En el
centenario de su nacimiento, la Hermandad de la Sed está
celebrando diversos actos en memoria y homenaje de un
gran compositor de marchas de Semana Santa, don Pedro
Gámez Laserna (1907-1987), comandante maestro mayor,
director de la música de la División Guzmán el Bueno,
que en los avatares de las reorganizaciones militares
fue el mote que en su época le pusieron a la que fue y
será siempre la histórica Banda de Soria 9. Me sumo al
homenaje. Bueno, ya me he sumado, pues los señores de la
Hermandad de la Sed, en un boletín monográfico en
memoria de don Pedro, han tenido la amabilidad de
reproducir el artículo que le dediqué a su muerte, donde
contaba cómo el músico mayor dejó dicho que en su
entierro le tocaran su marcha más universal, «Pasa la
Virgen Macarena». Y así se hizo. Cuando tras el funeral
corpore insepulto salía al atrio de la basílica de la
Esperanza el ataúd de Gámez Laserna, la Bandasoria al
completo le tocó al compositor muerto su «Pasa la Virgen
Macarena». (De pellizquito, ¿no?)
Entre las muchas obras ya clásicas de don
Pedro, como «Saeta cordobesa», «Victoria y Paz» o «María
Santísima del Subterráneo», hay una que, al leer su
título, me ha hecho pensar en la evolución del habla de
la Semana Santa, asuntillo sobre el que hasta me tomé un
día el trabajo de escribir un librito...de papel de
fumar. Don Pedro Gámez Laserna le dedicó en 1972 una
marcha a Sevilla. A la Semana Santa en general. Por
decirlo en lenguaje boticario del SAS, «un genérico». ¿Y
saben cómo le puso de título, insisto, en 1972, a esa
marcha? Pues «Sevilla cofradiera». No «Sevilla cofrade»,
no, sino «Sevilla cofradiera». Con exacta utilización
del adjetivo y no del sustantivo adjetivado que se está
prodigando y que prácticamente ha borrado a «cofradiero».
Años más tarde, el continuador de don Pedro Gámez al
frente de la Bandasoria y de la amorosa composición de
marchas procesionales andaluzas, el entonces comandante
don Abel Moreno, le dedicó otra marcha a la Semana Santa
de Cádiz. No al Nazareno de Santa María o a la Virgen de
las Penas de La Palma viñera, sino a la Semana Santa en
general. Otro «genérico» musical. ¿Y saben cómo le puso
Abel Moreno a su marcha, insisto, ya en 1995? Pues
«Cádiz cofrade». No «Cádiz cofradiero», no: «Cádiz
cofrade». ¿Qué había pasado? Pues que de 1972 a 1995 se
había generalizado el incorrecto uso del nombre con
funciones de adjetivo: en vez «cofradiero», que es lo
«perteneciente o relativo a las cofradías», el uso
extensivo con función adjetival de la voz «cofrade», que
para la Real Academia es sólo la «persona que pertenece
a una cofradía». Ojo, «persona», no hecho,
circunstancia, actividad o sentimiento pertenecientes o
relativos a las cofradías.
Un caso parecido a Abel Moreno le ocurrió
al investigador cofradiero (y gran cofrade de Las Penas)
don Juan Carrero (q.s.G.g.). Carrero escribió una
monumental obra, que en el mal uso ya generalizado
tituló «Diccionario cofrade». Advertido fraternalmente
del vicio gramatical por el guardia que suscribe
(especialista en predicaciones en el desierto sobre la
pérdida de cánones y de papeles), el bueno de Carrero,
al reeditar con gran éxito su obra, tuvo el detalle de
retitularla correctamente: «Diccionario cofradiero».
Ya estoy por tirar la toalla, jartocoles,
porque esto de «cofrade» por «cofradiero» no hay quien
lo pare. Total, degradaciones peores que las del habla
andaluza hay en la Semana Santa, y No Passssa Nada.
Para no ir más contra corriente, de aquí
en adelante me dedicaré no sólo a defender «cofrade» por
«cofradiero», sino a extender ese criterio a toda
nuestra lengua. Por ejemplo, si el que imparte justicia
es el juez, ¿por qué hablar de lo judicial como
adjetivo? Adjetivemos también al juez, como al cofrade:
y en vez de «en sede judicial», digamos «en sede juez».
Y con los ilustres mentados al comienzo, con los
músicos, igual: en vez de «partitura musical» o
«estudios musicales», nada, «partitura músico» o
«estudios músicos». ¿Por qué no «informe abogado» en vez
de «informe letrado» o «estilo arquitecto» en vez de
«estilo arquitectónico»? Y los partidos de fútbol, que
no los dirija el «trío arbitral», sino el «trío
árbitro». No en un «encuentro copero» sino en un
«encuentro Copa». Nada, nada, por mí que siga el
cachondeo...