Si
en el Puente Triana no has visto
el paso de un
Cristo
que está ante
Caifás
tú no sabes qué
es una cuadrilla
viniendo a
Sevilla
a trianear...
Y esa levantá
en que crujen
zambranas y palos
dice: «San
Gonzalo,
Sevilla, aquí
está».
Del Señor esa
mano divina
rosa sin espinas
sangra en San
Andrés.
Y hasta el cielo
pintan sus colores,
lirio de estas
de flores,
del atardecer...
Y calla hasta el
sol
en sudario de
seda y silencio,
porque llevan
muerto
al Hijo de Dios.
Esta tarde,
calle Santiago,
se obrará el
milagro
de la Redención:
que Sevilla no
será la misma
vendrá a esta
marisma
la Madre de
Dios.
Rocío será,
la que Reina en
Almonte proclaman,
ya una sevillana
de velas rizás.
Al pasar por el
Foso el Cautivo,
barrio peregrino
haciendo
estación,
Tirolínea que
viene a Sevilla,
que a su
cofradía
tanta gloria
dio.
Pues lo
consiguió
recogiendo
botellas: Paz Vélez
talló a las
Mercedes
y talló al
Señor.
Javier Fal ahora
lleva a este Cristo,
El mismo lo ha
dicho
en su Vera
Cruz...
Son milagros que
Sevilla hace,
que sus
capataces
vuelven a esta
luz.
Y al palio
también:
que a alegrar a
la Virgen tristezas,
qué delicadeza,
vuelve Rafael...
San Vicente, ya
salen Las Penas,
la tarde se
llena
de una
ensoñación:
los naranjos con
sus flores blancas
ya tocan la
marcha
de Antonio
Pantión.
Y dicen una flor
que tus Penas
son estos Dolores
de un palio que
pone
llorando hasta
al sol.
Vente ahora
conmigo al Postigo;
la verdad te
digo:
Las Aguas lo
están
inundando de
esta gracia vieja,
siendo la más
nueva
que dio el
Arenal.
Y por qué
sabrás:
yo por Pedro
aquel año lo supe,
porque
Guadalupe,
Niña es y será.
Y otras Aguas
que lleva este río
con su poderío
te lleva al
andén,
Una Virgen que
es como una fuente
de la cera
ardiente
que calma la
sed.
Y es la
Expiración
tan perfecta que
aquel que la hizo
viendo al mismo
Cristo
el molde rompió.
Tú me alquilas,
Sevilla, balcones,
que las
emociones nunca pasarán
como pasan los
campanilleros,
repeluco viejo,
de López Farfán.