Vienen
que echan humo de novillería las páginas taurinas de EL MUNDO, por cierto que cada día
mejores, Francisco Rosell y Carlos Crivell. El Juli se ha debido de comprar una ganzúa en
Mister Minit, porque por donde quiera que va abre las puertas grandes, lo mismo en El
Puerto que en Córdoba. E igual digo de ese novillero que también le echó tres en uno a
los cerrojos de la puerta grande de Madrid y que tiene nombre de baranda del Canal Sur:
Miguel Abellán. Sin olvidar a Víctor Janeiro, el Jesulino, que es lo mismo que La
Jesulina, pero en tío. Es como si la Jesulina se hubiera metido a compañera de
profesión de Cristina Sánchez. Hermano del Jesulín y de la Jesulina que por cierto
tiene más hechuras y más honduras de torero que el del tigre Curripipi de aquí a
Ubrique, me río de Janeiro... A este victorioso Víctor lo que le pierde es que se llama
Janeiro, se llega a llamar Pérez o Gómez y estamos todos hablando de él...
Esto está muy bien. Ese
cartel de Abellán, El Juli y Janeiro tiene ahora más tirón que el clásico de Joselito,
Ponce y Rivera. El escalafón de los de abajo está mucho más interesante que el de los
de arriba. Los de abajo vienen arreando y los de arriba se están durmiendo en los
laureles, por lo que pueden hasta perder las papas. Eso es lo que hace falta, y, como
Juncal, el Partido Socialista debería tomar nota. No sé si han caído en la cuenta, pero
en política no hay novilladas sin caballos, carteles de la oportunidad, nocturnas para
los noveles. En el PP ha habido una cierta renovación. Ahí es nada mandar a don Manuel
Fraga a Galicia, con lo que se aferra al poder un don Manuel, llámese Fraga, Chaves o
Ruiz de Lopera... Aznar empezó toreando sin caballos en Castilla-León y ya está de
cabeza de cartel en la plaza de la Moncloa. Al Ministerio de Trabajo se llevó a uno que
todavía le llaman El Niño, y que será El Niño hasta que se muera, como el Niño de
Pepe Luis... ¿Pero en el PSOE? En el PSOE hace más de veinte años que están en cabeza
del escalafón los que salieron en la foto de la tortilla, que resulta que no era
tortilla, igual que se decían socialistas y luego resulta que no eran socialistas, sino
vividores la mayoría de ellos.
Cuando anunciaron las
primarias, yo me creí que iba a ser como las nocturnas que da Canorea cuando la Velá de
Santana: que iban a dar la oportunidad a los que vienen arreando y sueñan con ser
figuras. Pero las primarias se reducen a viejos carteles de viejas glorias. Borrell es
más antiguo que el hilo negro y Almunia está más visto que Gregorio Conejo en las
fotos. Y cuando quieren animar el patio con alguien, meten a Cristina Almeida, que es de
los tiempos de la canción que su mismo nombre indica, de cuando María Cristina me
quiere gobernar, y yo le sigo, le sigo la corriente... renovadora. Más que cabezas de
escalafón, en el Partido Socialista los que hay son tapón del botellón, que no dejan
pasar a nadie nuevo. La generación que hizo la transición en la derecha cogió y se fue
a su casa, pongan nombres: Suárez, Añoveros, Clavero... Pero en la izquierda, hijo, han
cogido el cucharón y le han tomado gusto al perol y no los echan ni con agua caliente.
Hasta los que vienen como nuevos son viejísimos. Por ejemplo, ese político
inquietantemente peligroso o peligrosamente inquietante que es Alfredo Sánchez
Monteseirín (y que lo pregunten, si no, en el Parque Móvil provincial), anda diciendo
que Pepe Borbolla pertenece al pasado. Lo más curioso es que esto lo dice un señor que
cogió un cargo en el primer ayuntamiento democrático de su pueblo y aún no se ha bajado
del coche oficial, y que conste que digo lo del coche oficial sin nombrar la soga en casa
del ahorcado...
¿Esto es renovación de
las primarias? Esto es una pesadez. Las antañonas jóvenes promesas siguen presentándose
como tales, cuando en verdad son una alineación de un partido de viejas glorias. Por eso
digo yo que en el Partido Socialista ni primarias ni nada, lo que hace falta es un
Abellán, un Juli y un Janeiro... Hacen falta unas primarias con novilleros, con o sin
caballos.