ME
lo contaron ayer las lenguas de doble filo. Baja
Ibarreche hasta Córdoba, en plan Isabel Gemio, pero sin
caravana, y les dice a las víctimas del terrorismo que
lo que necesitan es amor. Pero la gente habla de la
Pantoja.
Las víctimas del
terrorismo reunidas en Córdoba son las víctimas
«buenas». Esto es como el colesterol: hay víctimas
buenas y víctimas malas. Las víctimas buenas oyen en
Córdoba el bolero de Ibarreche, sentimentalón, entre
Lucho Gatica y Chavela Vargas: «Estamos a tiempo de
decir lo siento». Las víctimas malas se manifiestan en
Madrid. Cuatro gatos bajo cuatro gotas. Pero la gente no
habla de eso. La gente habla de la Pantoja. Ha ido a ver
a Julián a la cárcel.
Los obispos, a las buenas
horas de las mangas verdes, dicen las verdades del
barquero del Lago Tiberíades sobre el
proceso-de-lo-que-sea. Por una vez y sin que sirva de
precedente no usan el similiquitruqui cobardón del «nos,
vemos con preocupación cómo en el seno de nuestra
sociedad...» Se les entiende todo: «La justicia quedaría
herida si los terroristas lograran sus objetivos por
medio de concesiones políticas, que legitimaran
falsamente el ejercicio del terror». Pero la gente no
habla de eso. La gente habla de la Pantoja. A saber qué
papeles ha llevado a Julián a la cárcel.
Desde Francia, los que
tienen que confirmarlo lo ratifican: las 350 pistolas,
350 (en plan 6 toros, 6) fueron robadas por la mismísima
ETA. Eso es lo que dice Francia. Los gabachos mienten
más que parpadean. El Gobierno, que es el que maneja
toda la información, sabe que en realidad se trataba de
pistolas de juguete. El robo no fue en un depósito de
armas. Fue en una tienda de Toisarás. Pistolitas de
agua, vamos, para que los etarritas chicos se diviertan.
Como se acerca la Navidad y los Reyes... Los guardias
civiles tienen madre y los etarras tienen hijos, y
tienen derecho las criaturitas a que les echen los
Reyes. Si las robaron tan pronto es porque esas pistolas
de juguete, como salen tanto por televisión, se acaban
prontísimo en la tienda, y después cogen las pobres
criaturas etarritas unas llantinas irremediables si no
se las traen. ¿Asesinos? ¿Chantajeadores del Gobierno?
Quite usted, hombre: estos etarras son unos padrazos.
Pero de nada de esto habla la gente. La gente habla de
la Pantoja, de la casa de Julián y de Isabel, que dicen
que fue un bebedizo de menta y ajonjolí, que fue una
noche de luna, que fue una tarde de abril.
Por eso habrá que ir
pensando en pedir oficialmente la Gran Cruz del Mérito
Civil para mi admirada Isabel Pantoja, la excelentísima
señora doña María Isabel Pantoja Martín, que tiene tal
tratamiento protocolario como Medalla de Andalucía. El
Lazo de la Orden de Isabel la Católica, no. ¿Por
franquista? ¿Pero qué me dice usted? ¡Qué cortitos
andamos de memoria histórica! La costumbre de conceder a
las artistas el perifollo isabelino empezó con la II
República. El Gobierno republicano se lo dio a Lola
Membrives y se lo dio a Antonia Merce «La Argentina».
Era entonces como la Medalla de Bellas Artes ahora.
Franco continuó con la costumbre, como, un poner,
prosiguió el plan de construcción de pantanos de la
República. Se lo dio a muchas artistas de los Jardines
de la Granja. A tantas que cuando le llegó el turno a
Doña Concha Piquer, la valenciana valiente tuvo los dos
corales de rechazárselo al propio Franco, diciendo:
«¿Cómo voy a aceptar una medalla que ya se la han dado a
pelé, a melé y a la que limpia los bidés?»
Isabel la Católica es
poco. Lo de Isabel Pantoja es digno de la Gran Cruz del
Mérito Civil, y en el Día de la Constitución se la
deberían dar. ¿Cuánto valen los favores que Isabel está
haciendo a un Gobierno que administra la gota de la
Operación Malaya conforme le va haciendo falta, de modo
que no se hable de otra cosa que de la Pantoja cada vez
que el Estado da otro paso hacia su rendición total ante
los asesinos? Y ojalá nunca llamen a declarar ni
detengan a Isabel Pantoja. Ojalá, porque tal como
enchiqueran a una cuerda de presos marbelleros ante cada
nueva cesión ante la ETA, como bomba de humo, el día que
llamaran a Isabel Pantoja sería señal inequívoca de que
el Reino de España ha sido cautivo y desarmado por una
banda asesina, Tercer Año triunfal de ZP, Año de la
Victoria de la ETA.