¿CUÁNTOS
millones de turistas vienen al año a España? Por muchos
que vengan, pocos millones me parecen. No hay en el mundo
una nación tan insólita como España. Si yo fuera ciudadano
de una democracia avanzada, consolidada, estable,
tranquila, incluso tirando a aburridita, me sacaba billete
en el primer avión a Madrid para no perderme esto. En la
sociedad global, el reclamo turístico de lo insólito que
ofrece España tiene que ser irresistible. Ni playas
paradisiacas, ni paraísos tropicales, ni nada. No hay en
el mundo nada como hacer Turismo de lo Insólito en España.
A ver: ¿qué otra nación del mundo ofrece en la primera
página de «The Times» la foto de un asesino en huelga de
hambre, así, aguantando la respiración y metiendo tripa, y
resulta que este tiparraco, en vez de terminar como se
espera en cualquier democracia, acaba derrotando al
Estado, que cede ante su chantaje, se rinde y lo manda a
casita, que llueve? Si yo fuera inglés, me vendría
inmediatamente a España. Pero no a ver quemarse las Fallas
de Valencia, sino a ver cómo arde el Estado de Derecho.
Que es el Estado del Revés, al que le ha metido fuego un
fallero mayor que no es un aficionado valenciano al
triquitraque y a la cohetería, sino el presidente del
Gobierno de Madrid.
Y hay más, esperarse, que hay más, no
empujen, por favor. ¿En qué otra nación del mundo en vez
de la oposición controlar al poder, el poder persigue y
descalifica a la oposición? Bueno, sí, en Cuba: ahí el
poder persigue a la oposición y la encarcela. De ahí
nuestro mérito, que aquí ocurra de hecho como en Cuba,
aunque como formalmente esto es una democracia, no meten a
la oposición en la cárcel. Todavía. Toquen madera. Pero la
rodean con un «cordón sanitario», al fin y al cabo las
rejas de la prisión de los medios informativos del
régimen, de sus resortes económicos, de su aparato
cultural.
¿En qué lugar del mundo sale uno muy
principal del partido del Gobierno con cara de garbanzo
remojado y dice que hay que defender a la nación del líder
de la oposición? No de los terroristas de Al Qaeda, no de
los asesinos de la ETA, no: del líder de la oposición,
¡toma ya! Pues eso acaba de ocurrir en España. Por eso me
extraña grandemente que aún haya habitaciones libres en
los hoteles de Madrid y plazas sin ocupar en los vuelos
con destino a Barajas, porque esto tiene un ver, esto nada
más que ocurre aquí, a millones tendrían que venir los
turistas. Como lo de ayer en el Congreso de los Diputados,
que hasta reventa de localidades de la tribuna de
invitados tendría que haber, y los guiris dándose
bofetadas para conseguir una entrada. ¿Que los extranjeros
se sorprenden mucho con los espectáculos de nuestras
plazas de toros? Más se sorprenderían si vieran el triste
espectáculo de la media plaza de toros que es el hemiciclo
del Congreso, donde ayer se inauguró algo insólito en el
mundo: no sólo el ejercicio del poder contra la oposición,
sino el acoso y derribo de la oposición con efectos
retroactivos. A este paso dentro de dos o tres días
presentarán una moción de censura contra Adolfo Suárez. O
si no, al tiempo. A este paso, dentro de dos o tres días
empezarán a sacar trapos sucios de Cánovas y de Sagasta. O
si no, al tiempo.
Y más hechos insólitos, que a nosotros,
como los tenemos tan cerca, no nos llaman la atención,
pero que los extranjeros no se los creen. Contra lo que
dicen, no existe el llamado «principal partido de la
oposición»; es en todo caso el que recibe la leña como
exclusiva oposición por parte del Partido en el Poder, que
es el virtual Partido Único en que se ha convertido la
pluralidad del sistema parlamentario. En la oposición hay
un solo partido, el PP: todos los demás o están en el
poder central o en sus parcelas regionales (caso de PSOE,
PNV, CiU y ERC), o están en las islas adyacentes del
poder, acollerados con el Gobierno para el acoso y derribo
del único partido de la oposición.
Y al final, pero no lo último, la bandera
nacional. En cualquier democracia, sacas la bandera y eres
un patriota. Aquí sacas la bandera y eres un pedazo de
facha. Pocos millones me parecen, pues, los turistas que
vienen a comprobar la perpetuación del mismo «Spain is
different» que cuando la dictadura.