día te
levantas y al pisar la calle encuentras, que,
pájaro, flor y rama, la luz reverdece plena. Que
no es cuestión de almanaque, que no es asunto de
fecha, ni veintiuno de marzo, ni ceniza de
Cuaresma, que te lo dice la luz, y este aire que
se lleva las verdinas del invierno con palomas
que zurean, con gorriones que cantan, con
vencejos que regresan, con canarios en las
jaulas de las ventanas abiertas, de las
persianas subidas, del balcón con las macetas,
de la radio que ya canta unas sevillanas nuevas
que en Los Remedios levantan la portada de la
Feria, con los palcos en la Plaza soñando Jueves
de peinas, porque ya la calle Sierpes sueña con
sillas de enea y vagones de arvellanas del abono
de la abuela.
Con la cuadrilla
igualada, ya ensayan las parihuelas, aunque le
falten arriba las figuras que dan leña: el
Cristo de la Salud, y José de Arimatea, y el
otro compadre al lado, encima de la escalera, la
Virgen con sus Marías, con su tocado y su pena.
Y los pasos de misterio ningún misterio ya
encierran, ensayando madrugadas de levantás y
saetas, arriando dos costeros, un poquito más a
tierra, y sacando temporales de gracia, rabia y
de fuerza cuando cruje la zambrana, que un golpe
al martillo suena, así se levanta un paso, óle
ahí la gente güena.
En la plaza de los
toros los abonos se renuevan: de la cola del
Cautivo a la cola de la empresa, con el talón
conformado que te exige Canorea, y está el
cartel pregonando sus sueños de dos orejas, y
novilladas de mayo con dos muchachos que
empiezan, y la corrida del Corpus con las
campanas que suenan llamando a bailes de seises
de juncia, romero y vela.
En la casa de
hermandad reparten las papeletas: ¿tanto han
subido los cirios? Entonces, ¿las maniguetas? Ya
tu número es más bajo; cada vez, ay, vas cerca
del palio de aquella Virgen que a tu madre te
recuerda. En el penúltimo tramo tu cirio tiene
contera con color de capirote, morado de seda
vieja, que certifica que el tiempo te acerca
donde te acerca, a esa Virgen que algún día
verás con manto y diadema, pero sin paso de
palio, sin la Banda de Tejera, sin jarras de
entrevarales, sin bulla en la delantera, cuando
esta túnica lleves de mortaja bajo tierra y allá
en el cielo te encuentres con tu Virgen
verdadera.
Por un Parque de
altramuces de los patos de la isleta y cartuchos
de arvejones en esa plaza de América donde todos
somos niños con paloma en la cabeza y una más en
cada mano al que un retrato le echan en la foto
tan antigua que haciéndola ya amerillea... Por
un Parque de arriates y de altísimas palmeras,
los árboles del amor, míralos, la pava pelan con
esas flores moradas que en la luz nueva se
besan. Los naranjos de la Plaza, de la vieja
Plaza Nueva; los que están en San Vicente, de
donde salen Las Penas cuando suena aquella
marcha que Antonio Pantión le hiciera; los
naranjos de los barrios, de calles y plazoletas,
naranjos de los jardines, naranjos de las aceras
están de un momento a otro por vestirse ya de
fiesta. Mirad: sus verdes camisas, blancos
botones ya llevan, nácar de olor de Sevilla,
marfil de la primavera, deseandito romperse en
fragancias que recuerdan viejos versos de moyate
de curdáneos poetas, mostrador del Rinconcillo,
coronel de tres estrellas, las tres estrellas
sublimes del ejército de tierra, mas de la
tierra del tinto: coronel de Valdepeñas,
aportación que a Sevilla hace la tierra manchega
de los hermanos Morales en García de Vinuesa.
Ya está aquí, que
ya hay torrijas, que ya los viernes se cuelga el
cartel de «Hoy es vigilia», que en Castilla es
abstinencia, y Sevilla, el bacalao que vende
Manuel Barea, para hacerlo con tomate, en pavías
o en croquetas.
Ya está aquí, que
ya ha venido y hasta septiembre se queda, lo
mismo que los vencejos que en el Arenal torean.
Ya está aquí la
vieja luz. La luz de Sevilla. Eterna.
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