Siempre he sostenido que las esquelas mortuorias del ABC son un género literario. Entre sus cuatro lutos tipográficos está ni más ni menos que la vida de la ciudad. A poco que sepas leerlas entre líneas, te encuentras en ellas con sagas familiares, con evocaciones de prosperidades y ruinas, con las penas y alegrías del amor. Hay muchas novelas condensadas en las líneas que siguen al "Rogad a Dios en caridad".

Así me ha pasado, una vez más, con la esquela de don Vittorio Emanuele Pirajno Medina, hermano de la Cofradía de Santa Cruz, esposo que fue de doña Ana María Clavijo Fernández-Palacios. Al leer la esquela con su nombre recordé que tenía en el telar de las cartas de los lectores un relato del señor Pirajno, que tuvo a bien enviarme cuando recabé historias de la calle Francos y que no llegué a incluir entre aquellos recuerdos. Y me fui al archivo del preciado tesoro de los escritos que me mandan los lectores con tanta Sevilla dentro, y me encontré nada menos que una síntesis de novela: la historia de la madre de don Vittorio Emanuele Pirajno Medina. Más que recuerdos de la calle Francos, las palabras del señor Pirajno eran toda una evocación de Sevilla, como una película neorrealista en blanco y negro, con olor a pan negro y con cartillas de racionamiento. Me decía el señor Pirajno entonces, tras pedirme la venia para el tuteo como antiguo alumno de los Jesuitas:

"Creo que te has olvidado de una de las personas que para mí hizo historia en la calle Francos en los años 40 y 50 del siglo pasado; ésta fue mi madre, la Ilustrísima Señora Doña María Luisa Medina. Sí, siendo ilustrísima señora tuvo el valor de ponerse a coger carreras de medias en el vestíbulo de la tienda "Ciudad de Sevilla", en la parte de mercería en frente de la calle San Isidoro. No sólo consiguió vencer la aprensión de sus antiguas amistades y de sus familiares, sino que aquello se convirtió en el punto de encuentro de la sociedad femenina de la época. Además de coger carreras de medias estuvo algunos años, antes de Conchichi Ribelles, como la corresponsal de los Ecos de Sociedad de ABC, cuyas noticias había que llevar antes de las 9 de la noche a la Asociación de la Prensa en la Plaza San Francisco y si era más tarde a la Redacción. También sus amistades la utilizaban para hacer trueques en el caso de que necesitaran algún tipo de productos alimentarios (harina, azúcar, patatas, etc.) o le sobraran. También pasaban por allí algunos cuadros, joyas o muebles que se tuvieran que vender por necesidad económica y no quisieran que se supiera de dónde venían. Durante esa época se quedó viuda, y como tenía que percibir la pensión en Italia y no podía cobrarla en España, la convertía toda en corbatas y pañuelos de seda natural que se las compraba todas "Galán" de la calle Sagasta. También al principio le hacía la competencia a la propia "Ciudad de Sevilla", vendiendo medias de cristal que le traían de "Zafra" hasta que la Ciudad de Sevilla cambió de fabricante y entonces se vendían más fuera que dentro.

Hace ya unos años en una radio en Madrid hablaron de la época, de cuando se cogían carreras de media y hablaron de ella durante más de media hora sin nombrarla, pero siguiendo la emisión los que la escucharon y la conocían sabían que se trataba de ella. Por lo que te he contado puedes comprobar que fue una avanzada de la época y casi una institución en la calle Francos. Por si te queda duda, había dos María Luisa Medina: ésta mi madre, que estuvo casada con Giorgio Pirajno que murió en 1948 y era diplomático italiano, siendo cónsul de Italia en Sevilla en los principios de los años 30, que fue cuando se conocieron. Si lo crees interesante, puedes resumir la parte que quieras y publicarlo en tu recuadro".

Ahora que don Vittorio Pirajno ya no está, con mi homenaje a su memoria queda el que este lector, como buen hijo, quiso hacer a la memoria de la vida de su madre, una sevillana emprendedora que no se arredró en tiempos difíciles. Las esquelas, que llevan tanta muerte, también suelen traernos mucha vida.

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