ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 3 de septiembre de 2013
 
Catedral vallada
 

 Fue una injusticia que a monseñor Amigo no le concedieran la Medalla de las Bellas Artes cuando era arzobispo de Sevilla. Durante su pontificado la Catedral fue convertida en Museo, con la insustituible ayuda y cooperación necesaria del difunto calonge don Francisco Navarro. Hasta la museificación de la Catedral con la Magna Hispalense en Expo del 92, el templo metropolitano estaba incorporado a la vida de la ciudad. De momento el Patio de los Naranjos estaba abierto a todos los sevillanos, y era un camino habitual para pasar, de Puerta del Perdón a Puerta del Lagarto, desde la calle Alemanes a Mateos Gago. La Catedral estaba abierta, y los sevillanos se la conocían como la palma de la mano. Hasta te enseñaban las huellas de la cuchilla del ratero que robó el San Antonio de Murillo rasgando un trozo de lienzo. Los sevillanos sabían dónde estaba la Virgen de la Estrella, y dónde la del Pilar, o la Divins Providencia, o el Cristo de Maracaibo. Se pasaba a través de la Catedral desde la Avenida a la Plaza del Triunfo y de paso se rezaba.

¿Y lo fresquita que era la Catedral en el verano para dar una cabezaíta en los bancos del crucero? Como la anécdota de aquel canónigo que observaba que todas las tardes, a la hora de coro, aparecía por allí un chino que se sentaba en dichos bancos. Se le acercó al octavo día, y le dijo, picado de curiosidad:

-- ¡Qué alegría, hijo! Que un chino venga aquí a rezar todos los días.

Y el chinito, que creo yo que era el que venía a traer los gorros del Flan Chino El Mandarín a la Feria de Muestras, le aclaró con muy poca vergüenza:

-- No, chino no lezal, chino sel budista. Chino venil Catedlal a dolmil la siesta flesquito...

Aquella Catedral sevillanísima, vivida, cercana, frecuentada, rezada, venerada, con chinos durmiendo la siesta, ya no existe. Ahora es un Museo. Una Catedral de peaje llena de vallas. Pues aunque a los sevillanos no nos cobren, tienes que ponerte en la cola de los turistas y enseñar el DNI si le quieres rezar a la Virgen de la Antigua en horas de la que llaman "visita cultural". Y si todavía este cerco de la Catedral vallada fuera sólo en horas de turismo... Pero la Catedral sigue museificada y cercada durante las grandes solemnidades litúrgicas. El Día de la Virgen intenté ir a ver la primera levantá del paso, como hacía de chico de la mano de mi zapatera. No pude. Todo el entorno del crucero estaba cercado de vallas, con unos puntos de control vigiladísimos por unas señoritas azafatas con muy malas pulgas que no dejaban pasar a nadie. Había entrado por la Puerta del Baptisterio y a la vista de que no podía acercarme al paso de la Virgen por las dichosas vallas interiores, intenté ir hacia La Campanilla y salir para verla en la Puerta de los Palos. La azafata de la valla no me dejó pasar, mintiendo además en sagrado, pues me dijo que La Campanilla estaba cerrada, cuando se veían las claras del día a su través desde el Monumento de Colón, donde estaba la infranqueable frontera del vallado interior catedralicio.

Y lo mismo que me pasó el día de la Virgen me había ocurrido ya cuando quise ver a los seises bailar en la Hora Santa del Año de la Fe: todo vallado, con unas azafatas que no te dejan pasar en la Catedral de tu ciudad, de tu fe, de tus recuerdos. Y fuera de las horas de museo, además, para más INRI de la cruz del Cristo del Millón...que le sacan al Museo los valladores calonges. En la infame restauración con Blanco Nuclear de la Puerta del Perdón se ve ahora muy bien el relieve de Cristo expulsando a los mercaderes del templo. Aquellos que expulsó Jesucristo por lo menos no llenaban de vallas el interior del templo. La viña del Señor no es ciertamente una viña sin vallado. Tiene todas las vallas del mundo. A ver si el arzobispo Asenjo las quita por lo menos para los cultos solemnes, porque lo del Santo Museo Metropolitano y Patriarcal que nos legaron Amigo y Navarro parece que ya no tiene remedio, pues pronto hasta estará en el Ibex 35.

 

 

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