ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 29  de septiembre de 2013
 
Iberia, Marca España
 

 Como Miguel Ríos volvió a Granada, he vuelto a volar por Iberia. Las viejas compañías de bandera nunca mueren. Preciosa expresión la de "compañía de bandera" que antes que fuera como un Gibraltar con alas, como un Peñón sin monos, aplicábamos a Iberia. Pero consintieron que la comprara el británico International Airlines Group, el IAG, y nos la dejó en plato de segunda mesa para British Airways e incluso para la advenidiza Vueling. Iberia fue Betty la Fea para IAG, desprovista de sus mejores líneas en beneficio de unos señores de por ahí que le sacaron a la compañía más que los amiguitos pijoflautas de Boyer a la privatización de Galerías.

Esto de que Iberia fuese antaño "compañía de bandera" sonaba incluso a pasodoble patriótico sin tener que aguantar a Marujita Díaz. Sonaba a enseña nacional. ¿No hablamos de "un toro de bandera"? Pues Iberia era eso, como un toro de bandera encampanado en el ruedo del mundo, sirviendo de símbolo patrio. Como el toro de Osborne, imagen de España y escudo para muchas enseñas nacionales cuando juega la selección de fútbol. También decimos de una señora importante que es "una mujer de bandera". Y de bandera era esta señora Iberia a la que obligaron a casarse con un inglés desagradable y desagradecido que, aparte de pulirse su hacienda, le puso los cuernos con una catalana siempre vestida de amarillo (con la mala suerte que da el amarillo), la señora Vueling, a la que ofrendó cuanto le había mangado a la que poco menos que dejó como la del cuplé de Concha Piquer: "Yo soy la otra, la otra, y a nada tengo derecho..."

He vuelto a Iberia, decía, para visitar a mi emigrada familia en Baviera. Estaba ya harto de volar desde Sevilla a Munich con la mentada señora Vueling, que te obliga a ir a Barcelona por co...nexiones. O harto de Air Berlin y su nudo de enlaces de las ensaimadas, digo, de Palma de Mallorca. Harto de ir empaquetado a (no tan) bajo costo por Condor o Tuifly desde Jerez, me lié la manta a la cabeza y le dije a la jefa de mi Casa Civil: "Ea, vamos a ir a Munich como unos señores, como toda la vida de Dios. Vamos a ir por Iberia y por Madrid". A mí que me gustan tanto los asuntos del patrimonio histórico y artístico, cuando en el aeropuerto de San Pablo, con mi tarje del Club Fiesta en la boca, me senté en esos asientos de preferente de Iberia, aunque fuera en su advocación de Iberia Express, y llegó esa sobrecargo a colmarnos de atenciones, a tratarnos como a viajeros y no como a usuarios, por poco se me caen dos lágrimas de nostalgia. Volando por Iberia volvimos a un tiempo antiguo, cuando no existían los trenes baratos de ese maltrato al viajero al que llaman "low cost" y cuando el personal de a bordo no te trataba como al embarque del ganado de la polvareda que cantan las sevillanas. (Hasta nos buscaron en el vuelo de Sevilla para entregarnos el libro electrónico que habíamos olvidado en el avión de Munich...)

A Iberia le han quitado sus raptores las mejores líneas, los mejores aviones, los mejores destinos...pero no le han podido quitar la solera de su personal, la entrega de unos profesionales de primera que a pesar de la espada de Damocles de las jubilaciones anticipadas, los recortes salariales y los despidos forzados siguen derrochando lo que falta en muchas compañías aéreas: estilo y paladar por el plan antiguo. Prestigio de marca. Subías a un avión de Iberia en el aeroopuerto Kennedy o en el Muñoz Marín, ¿verdad, Mercedes Oceja?, y la azafata te ofrecía una copa de fino de Jerez. Te servía a España en bandeja. Aquel avión, por lejos que estuvieras, era España, suelo patrio. Ahora, a pesar de los ingleses de IAG, gracias a su personal, Iberia sigue siendo símbolo de España, no Gibraltar con alas, como quieren. Lo que no me explico es que nos estemos gastando millonadas en potenciar la Marca España y hayamos dejado hundir la mejor Marca España que teníamos, que era Iberia como compañía de bandera.

 

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