Aquellos versos de Juan Ramón Jiménez en "Eternidades" deberían estar cincelados por toda España en mármoles a modo de rabitos de pasas para los que tienen el supremo poder y deber de la palabra: "¡Intelijencia, dame/ el nombre exacto de las cosas!/ Que mi palabra sea/ la cosa misma/ creada por mi alma nuevamente./ Que por mí vayan todos/ los que no las conocen, a las cosas;/ que por mí vayan todos/ los que ya las olvidan, a las cosas."

Me he acordado de los versos juanramonianos porque me los ha evocado ABC, que en estos días ha escrito en portadas y editoriales la palabra certera aplicada a la Liada en la Diada: "Sedición". Si según Manuel Alcántara "en tres versos solamente/cabe la bala que a un hombre/puede partirle la frente", en una sola palabra, mejor todavía, puede también entrar lo que muchos piensan, pero nadie se atreve a decir, en esta nación donde como el que oye llover se ha vuelto a escuchar la reescritura del "¡Vivan las caenas!" de los servilones absolutistas frente a los liberales defensores de la Constitución de Cádiz. En el cine de la Historia de España siempre proyectan la misma película, una y otra vez: esto de unos absolutistas gritando el "¡Vivan las caenas!", las cadenas humanas, frente a los liberales que defendemos la Constitución es una vieja cinta que ya habíamos visto en este salón, bar en el entresuelo (donde por cierto sirven una "relaxing cup of café con leche" que quita las tapaderas del sentido).

Hay siempre en España unas sordas batallas del lenguaje en las que todos somos derrotados. Por ejemplo, esto de que la llamada Fiscalía Anticorrupción se meta a defensora de oficio de unos imputados y se ponga contra la juez que los acusa no de quitar carteras en el Metro, sino precisamente de corrupción. Todo, por no hacer caso a Juan Ramón, por no llamar a las cosas por su nombre. Con la ETA se vio. Todos fuimos cautivos y derrotados por el lenguaje de los asesinos. Llamábamos "comandos" a sus pandillas de pistoleros; y "cúpula militar" a los que por cierto decidían a qué digno militar le colocaban una bomba-lapa en el coche; y "acción armada" a descerrajarle dos tiros en la nuca a Miguel Angel Blanco. Ahora estamos siendo cautivos y derrotados por el lenguaje de los separatistas catalanes. He escrito "separatista", palabra que nadie se atreve a pronunciar, voz a la que no se aplica el deseo juanramoniano. El primer triunfo de los separatistas es que estamos nombrando su plan de secesión con la palabra que les gusta: "Independentismo". No, mire usted: si yo digo "independentista" me estoy poniendo del lado de los que no quieren ser españoles. Desde la unidad de España, para los que defendemos la Constitución, los autotitulados "independentistas" son "separatistas"... y sanseacabó, como dice Curro Romero. No sé otras, pero la batalla del lenguaje con Cataluña me parece que la vamos perdiendo. Y por goleada. Se están hartando de marcarnos goles, quizá porque en la alineación de la bandera de la así como tejana estrella solitaria tienen a dos glorias "nacionales" catalanas tales como Messi y Neymar.

Por eso me ha confortado que ABC haya puesto las cosas en su punto ("intelijencia" de J.R.J.), con el nombre exacto de las cosas. Lo de Cataluña es una "sedición". ¿Passssa algo? Sí, pasa que en una región de la Patria está en sedición. Y por si ustedes no saben qué es una sedición (aparte de la charlotada de una cadena humana desde los puticlús de La Junquera hasta pisar la segunda raya de picadores en Vinaroz), copiaré la definición del DRAE: "Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el orden público o la disciplina militar, sin llegar a la gravedad de la rebelión". Así que ya lo saben, por si no ha quedado claro: los separatistas son unos sediciosos que quieren romper la constitucional unidad de España.