En el Teatro Falla de Cádiz actuaba una noche Manuel Ortega Juárez, Manolo Caracol en el siglo de los genios del cante y de los carceleros de sus penas, cuando saltó una voz insultante con guasa desde el gallinero, que allí llaman Paraíso por analogía con el tendido de los sastres del Oratorio de San Felipe Neri en las Cortes de 1812. No sé qué improperio largarían contra el sobrado Manolo Caracol. Lo que sí se recuerda es lo que del tirón y sin pensarlo dos veces le contestó Caracol a la voz de la guasa. En vez de mentarle sus castas todas, señalando el gallinero dijo:

-- ¡Ese no es de Cai!

Y el Teatro Falla se vino abajo de aplausos, teniendo además en cuenta que la saga de los Ortega sí que es de Cádiz, de la mejor sangre gitana del barrio de Santa María.

Ha llegado una vez más a Gibraltar el submarino nuclear británico "HMS Tireless", que tiene querencia de refugiarse en tablas en el Peñón, que allí le llaman Roca. ¡Qué submarino más pesado! Cuando se circula por la izquierda y se mantiene la libra esterlina frente al euro, al Peñón se le llama Roca. Rarezas de los ingleses. Y cuando he visto que ha llegado a Gibraltar otra vez el "Tireless", que en inglés significa "Incansable", me he dicho al contrario de lo que replicó Caracol a la guasa nada paradisiaca del paraíso del Teatro Falla:

-- ¡Ese ya es de Cai!

Si no de Cádiz, sí de su provincia. Hijo adoptivo. El gaditano de la capital no tiene sentido alguno de la provincia. Y eso que la división provincial la inventó un gaditano, Javier de Burgos, a quien se le ha quedado nombre de calle del Mentidero. Porque Cádiz, para el gaditano, es Cádiz-Cádiz. O sea, la ciudad, no su provincia. Pero la ciudad intramuros, de las Puertas de Tierra adentro. El Trasmuro, como lo llamaban los gaditanos viejos, ya no se considera Cádiz. Es La Avenida. Tierra de beduinos. Y menos, claro, las playas que ahora en verano salen en portada de las revistas del corazón: "Rosario Flores descansa en Cádiz". Y este "Cádiz" del corazoneo es Sancti Petri, o Los Caños, o La Barrosa. Pero no Cádiz-Cádiz. Al que, en cambio, por andaluz, creo yo que pertenece el Peñón. Allí hablan con entonación gaditana en las interrogaciones y su léxico es primo hermano del que recopiló Payán Sotomayor. Cuando la democracia volvió a abrir la Verja que cerró Franco, corrí al Peñón para pasar un fin de semana. Pasamos la frontera, enfilamos con el coche hacia la ciudad y al ver a un guardia como perfectamente inglés, un policía británico, vamos, con su casco y su uniforme negros, le pregunté en inglés el camino al Rock Hotel. Confirmé la españolidad de Gibraltar cuando aquel "boby" tan inglés, tan de Oxford Street, al ver la mtrícula del coche me dijo en perfecta habla gaditana:

-- ¿Al Hotel Ró quiere usté ir? Pó pal Hotel Ró por aquí va usté mú malamente...

Por eso vuelve tanto a Gibraltar el "Tireless". Porque su mismo nombre lo indica. Porque "Tireless", traducido, resulta algo tan gaditano como "Jartible". No es el "Tireless" de Su Majestad Británica; es el "Jartible" de Gibraltar, provincia de Cádiz, que no se cansa de venir al Peñón. Por lo que, por cierto, los progres se hartaron de protestar cuando vino la primera vez, en 2001, con manifestaciones y todo. Ahora, ni palabra. Son las célebres dos varas de medir de la izquierda. Como el marcador de millones del derby o clásico en el Campeonato Nacional del Mangazo entre el Caso Bárcenas y el Caso EREs. Cayo Lara anuncia manifestaciones de IU en toda España por el Caso Bárcenas. Por el Caso EREs, nadie sale a la calle ni protesta. Cuando el minuto y resultado del marcador de millones mangados en ambas sinvergonzonerías es: Bárcenas, 50 millones de dinero privado; EREs, al menos 930 millones de dinero público. Con el submarino, igual. Cuando era el "Tireless", todos a la calle; ahora que es el "Jartible de Cai" no salen ni a la puerta de su casa.