Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,  jueves 23 de julio  de 1998

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En el frente de Marbella

Entrada a la Marbella de Jesús Gil

Entrada a Marbella, donde el alcalde Jesús Gil ha declarado "guerra total" a la Junta de Andalucía al rechazarle el PGOU

No sé si estoy en primera línea de playa o en primera línea de fuego. Si me quieres escribir,/ ya sabes mi paradero:/ en el frente de Marbella,/ muy cerca de Los Monteros... Gil ha declarado la "guerra total" a la Junta de Andalucía, después que le hayan echado atrás el PGOU. Para otros alcaldes el PGOU puede ser algo secundario, pero en Marbella un PGOU es como el evangelio del día en la acción municipal. De haber habido PGOU en los años 30, Marbella seguiría siendo posiblemente un pueblecito de marineros, y el muelle pesquero no tendría siquiera instalaciones de la Volvo. ( Ya saben que la Volvo es al verano gastronómico como los camiones de las ventas de carretera al invierno. Los mismos que en el invierno te dicen que en tal venta, donde hay siempre parados muchos camiones, se come divinamente, son los que en el verano, estés en la playa que estés, te mandan a comer al muelle del pueblo, justamente detrás de la Volvo, o al lado de la Volvo, o frente a la Volvo. Si no existieran los talleres náuticos de la Volvo, yo no sé cómo íbamos a saber dónde poder comernos un guiso de corvina marinera muy simpático o unos carabineros carísimos y con mucho malage.)

Los cronistas de la Villa de esta sucursal de Madrid con pareo de Versace que es siempre Marbella en agosto tendrán de qué escribir. Yo mismo, que no cultivo el género del gunileo en los artículos del verano, tengo complejo de estar escribiendo hoy una crónica de guerra, como Manolito Sánchez del Arco. Más que una columna, una columna del Ejército de Gil en guerra contra Chaves. Grande y poderoso es el Ejército de Gil en esa "guerra total" contra la Junta. La tiene ganada. Chaves, de momento, no tiene los lameses de Gunila, ni el pañuelo pirata de Spartaco Santoni, ni la mayor flota de Rolls del continente europeo, ni el tanga de Rappel, ni a Olivia Valere, ni la intendencia del chiringuito de Marisa, ni bulevar de las estrellas ni nada. Por tener, Gil tiene hasta caballería, que como le dé las órdenes oportunas, seguro que organizan la gala de los garrochistas de Bailén, acosando y derribando consejeros de la Junta por la Milla de Oro. Lo de Gil en Marbella es casi una Ciudad-Estado. Presidente de República sudamericana hay que aparece con menor esplendor y gloria que Gil cuando aporta por el restaurante Antonio de Puerto Banús con esa sahariana de reglamento que le deja el ombliguete atlético al aire.

En esta guerra, yo he caído en zona azul de Gil como otros han caído en zona roja de Chaves, pero estoy encantado. No se ha dicho, pero existe el "síndrome de Marbella", igual que el "síndrome de Estocolmo". Contemplado a lo lejos, Gil te parece un sátrapa impresentable. Pero metido aquí en harina de limpieza, tranquilidad, facilidades a la iniciativa privada, instalado en una gran capital europea como es hoy la ciudad malagueña de Marbella, te vuelves simpatizante virtual de Gil. Por eso proclamo solemnemente que no hay derecho que a este hombre le hayan echado para atrás el PGOU. Ya vieron cómo estaba Marbella cuando gobernaban los correligionarios de Chaves: aquí no quedó un alma, todo el mundo pegó el voletío. Gil ha cogido, cierto, los ciclos bonancibles de la economía, pero Marbella ha encontrado la horma de su zapato. Me extraña que este mismo PSOE que a Manuel del Valle le dejó hacer en Sevilla mangas y capirotes de especulación y pelotazos con su PGOU pre-92 sea el que ahora se lo veta a Gil. Me extraña que esta Junta que está consintiendo la destrucción monumental de Andalucía quiera ahora poner medidas cautelares en Marbella. Digo como Caracol el del bulto: esos cojones los tenía que haber echado Chaves contra los canónigos de Sevilla y el Giraldillo, no contra Gil. Da la casualidad de que, con PGOU o sin PGOU, Marbella no es un borde de cemento especulativo en una playa, como el borde de cemento especulativo que le han puesto al Guadalquivir por la banda sevillana de la Expo... Además, ¿no es Andalucía una autonomía? Pues la autonomía decía Blas Infante que debía empezar por los ayuntamientos.

 


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