ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC, 18 de noviembre de 2013
 
Un atasco en San Diego
 
     El atasco que contar quiero no es un atasco de circulación. Ya sé que le parecía a usted raro que en la barriada de San Diego hubiese atascos. Pero es que tampoco es en la barriada de San Diego, sino en San Diego, California, la ciudad que hace frontera con México, base de la mayor flota naval en el mundo, con los dos súper-portaaviones de la Armada americana, el "Nimitz" y el "Ronald Reagan". Allí en San Diego, desde hace un año, vive la sevillana Marian Rodríguez, hija de nuestro inolvidable Ángel Luis Rodríguez Albariño, el sevillanísimo hombre de las Federaciones de Ajedrez y de Fútbol, el organizador de la sede del Mundial de 1982. Y el atasco que me cuenta Marian no es un atasco de tráfico en aquellas autopistas que conozco, de lo menos cuarenta carriles en cada sentido, sin exagerar, donde da pánico conducir entre aquellos tíos que te adelantan por la izquierda, por la derecha y hasta por el centro democrático y social. Es un atasco de cuarto de baño, horror: de tener que llamar al fontanero. No me resisto a transcribir la carta que Marian me ha puesto desde San Diego. Su padre me llamaba desde Los Remedios para comentarme los artículos y Marian me los da hechos desde California. Me escribe, y vean lo bien que cuentan las cosas los sevillanos, por lejos que estén, qué gracia:

"Hoy aquí era fiesta: Veterans’ Day. A pesar de ser fiesta he tenido aquí a los fontaneros con un atasco en el lavabo, de la leche. Un mojón pá Avilés. Avilés, para ponerlo en antecedentes, era el fontanero que venía a mi casa. Nada más entrar decía: "¡Ofú, lo peó! A ver cómo se da la faena." El lío que formaba era de órdago. Una vez desmontó un retrete por un atasco. Yo estaba con gripe en casa y el tío me hizo sentarme en él desmontado, para hacer contrapeso y que no se volcara para atrás con el peso de la cisterna. Imagine mi carita. Y cuando lo montó, aquello no encajaba ni patrás ni palante. Y es que el colega se había dejado una llave inglesa pillada entre la cisterna y la pared. El cuarto de baño y el pasillo ni le cuento cómo los dejó de agua y barro y pisotones y restos de cemento. La pera.

 "Pues bien --continúa Marian--, han llegado los colegas, rasgos orientales, educadísimos, hablando perfecto inglés. Después resulta que también hablaban cantonés. Informando del alcance de la avería desde el primer momento, como Paquirri en la enfermería: "La corná tiene dos trayectorias, corte usted por donde tenga que cortar". ¿Se acuerda, verdad? Pues aquí, al revés: "El atasco implica hasta el vecino de abajo. La anterior inquilina tenía un problema de alopecia, porque la bola de pelos que hay en las cañerías no es normal. Vamos a intentar desatascar sin necesidad de abrir la pared ni el suelo ni el techo". Uniformados, con una camioneta como la del Equipo A. Se han puesto unos piquis en los pies ná más entrar, pá no manchar. Traían de tó. Cubos grandes de 5 galones ("¿señora, no tendrá usted un cubo por ahí, no?", hubiera dicho Avilés o cualquiera de los fontaneros que todos conocéis); alfombras para no ensuciar, empapaderas de celulosa como las que se usan en los hospitales para las camas, trapos... ("¿Señora, tiene usted por ahí toallas viejas pa empapá?"). Vamos, la leche. Hasta una máquina con una especie de bobina y bomba a presión. Se han ido después de dos horas y aquí no había pasado nada. Traían hasta unos pinganillos en la oreja porque uno se ha ido para abajo a ver sí caía el agua y se han estado comunicando por ahí. ¡La pera limonera, en serio! Voy a ver sí monto una empresa de fontanería así en Sevilla. Me forro. ¿Alguien se asocia conmigo? Una franquicia de Pepe Gotera y Otilio, pero en plan ingenieros de la NASA en vez de chapuzas a domicilio."

Con varilleros así, Marian, da gusto tener un atasco en el cuarto de baño. Me hago una iguala con tu empresa, en cuanto vuelvas a Sevilla y la montes. Por cantoneses no será: aquí hay chinos de sobra. Lo malo es que entonces vas a dejar de contarnos desde San Diego estas historias tan divertidas que me dan el artículo hecho del mismo modo que el gran Albariño me los comentaba muchas mañanas.

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