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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Una cita nada a ciegas

Ya una vez, usando el popurrí de la chirigota "Los que no paran de rajar" (los cirujanos) proclamé, como su autor El Yuyu cuando le cambió la letra a la sevillana "Yo soy del Sur", que "Yo soy del SAS". Cartilloso. 41 barra total. Y como entonces elogié al SAS, ahora vuelvo a hacerlo, aplicando un viejo lema editorial del fundador de esta Casa de ABC, donde menos la primera comunión lo he hecho todo: elogiar el mérito donde quiera que se halle.

-- ¿Aunque se halle en algo de la Junta como el SAS, usted?

Sí, ¿pasa algo?. Porque el SAS está bien hasta por Internet. Nos quejamos de las listas de espera quirúrgica de los hospitales y del "¿para qué hora tenía usted cita?" de los ambulatorios. Pero había otra espera mucho más cotidiana y desesperante: la del teléfono donde dan cita previa para el médico de cabecera. Cuando pusieron ese teléfono, todos nos alegramos. Ea, menos mal que ya no había que ir dos veces al ambulatorio: una para pedir número y otra para la consulta. (En mi caso, la del muy culto doctor don Carlos Gálvez Martínez, autor de "La simbología del arte románico: interpretación neurofisiológica", interesantísimo y premiado estudio desde la teoría de la percepción sensorial, que le presentó en el Colegio de Médicos el profesor Jaime Rodríguez Sacristán.)

Al ambulatorio había que ir dos veces: primero a coger número y luego al médico. Hasta que pusieron el teléfono para la cita previa. Pero te pasabas las horas muertas llama que te llama, y el teléfono sonando y venga a sonar, sin que lo descolgara nadie. Total, que, desesperado, tenías que coger y plantarte en el ambulatorio para pedir cita por el plan antiguo, personalmente, en el mostrador donde te atienden unas funcionarias muy efectivas y amables, como es el caso del ambulatorio del Porvenir, antes refugiado en el Equipo Quirúrgico, cual cofradía con su templo en obras, y ahora estrenando capilla preelectoral propia en Diego de la Barrera.

¿Cuánto tiempo perdíamos para pedir cita en el ambulatorio, ora yendo personalmente, ora llamando a un teléfono que nunca contestaba? Horas y horas. Hasta que ha venido la maravilla de Internet. Por Internet, sin esperas, sin colas, sin turnos, pones en el navegador www.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud y te sale un portal con muchísimas utilidades. Allí, arriba, a la derecha de la pantalla, aparece una ventanita intermitente, donde el InterS@S (Oficina Virtual del Servicio Sanitario Público Andaluz) te pregunta "¿Desea pedir una cita por Internet con su médico de familia o pediatra?". Pinchas en esa ventanita intermitente, te sale un formulario, e introduciendo tus datos de número de afiliación a la Seguridad Social, fecha de nacimiento y DNI, te aparece la opción de "Cita para el médico". Te dice quién es tu médico de cabecera, su horario, cuál es tu ambulatorio, dónde está y un menú te ofrece los días en que puede recibirte. Eliges el día, y te salen las horas libres, para que escojas la que más te convenga. Punteas la que te interesa y,¡zas!, el ordenador te da formalizados los datos de tu cita, con día y hora exactísima, que puedes sacar por la impresora para que no se te olvide.

¿Cuánta gasolina en desplazamientos con coche propio, cuánto bonobús, cuántas horas de trabajo o de vida familiar perdidas ahorra el InterS@S con este prodigio, que me alegra poder elogiar como se merece? Da gusto cuando la Administración se pone al servicio de los que en tantos órdenes de su vida han de padecerla. Así tenía que ser siempre, con esta comodidad, inmediatez y eficacia. Por eso vuelvo, ahora por Internet, a cantar el popurrí del Yuyu para elogiar el mérito allá donde se halle, manque sea Ancá Erchave: "Yo soy del SAS..."

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