Tomo
de «El ultimo imán de Ishbiliya», la novela del
querido compañero Fernando Carrasco, la ucronía
de lo que pudo haber sido y no fue, y la grafía
moráncana del nombre de la ciudad. Imaginen: en
Al Andalus Norte, allende el Estrecho, a orillas
del Uad El Kebir, hay una ciudad pujante y
moderna, Ishbiliya, que está gastando el oro y
el moro para que se parezca lo menos posible a
sí misma. Prenda de culturas, perla de
civilizaciones, faro refulgente del mundo árabe
desde el alminar de su mezquita, rige esa ciudad
musulmana el alcalde Al Fredo, loado sea Alá y
sálvese el que pueda. Y acorde con tal
prosperidad, su principal equipo de fútbol, el
centenario Ishbiliya F.C., que viste con los
blancos colores de la bandera del profeta Al
Balangana, está que se sale. Regido por
Mustafaría Al Nilo, escribano experto en asuntos
de Alhaurín, y entrenado por Ben Juande, el
Ishbiliya F.C está a tope en la Liga (la Liga
Árabe, por supuesto) y se codea con los grandes
en la Copa de la Uefa.
Triunfales en la
Uefa, los dirigentes del Ishbiliya F.C. fueron a
tierra de infieles cristianos para asistir al
sorteo de la siguiente eliminatoria, pues están
que lo tiran. Celebróse el sorteo, y le tocó
jugar contra el Tote Jam, al que, como su mismo
nombre indica, el Ishbiliya F.C. se lo va a
Jamar Tó. Enterito.
Hasta ahí, no
problema, paisa, moro amigo, correr por kabíla.
Lo malo fue la fecha del bombo del sorteo en
tierra de infieles. Salió que el partido de ida
entre el Ishbiliya F.C. y el Tote Jam tenía que
ser el 5 de abril, Jueves Moro. Pero esos
cristianos de la Uefa, que están en todo y que
tan respetuosos son con las tradiciones
islámicas de la fe mahometana de los habitantes
de Ishbiliya, mandaron inmediatamente parar el
carro. En inglés, claro:
-Stop the car,
master...
Que significa:
«Pare usted el carro, maestro, que con Mahoma
hemos topado». Y fue entonces cuando el jefe de
los cristianos, viendo el resultado del sorteo y
el almanaque abrileño, dijo:
-Ese partido no se
puede celebrar de ninguna manera el 5 de abril
en Ishbiliya. Ni a los aficionados musulmanes
del Ishbiliya F.C. les podemos poner en esa
fecha encuentro alguno. ¿Ustedes no ven que esas
fechas son sagradas para la morería de Ishbiliya?
¿No saben que ese día es el Jueves de Alá y
víspera de la Mad Drugá, la fecha grande de la
religión de los moros de Ishbiliya? Bien lo dice
la sura de su corán en adobo: «Ponme la fecha
que quieras,/que juego con el San Roque,/pero mi
Jueves de Alá,/ ni mis huevos, no los toques».
Es el día grande de las celebraciones religiosas
de los musulmanes de Ishbiliya, que salen todos
con sus chilabas oscuras a ver los agarenos:
agarenos de capa y agarenos de cola. Y las
moras, todas con peina y burkilla. Van a venerar
a sus devociones. Y eso que ven ustedes por la
tele de la morería de Arabia yendo a la piedra
negra de La Meca es nada al lado de la bulla que
se forma allí en Ishbiliya, con todos los moros
yendo a la Al Ameda a ver pasar la Mak Karena, y
su famosa Centuria Agarena, que vienen tocando
su marcha, el Abd El Ardo. ¡Menuda bulla de
moros viendo los pasos de Mahoma y de su bendita
Madre se forma en Ishbiliya! ¡Como para para
poner allí un partido de fútbol! Y además, por
respeto a la religión musulmana y a la alianza
de civilizaciones, ¿cómo vamos a profanar una
fecha tan sagrada para los moros de Ishbiliya
con la ordinariez de un partido de fútbol? Así
que con lo larga que es la primavera -concluyó
el cristiano que mandaba aquello del sorteo de
la Uefa-, ya mismo me están quitando ustedes el
partido de ese día y me lo ponen en otra fecha
que no ofenda los sentimientos religiosos de
estos señores moros del Ishbiliya F.C. y de su
islámica afición. Con la Iglesia, no: con Mahoma
hemos topado...
(Es una ucronía,
claro. Ay, si la madrugada del Jueves, en vez de
la Madre de Dios, saliera la Madre de Alá... ¡Enseguía
se atrevía la Uefa a poner un partido tres horas
antes! A los moros, ni tocarlos. Leña al moro,
no: leña al cristiano. Al cristiano, crucifijos
fuera de las escuelas, Biblia Porno, corona de
espinas de Carod y partido en Jueves Santo. Si
quieren que les respetemos sus creencias y sus
costumbres religiosas, ¡que se hagan moros, joé!)