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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los railes del tranvía

Están poniendo La Pasarela lo mismito que está aún la rotonda de entrada al cementerio: con railes del tranvía.

-- Lo mismito, no, usted: los railes de la entrada del cementerio no nos han costado un duro, porque los tenía Sevilla de toda la vida, mientras que calcule usted a cuánto sale, en dinero, en disgustos, en molestias, en desfiguración de Sevilla, cada palmo de vía nueva de este Metrocentro de la Metroizquierda.

Apúntese un 10, lector, por la matización. Pero no ha rematado usted con la media que esperaba: que a ver si la Metroderecha, o sea, el caballero candidato Don Zoido, hace de una vez las necesarias preguntas del millón sobre todos estos millones, a saber: ¿cuál es el presupuesto de obras que tiene el Ayuntamiento para dar por saco de loa sevillanos de la forma cómo les está dando? ¿Cuánto nos va a costar el poner patas arriba la Avenida? ¿Quién va a pagar eso? ¿Cuántos kilómetros de zanjas hay abiertos ahora mismito en toda Sevilla? ¿A cuánto asciende el trampón que el Ayuntamiento se está echando, en plan "el que venga atrás, que arree", de cara a las elecciones? (No, de-lo-que-es-cara, Don Monteseirín le está echando a las elecciones toda la cara del mundo...)

En la rotonda del cementerio se conservan perfectamente los railes del viejo tranvía. ¡Qué pena de los tranvías que perdimos, sin que tuvieran como los cielos un Romero Murube que los defendiera! Los railes de La Pasarela hubieran sobrado, si el alcalde Momo Contadero no hubiera querido acabar con los tranvías. Sevilla tenía una red de tranvías perfecta, europeísima. Esos railes están aún en el cementerio porque hasta allí iba el 13 (¡ojú, cementerio y 13!). Que en la Macarena, por así decirlo, tenía un intercambiador con las dos grandes líneas circulares de la Ronda: el 1 y el 2. ¿Usted se imagina lo que es un tranvía que desde la Plaza Nueva va por Tetuán y La Campana a Amor de Dios, llega a la calle Feria, recorre La Resolana, La Macarena, toda la Ronda, para alcanzar La Pasarela y por la Puerta Jerez y la Avenida volver al centro? Pues eso tenía Sevilla tranviariamente y lo perdimos por culpa de la modernidad de aquella hora, que Contadero era un moderno que puso los autobuses Pegaso como signo de progreso.

Si Sevilla hubiera mantenido sus tranvías, como Lisboa, como Francfort, con Zurich, como Milán, y siga usted poniendo grandes ciudades europeas, nos hubiéramos evitado ahora estos disgustos. Y estos trampones. Tranvía que era real, y no una quimera con tuneladora, como ahora el Metro. Había un tranvía que iba a Nervión, el 25; y otro que iba al Cerro, el 12. Un tranvía para Eritaña, el 3, y otro para Guadaira, el 18. Un tranvía a Heliópolis desde la Plaza de San Francisco y un tranvía a Triana y al barrio León desde La Magdalena. Y el de la Puerta Real para San Vicente y El Museo. Y las grandes líneas de cercanías. El tranvía de San Juan de Aznalfarache, Coria y La Puebla, ¡la de embotellamientos matinales que estaría ahorrando ahora! Nada digo del que iba a Camas y La Pañoleta, y que los vecinos de Castilleja cogían bajando por La Trocha.

Sin tirar el dinero, aquella red privada de tranvías sí que era modernidad. Haberla mantenido nos hubiera evitado estos sofocones. O haberla recuperado. Lástima que a ese alcalde reciente cuyo ego no cabía en el absurdo estadio olímpico que construyó para nada, no le diera por recuperar el tranvía en vez de meternos en esta locura de resucitar el Metro que con sus buenas razones enterró Manolito del Valle. Que no era ni un facha ni un carca, sino de un PSOE sin locuras ni revanchismos. PSOE que perdimos como los cielos y los tranvías.

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