¡Qué mala suerte tiene Sevilla con las crisis! El crack del 29 le pilló en plena Exposición Iberoamericana, aunque sus efectos no se dejaron sentir hasta lo menos dos años más tarde, coincidiendo con la izada de la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento, yo creo que más bien para que Bacarisas pudiera pintarla desde su cuarto del Hotel Royal, donde cuentan que vivió un tiempo. La crisis del petróleo de 1973 pilló a Sevilla en plena euforia franquista del Polo de Desarrollo y del Canal Sevilla-Bonanza, que devino todo en lo mismo de siempre, en nada. La crisis del 93 le cogió a Sevilla en la depresión postvacacional de la Expo, y en La Cartuja crecieron los jaramagos como en una nueva "Canción a las Ruinas de Itálica" sin Rodrigo Caro (esquina a Mateos Gago).

Ahora vivimos La Crisis por antonomasia, la que ZP negaba, la que lo apeó del poder, con la que está pechando Rajoy y en la que Cristóbal Montoro nos anuncia todos los días, en su cotidiana Montorada, que ésta va ya para Carmona y que si no se ve luz al final del túnel es porque le debemos cinco recibos a Sevillana y nos la han cortado por falta de pago. No sé cómo, al modo del Crack del 29, esta crisis no tiene nombre. Ea, pues yo te bautizo Crack del 2008, en el nombre del Padre, del Hijo, que está en San Lorenzo, y del Espíritu Santo, que está en el Rocío junto a la Blanca Paloma.

Crack del 2008 que es una pena que no se produjera diez añitos antes. O por lo menos un quinquenio antes. Lo pensaba la otra tarde, viendo el Crimen del Patrocinio, que no es una novela que esté escribiendo Fernando Carrasco sobre Ruiz Gijón, porque ahora está de moda Ruiz Gijón, sino que es el que cometió Pulido a Cajasol armada: la Torre Pelli. ¡Qué pena que la crisis no hubiera venido antes que a Cajasol se le ocurriera perpetrar la Torre Pelli con las bendiciones de la Junta (que ahora no deja hacer allí puentes) y del Ayuntamiento (que ni con Zoido mandó pararla)! Con una buena crisis estallada en el 1998 o en el 2002 nos habríamos librado de la malhadada torre, porque Cajasol habría pegado antes el pellejazo y los catalanes de La Caixa habrían desembarcado aquí como los americanos en Playa Omaha y habrían dicho que hacer eso iba a ser lo que ha sido y será: una barbaridad.

Si la crisis hubiera estallado nada más que ocho años antes, Sevilla seguiría siendo lo que fue, sin Torre Pelli, sin Setas, sin tranvía... Se seguiría pareciendo a Sevilla. Aparte de la Torre Pelli, no hubiera habido ni dinero ni cara dura como para hacer el tranvía inútil que va de ningún sitio a ninguna parte. ¿Se imaginan que la crisis hubiera llegado con Las Setas sólo en proyecto? Qué maravilla. Nunca se habrían levantado en La Encarnación las que han llevado a decir a Jaime López de Asiain, antiguo director y catedrático de Estética de la Escuela de Arquitectura: "Las Setas no son arquitectura ni parasol. Son una mamarrachada."

-- Óle tú, don Jaime.

Si la crisis hubiera venido nada más que unos añitos antes, no se habría levantado la locura del Palacio de Congresos de FIBES, porque del mismo modo que no hay ahora un duro para pagarlo, habría entonces habido por lo menos un poco de sentido común de dónde vas, muchacho, con ese mamotreto que no hay congresos que amortizarlo puedan en siglos.

Si la crisis hubiera venido antes, no se habría peatonalizado la Avenida...

---Pare usted el carro, amigo, que la Avenida no se ha peatonalizado. Eso es un embuste. Entre el tranvía, las dos direcciones del carril bici, las bicicletas, los patinadores, los del "skate-board", las estatuas humanas, los manteros de los cinturones, y los veladores, a os peatones les han dejado muchísimo menos sitio para andar que el que había antes con sus dos aceras como Dios manda y los coches pasando.

Si la crisis hubiera venido antes, la Puerta Jerez no habría sido desnaturalizada, ni La Alameda degradada, ni... Ay, crisis, hija: ¿por qué viniste tan tarde, ay, por qué, y dejaste que se cargaran a Sevilla? Qué mala puntería de almanaque...