-- No se sorprenda, amigo. Así sale aquí por la tele su apoderado del Pregón, Moeckel.

-- No, el bueno de Joaquín no se anuncia ni vende nada. En todo caso, vende sentido común como ciudadano.

-- Se le ha olvidado una cosa.

-- ¿El qué?

-- Decir, "ciudadanas" después de "ciudadanos". Va a tener usted que ir a San Telmo a que le dé Susana unas clases.

-- O mejor voy a la Escuela de Chorizos de la UGT...

¿Por dónde iba, que los lectores se me meten en el recuadro con pase de favor y no hay manera de seguir? Ah, sí: por los abogados que se anuncian por la tele en Puerto Rico o en Miami. Se ofrecen para reclamaciones. Dice un letrado de Miami en pantalla:

-- ¿Ha tenido usted un accidente con su carro y no le quieren compensar los daños? ¿Tropezó en una acera y se perjudicó en la golpiza? No lo dude, acuda a...

Y ponen sobreimpresionadas las señas del bufete del tío y su teléfono. Y en las salas de espera de los hospitales reparten propaganda de los abogados especializados en reclamaciones. Que vienen a ser algo así como aquí la Facua, pero sin el tío achinado de la barbita, saliendo igualmente en la tele.

Se salva el Ayuntamiento porque aquí no ha llegado esa moda de los abogados reclamantes, y muy de higos a brevas sale en el ABC una noticia que dice que deberán indemnizar a un peatón que se partió la crisma por culpa del bache de una acera. Somos demasiado buenos. No protestamos por nada, ni mucho menos pedimos la hoja de reclamaciones:

-- Eso es que usted no conoce a un tío mijita que yo me sé, que me han dicho que su hermana Fina lo ve entrar por la puerta en Calzados Pibe y se echa a temblar, porque no hace más que pedir la hoja de reclamaciones e irse a Consumo a denunciar que el zapato del niño se le ha roto a los tres años de llevarlo puesto para jugar a la pelota en los bajos del bloque.

Se salva el Ayuntamiento, porque si aquí existiesen esos abogados de guardia, se hacían ricos. Se hacía de oro un abogado que se pusiera en Traumatología, o en El Sagrado Corazón, o en Fátima, o en Santa Isabel y le diera su tarjeta de visita a todo el que viera entrar con un pie desbolillado o con una muñeca rota:

-- ¿Se ha caído usted en la calle?

-- Sí, en la calle Trastamara, que no vea usted cómo están las aceras, para matarse. Ay, qué dolor más grande en este tobillo, ¿usted cree que me lo habré roto?

-- Yo lo que creo es que al Ayuntamiento se le va a caer el poco pelo que tiene Curro Pérez, con la demanda que le vamos a interponer, señora.

Demasiado buenos somos, con el No Passssa Nada en la ciudad con las aceras peor pavimentadas del mundo, con más socavones, terraplenes, grietas, losetas que faltan y bujeros, vulgo agujeros. Tanto gastar en quitar baches para los automovilistas en el Sector Sur y Tabladilla, y a los peatones, que les vayan dando con estas aceras de matarse que no arreglan. Por no hablar de las losetas-trampa y losas-trampa que hay en todas las "plazas duras", y especialmente en la de la Virgen de los Reyes. Como hay tanta loseta suelta, las pisas y en los días de lluvia, ¡zas!, el chorreón de agua que te sueltan para arriba y te ponen perdida la ropa. Como que la próxima vez que yendo a la Academia de Buenas Letras pise una losa-trampa en la Plaza de la Virgen de los Reyes y me ponga perdido el pantalón del traje oscurito, le mando a Zoido la factura de la tintorería. Con abogado o sin abogado, pero se la mando. Vamos que si se la mando....