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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


La besada y la espiochada

Conocía la barrilada, la sardinada, la caracolada, la erizada, la ostionada, la paellada, la cervezada, pero no sabía que existiera la besada. Que no sé si se ha llegado a celebrar, aunque estaba convocada ante el bar de la calle Feria cuyo tabernero osó ejercer el derecho de admisión sobre una pareja de chavales del mismo sexo que estaban al parecer, como se decía antes, propasándose. Al tabernero lo condenaron al pobre a pena de telediario, que es un nuevo castigo que no sé si ha sido incluido ya en el Código Penal. Consiste la pena de telediario en que, sin oír al acusado, se le saca por todas las televisiones diciendo que es un facha, un retrógrado, un cavernícola, un carcamal, y sigan poniendo agravios punitivos. Para a continuación sacar a la otra parte en conflicto como la suma de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. El tabernero de la Feria condenado a pena de telediario ha sido, no obstante, absuelto por la Justicia, pero eso no importa. Prueba de que va con el paso cambiado es que le han convocado, y no sé si han celebrado, una besada en la puerta del establecimiento donde dignísimamente se gana el hombre las habichuelas.

Debe de ser que hay una moda de protestas a la japonesa, que aplican el principio del caldo y las dos tazas o de la mancha de la mora, que con otra verde se quita. Al tabernero que quería preservar en su establecimiento lo que hasta ayer por la mañana se llamaba moral, le organizan la besada de protesta. Y a los ayuntamientos que han de cumplir las leyes en materia de botellón, les convocan por SMS, que es lo que mola, la protesta en forma de botellones a caño libre.

Estas protestas son mucho más cómodas que las huelgas a la japonesa. En las huelgas a la japonesa hay que hartarse de trabajar, eslomarse en señal de protesta. Las protestas a la japonesa, en cambio, son a favor de querencia: hay que comerle la boca a alguien, si se trata de la besada, o ponerse ciego de güisqui con cocacola si se trata del botellón contra la ley antibotellón. Así, cualquiera.

Espero que no cunda el ejemplo, y que este modo de protesta no se lleve hasta sus últimas consecuencias en otras materias. Porque estoy viendo que los conductores pueden convocar de un momento a otro por SMS un macro-embotellamiento en la ronda histórica, en el Paseo Colón, en la calle Arjona y a lo largo de Torneo hasta el Alamillo, para protestar contra los embotellamientos que están formado en toda Sevilla las obras del carril-bici, con esas vallas de tela metálica con que están haciendo rico al tío que las alquila. Si contra la prohibición de los públicos magreos se protesta a besos y contra la prohibición del botellón se protesta cogiendo una colectiva tajada de caracolillo, nada más lógico que contra los embotellamientos se proteste formando el mayor tapón que tuvo nunca el botellón imposible de la circulación en Sevilla.

Por la misma regla de tres, los comerciantes deberían protestar contra las obras con más obras. Señores de Aprocom, señores de la Cámara de Comercio, señores de la CEA: se impone la protesta a base de pico y pala. ¿Que el alcalde les fastidia sus establecimientos con las obras, que con las zanjas y las alambradas no entra un alma y que esta construcción de un sueño es una ruina? Pues, nada, organicen ustedes la gran espiochada. Que consiste en que cogen ustedes las herramientas, el pico, la pala, la espiocha, el martillo de bola, la machota, el cubo, la mezcla, la carretilla, la hormigonera y se van con todo ese material a la Casa Grande de la Plaza Nueva. De momento alquilan unas vallas de tela metálica con base de bloques de hormigón y me cercan con ellas bien cercados todos los pasillos del Ayuntamiento, el arranque de la escalera. Hasta los cuartos de baño que hay entrando a mano derecha. Y en la mismísima puerta del despacho del alcalde, me levantan ustedes todo el suelo, Cañete con el martillo neumático, tracatracatra, Ricardo Roldán con la espiocha, púm, púm, púm, y le ponen al señor alcalde la puerta de su despacho exactamente igual que él les ha dejado los accesos a sus establecimientos. No hay nada más progresista que una besada o una espiochada.

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