ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 25 de octubre de 2014                 
                                
 
Puestecillos

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Venía el otro día en ABC una noticia llena de nostalgia para cuarentones: tocado por la crisis el sector de las golosinas y hundida la empresa de caramelos Fiesta, la de las piruletas en forma de corazón o los chupachús Koyak. Y añadía la noticia que con la crisis se habían dejado de fabricar los chicles Cheiw, el Pita Gol o las Pizquillas, entre otras golosinas que no faltaban en el patio del colegio en los años 80 y 90, como el Bang Bang, el Boomer o el Bubbaloo. Y estaba titulada la noticia de un modo que nos mueve al comentario en estos sábados de rescate de palabras sevillanas. Decía el titular: "Las chucherías de los años 80 que ya no vemos en los quioscos". ¿En los quioscos? Si era el chicle Bazooka, eso no podía ser en los quioscos: ¡eso era en los puestecillos, hombre! "Puestecillo"... Qué maravilla de palabra. Otra que se les ha escapado viva a los señores académicos en su Diccionario. Pues ellos se la pierden.

"Puestecillo" es una voz sevillana mucho más precisa que quiosco. Un quiosco puede ser de mil cosas: desde los de venta de periódicos a los de botellas de agua congelada para turistas chungalés que hay en el Paseo Colón junto a la parada de los autobuses de dos pisos de los niños de Ramón Ybarra. Pero un puestecillo es tan exacto en su significado que no pueden venderse en él más que chucherías, y si de las antiguas, mejor: cotufas, garbanzos tostados, altramuces... Mejor que nadie sabía usar esta voz mi ahijado El Pali, que como Trovador de Sevilla nos cantó en su evocación de la Alameda: "La Malena tenía/un puestecillo/que vendía chucherías/pá los chiquillos./Malena mía,/date una vueltecita/por bulerías". ¿Cómo iba a tener La Malena un quiosco, por Dios, si La Malena era la pura gracia de Sevilla vendiendo arcatufas y cigarritos de matalaúva?

Puestecillo, no puesto. Un puesto en Sevilla es otra cosa. Un puesto es... Sigamos con las divinas enseñanzas del Trovador en la siguiente letra de sus cuatro sevillanas de la Alameda: "En el puesto Vigil/yo me bebía/ una copa de Rute/con sus pasitas./Me volvía loco/viendo actuar a Escalera/y a Carabolso". El Pali deja claro que una cosa es un puestecillo, el de las chucherías de La Malena, y otra muy distinta un puesto, el de Vigil. Que era como el Hispano o el Villasol, un quiosco de venta de bebidas, como un bar, con sus veladores fuera y su barra dentro. Lo que en Madrid llamarían "aguaducho": "puesto donde se vende agua, refrescos y otras bebidas".

Si "Puestecillo" me parece que es palabra que está dando las boqueadas y que tiene usted que rescatar cuando le dé dinero a sus hijos para ir a por chuches, estimada lectora, "Puesto" es voz vivísima entre nosotros. Tan viva que como aquellas "sardinas vivas, ¡viva!" que vendían en el Puesto de los Chorritos de la calle Betis y que ya cerró. Pero que estaba al lado del superviviente y felizmente vivo y maravilloso Puesto de las Flores, que vino desde el Altozano para salvarse a la orilla del río. Como está viva la voz cuando entramos al Puesto de los Monos a celebrar con un padre primerizo el niño que acaba de dar a luz su mujer en la medianera Clínica de Fátima de la muy visueña familia Méndez Caballo. Son estos puestos herederos de los sevillanísimos Puestos de Cristales, que algunos hemos alcanzado a conocer como tales, igual que los antiguos de la Alameda, en los Jardines de Murillo, antes que los convirtieran en bodrios de Estética Arévalo-Arias con decoración de Juan Carlos Alonso y que luego cerraron, como Las Tres Carabelas.

Así que ya lo saben: en Sevilla un quiosco es donde usted ha comprado este ABC que tiene entre las manos; pero donde sus hijos o sus nietos compran las chuches es un puestecillo. Y donde su hermandad celebra los almuerzos, un puesto. Por ejemplo, el Puesto de los Monos. Puestecillos y puestos que no tienen nada que ver con el que está en la Feria "puestecito" con una papa la mar de simpática. Ni con el: "¿Estáis puestos?" ¡Mira que voy a llamar a la nostalgia para que no se pierdan estas palabras sevillanas tan nuestras!

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