ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


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ABC,  5 de diciembre de 2013
                                
Romance a Pepe Mel
 
  Cuando en Portaceli alguien le soplaba a otro niño la respuesta que debía dar a una pregunta en clase, el maestrillo jesuita, que de tonto no tenía un pelo, decía siempre, descubriendo la tostada del apuntador sin concha:-

-- ¡Con la ayuda del vecino mató mi abuela un cochino!

Bueno, pues hoy, con la ayuda de un vecino, de un amable lector que me sopla el romance, vamos a dedicarle el merecido gorigori en vida a ese caballerazo del beticismo que ha sido, es y será don José Mel. Y no pongo Don Pepe, porque si a Pepe Mel le metes el Don por delante se le queda nombre de hotel de Marbella. De cinco estrellas gran lujo, eso sí. Como él. Al romance que me manda un lector que nos ruega anonimato le he tenido que meter algunos versos en cintura métrica y añadirle otros, así como la estocada final hasta la bola de San Fernando, que era bético. Vamos, que esto sale con autoría compartida y múltiple, en plan Quintero, León y Quiroga. Y el romance queda así:

"Se cargaron la cantera, se cargaron el equipo. Los fichajes que trajeron más malos nunca se han visto. ¿El culpable? ¡Pepe Mel! Eso, al menos nos han dicho. Lo han dicho pero los béticos eso nunca lo creímos. Y a Pepe Mel me lo largan. Ya por fin lo han conseguido. Lo mandan a tomar viento, a tomar viento fresquito, cuando estaban los termómetros de biruji bajo mínimos, que le cogieron las vueltas y encontraron el resquicio: la cláusula del descenso que pusieron por escrito cuando hicieron el contrato que ahora nos tiene contritos. Creímos con el ascenso que había Mel para siglos, no entrenador para un rato, no míster para un ratito, no sólo por cuatro años, sino al menos veinticinco, con proyecto firme y claro, firme, claro y decidido...

Y antes de los mantecados y de los roscos de vino, y antes de los alfajores, antes de que nazca el Niño, cuando abundan las bufandas porque hace tela de frío; cuando Zoido su verbena por el centro ya ha encendido y aquello es como Isla Mágica para gozo de chiquillos, con camellos y con trenes de ésos de los cacharritos, ocurrió lo que temían y lo peor se ha cumplido... ¿Un empate con el Rayo? ¡Venga, ahora, ya mismito! Este es el momento exacto, cuando este Rayo maldito ha caído en La Palmera y a Pepe Mel lo ha crujido: lo ha partido por el eje el empate del partido.

Ya por fin lo consiguieron, ya por fin lo han conseguido. La puñalada es trapera y echa a Pepe del banquillo. ¿En qué manos está el Betis? Béticos, vaya martirio. Si a Don Manué ya hay algunos que añoran: nada más digo. ¿El de la calle Jabugo ha vuelto, porque es lo mismo? Vaya con Bosch y Guillén y el Vendaval del Polígono. ¿Qué habéis hecho con mi Betis?, pregunto a Rafa Gordillo. Pues pusieron al Stosic de director deportivo, quien de fútbol anda corto, anda tela de cortito, y en dos años se ha cargado la ilusión del beticismo, el orgullo de las trece barras que pintara Añino.

Estamos tristes los béticos, jartos de coles, jartitos. Ya nos vemos en Utrera, camión de Los Amarillos, el canasto del almuerzo y la garrafa de vino. Señores estamos hartos de lo que la Alaya quiso: que si en ERE lo ha bordado, aquí el pinrel lo ha metido. Nos echan a Pepe Mel que nos sacó del abismo. Un bético entre los béticos, un llanto cuando se ha ido. Que llora con Pepe Mel el beticismo de siglos. Pepe: en nuestros corazones, ¿quién llenará tu vacío? No le arriendo las ganancias al que se llama Garrido. Si Ignacio Sánchez Mejías, al que cantó Federico, levantara la cabeza y encontrara el estropicio y viera la puñalada trapera que le han metido a este Don José Mel Pérez, a un caballero exquisito: aparte de entrenador, escritor reconocido, que en los Jirones de Azul a pares publica libros, hombre de ideas muy claras, al pan, pan y al vino, vino... Todos te recordaremos de Heliópolis camino, en esas tardes de gloria que contigo conocimos, que el orgullo de ser bético contigo me ha renacido. Está muy Mal lo de Mel. Este, señores, insisto, no es mi Betis, Betis bueno, yo ya ni sé qué han urdido. Se mire como se mire, lo de Mel muy mal lo ha visto hasta Curro en su pirámide de ochenta años cumplidos. "Y Sanseacabó, señores, ¡Viva el Betis!", Curro dijo."

 

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