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El Mundo, lunes
21 de junio de 1999
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Soledad Becerril, con Pimentel y Amalia Gómez, la
noche del gatrillazo electoral |
Soledad Becerril se va a salvar por los pelos... Porque derogaron la
Ley de Vagos y Maleantes. Y quien dice Soledad Becerril dice Díaz Berbel, o Luisa
Fernanda Rudi, o el alcalde de Teruel, o el de León, o el de Soria, o el de Santiago. De
estar en vigor la Ley de Vagos y Maleantes, se la aplicarían a todos los alcaldables más
votados pero sin mayoría absoluta. Y harían muy bien, sí señor. Por insolventes, por
indeseables. Incurrieron todos en el más terrible de los delitos que se pueden cometer en
una democracia: ser la lista más votada. Pero sin llegar a la mayoría absoluta. Sacar
más votos que nadie, como ustedes saben, es un pecado que sólo se perdona si se logra la
indulgencia plenaria de la mayoría absoluta. Solamente Vázquez en La Coruña, Teófila
Martínez en Cádiz o Celia Villalobos en Málaga aparecen a esta hora libres del pecado
original de la ley electoral. ¿A los demás? Venga, apuntad bien con el pacto de
progreso, compañeros y compañeras: entre las cejas, que no cojeen.
Los alcaldes más votados son presentados a esta hora
infamantemente, como los del gatillazo electoral. Los que no han conseguido llegar a
cumplir los fines del matrimonio electoral, que, en el terrible sustrato de unanimidades
franquistas que nos queda, es la mayoría absoluta. Por eso ese Tribunal de la Rota por lo
civil que son las mesas de negociación de los autotitulados pactos de progreso presentan
al matrimonio de estos alcaldables con sus electores como rato pero no consumado. Y al
igual que la Rota, aseguran que como no llegaron al gustirrinín en el tálamo del
escrutinio de la noche de bodas electorales, pues es como si no se hubiera celebrado el
matrimonio. Claro, son unos alcaldables fríos, que no se entregan a la modernidad ni al
progreso a calzón quitado, que no logran el orgasmo del electorado. Algunos no han
levantado los resultados de 1995 ni con la Viagra del aumento del PIB y de la mili
suprimida. Esperaban que por el solo hecho de la gracia recibida en el matrimonio con el
partido de Aznar iban a poder cumplir con los fines del sacramento electoral, pero lo
mismo que el presidente ha bajado los impuestos, a ellos se les ha bajado el ya me
entiendes y no hay forma de aquello entre en erección absoluta. Y ya lo ven. Gatillazo
que te crió... Por eso hay por ahí cientos de miles de electores con complejo de esposa
insatisfecha, que posiblemente quedarán encantados en cuanto conozcan en sentido bíblico
al tío del butano, que viene por las escaleras trayendo la bombona del pacto de progreso.
"¡Aprende, Kiki!", dirá en plena refriega de la
negociación, con los ojos en blanco, la electora de Granada que se verá liberada del
gatillazo de Díaz Berbel gracias al pacto de progreso que llevará a la alcaldía al tío
del butano. Por lo demás, quéjense mucho todos en estos días de esta ley electoral que
se confirma que la redactó Kafka. Y, como siempre, olvídense de reformarla en cuanto se
constituyan los ayuntamientos. Dentro de cuatro años habrá otros gatillazos. Y otra vez
iremos a nuestro particular sistema de segunda vuelta. Aquí la segunda vuelta consiste en
poner de vuelta y media a los que sacaron más votos.
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