Desde mi admiración
            por el arte único del excelentísimo señor  don Juan Valderrama
                  Blanca, medalla en oro
            puro de Andalucía, desmiento solemnemente que Juanito Valderrama naciera por la parte del
            Japón. Es con jota, pero no Japón: Jaén. Nació en un pueblo que como dijo tantas
            veces...
            
              
              
- ...se llama Torredelcampo,
 
              
              
- ¡vaya nombre y apellío!
 
              
            
            Aunque de Torredelcampo,
            Valderrama es más Japón que todos los Japones de Coria juntos: más que Suárez Japón y
            más que Manzanares Japón. Y más sevillano del Aljarafe que muchos nacidos en Gines. Un
            maestro no reconocido del cante. Valderrama se tuvo que ganar la vida con la copla, y a
            mucha honra, porque los puristas no admitían su forma de interpretar los cantes, su voz,
            esa mandíbula que se le mueve en temblequeo de caja de resonancia única para un
            horizonte lírico de emigrantes, pescadores, tortolicas, rosas cautivas, lunas bandoleras
            y Asunciones gloriosas en el barandal del cielo. Y como es un caballero ("Valderrama,
            al servicio de las damas"), se ha pasado media vida en fandangos de desafío con su
            amor, Dolores Abril. Pero ahí está El Emigrante, ahí La Primera Comunión. Que
            venga alguien a superarlos. 
            Valderrama fue el primer
            cantautor que hubo en Andalucía. Cuando no había cantautores, ni canción protesta.
            Cualquiera protestaba, con el comandante de puesto de la Guardia Civil en el teatro del
            pueblo... Valderrama fue el primer autor que interpretó sus propias canciones. Las
            compuso entre espectáculo y espectáculo, en una inspiración de fonda de pueblo, de
            vagón de tercera, corralón de cine de verano. Hambre. Penuria. Las letras de Valderrama
            tienen dentro toda su propia hambre, la penuria del pueblo andaluz. Se va el emigrante en
            su copla, y es tan auténtico porque él fue quien a los 14 años salió del Cortijo de la
            Sierresuela para buscarse la vida. Están los padres de la niña de la primera comunión
            en el quicio de la puerta y todo es tan verdadero porque en la propia biografía de
            Valderrama, durante muchos años, también hubo un anillo sin una fecha por dentro. 
            Mucha España en su
            Andalucía. Le cogió la guerra cantando con la compañía de La Niña de la Puebla, su
            descubridora, en la plaza de toros de la Almería republicana. Durante la guerra,
            Valderrama fue en verdad lo que otros de ficción en la historia escrita por los
            perdedores: un viento del pueblo, del pueblo de Torredelcampo, vaya nombre y apellío,
            que le hacía cantecitos en las trincheras a los soldados del Ejército de la República
            para elevarles la moral. Así se escribe la Historia. Con tópicos y falsedades. Este
            Valderrama que pasa por Intocable del Franquismo fue más Altavoz del Frente y más
            comisario político de la belleza del cante que los que oficialmente han quedado en la
            Historia retratados con el mono azul y el correaje.
            Así se explica perfectamente
            que tras la derrota siguiera cantándole al pueblo andaluz, eterno perdedor de todas las
            guerras civiles. Valderrama, ahora que lo oímos, suena a remedio contra las penas de
            mantones negros y las hambres de pan moreno. Y para alegrar aquella Andalucía tan triste,
            sin mayores pretensiones, escribió la perfección de comunicación de sus propias coplas.
            Las cantiñeaba, las memorizaba, y le decía a Manuel Serrapí Sánchez, al Niño Ricardo:
            -- Anda, tócame a la guitarra
            esto que he compuesto, a ver cómo suena...
            Y sonaba un estandarte con la
            bandera de España, que nadie se preocupó nunca de preguntar, frente al tópico del
            Valderrama franquista, si era la rojigualda de los que estaban en las trincheras de frente
            pegando tiros o la bandera tricolor que suena cuando se oye Mi jaca, La Chiclanera,
            Manolo Reyes. Lo fácil es lo que hicieron Angelillo o Miguel de Molina: coger el
            portante y el barco de América. Lo difícil, lo de Juan: quedarse aquí, hambre y pena
            negra, pasarse una vida de fatiguitas, cantando por los pueblos de su Andalucía,
            despreciado por los flamencos oficiales. Pero haciendo llorar a las gentes. El verdadero
            viento del pueblo. 
            -----Puntas del Diamante-------
            AFORADOR DE TEATROS.-
            Canta bien El Emigrante, ¿no? Bueno, pues mejor afora teatros a ojímetro, con la
            experiencia de tantos años de empresario de su compañía, jugándose sus propios
            cuartos, sin subvenciones de la Junta. Ni de Franco. Está don Juan cantando "Cuando
            salí de mi tierra", mientras mira el corralón del cine de verano, o el ruedo de la
            plaza de toros, y mentalmente va aforando: "87,88,89..." Sigue: "Porque lo
            que más quería". Y en la cuenta va ya por: "221,222,223..." Y cuando ha
            acabado la copla con el "yo me quisiera morir" y se mete para dentro mientras
            suenan los aplausos, le dice a Dolores Abril: "Niña, apunta, 425 en patio y como 250
            entre principal y platea, que luego hay guasa con la taquilla..."
            SU FLAMENCOLOGÍA.-
            Como en El Piyayo de José Carlos de Luna, a chufla lo toma la gente de la flamencología
            andante, con sus sombreros de ala ancha, canelitas. En rama. Ahí están todos los palos
            que cantó, los que ninguno, y con qué categoría, como pocos. Valderrama tiene sus
            propios, desconocidos discos de Flamenco Viejo. Su propia Historia y Antología del Cante.
            ¿Que se los inventaba? ¿No se los inventaba Marchena? ¿No se los inventaba Mairena? Las
            de otros, creaciones. Las suyas, invenciones. ¿Por qué? Como homenaje, vayan aquí por
            usted, don Juan, sus milongas con fandangos, sus medias granaínas, sus malagueñas
            percheleras, sus serranas con bulerías, sus pasodobles con tonás, sus guajiras, sus
            vidalitas, sus colombianas. Ay, don Juan, que los que están de vuelta de todo sin haber
            llegado a nada ni siquiera le han reconocido a usted la fuerza de sus cantes de ida y
            vuelta...
            LA MEDALLA.- El 28 de
            febrero de 1998 recibió Valderrama el mayor homenaje de su vida. Más que el de Las
            Ventas de Madrid del verano de 1994, que fue épico, donde la progresía (por fin, hombre)
            lo reconoció y lo descubrió... Aquel 28-F, en el Palacio de San Telmo, le entregaron la
            que era suya por mérito propio desde que empezó a cantar en tiempos de Canalejas de
            Puerto Real y del Niño de la Huerta: la medalla de Andalucía. Entró en el salón del
            brazo de González. ¿Pues no era franquista, en qué quedamos? ¿Cómo lo coge ahora del
            brazo González? A saber cuál de los dos es más verdaderamente obrero y español...
             Sobre Juanito Valderrama, en El RedCuadro
            Juan
            Valderrama: cante y coplas
            Juanito Valderrama, verdadero
            viento del pueblo andaluz 
            Letras
            de Juanito Valderrama: De polizón, Su primera comunión, etc
            Letras
            de Juanito Valderrama: El emigrante, Pena Mora, Madre Hermosa, etc.
      
              
            
             
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            ABEL
            INFANZON "LA ESE 30"