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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El Gobierno Maestro Ciruela

LO habrán oído cien veces, que suena a copla del centenario de Concha Piquer. La historia del mimoso discurso de la madre que al alba llega al cuarto de su hijo, enciende la luz, abre la persiana, lo despierta de entre las calientes sábanas y con arrumacos le toca la cariñosa diana:
-Anda, hijo, levántate ya, que son las 8 y a las 9 tienes que estar en el colegio. Sí, ya sé que no te gusta estar con esos niños, pero es tu obligación. Anda, tú tienes que ser valiente, mi cielo, no dejes que esos niños se metan contigo, hijo mío, ni que te peguen. Verás cómo una vez que estés allí te gusta. ¡Además, hijo, no tiene más remedio que ir al colegio, puñetas, porque tienes 35 años y tú eres el maestro, así que déjate de cuentos y levántate de una vez, imbécil!
Es el mundo al revés de la crisis de valores. Los maestros les tienen pánico a los alumnos. Los padres a los que antes llamaba el maestro para que les leyeran la cartilla a los niños y los castigaran en casa, ahora denuncian al profesor para que lo expediente la Delegación de Educación. ¿Dónde está ahora la autoridad del enseñante? Está clarísimo: en el Estado. Quien tiene la palmeta no es el maestro, ni mucho menos los padres en casa: es el Estado. Que ha puesto en manos del Gobierno esa palmeta discernidora del bien y del mal. El maestro cada vez manda menos en la escuela, pero el Gobierno cada vez manda más en nuestra intimidad. Lo dijo divinamente monseñor Fernando Sebastián en la entrevista de ABC: «He oído decir a alguno de nuestros dirigentes que el Gobierno no sólo venía con una misión política, sino con una misión educativa, y me puse a temblar».
Si monseñor Sebastián se puso a temblar, a servidor le entraron ganas de preguntar a qué hora salía el primer avión para Estados Unidos o un país verdaderamente libre, donde el Gobierno no se te meta en la salita de tu casa y te diga qué debes hacer. Que se mete cada vez más en tu vida privada. Dentro de nada no podremos llamar a la Telepizza, porque el Gobierno dirá que la Margarita no sé qué y la Cuatro Quesos no sé cuántos. El maestro no puede ni toserles a los niños, pero este Gobierno-Maestro, este Maestro Ciruela, ya nos ha quitado de las hamburguesas XXL y ahora va por la Doble Whopper. Del tabaco ya nos quitó. Como los viejos maestros castigaban a los niños que se metían en los retretes o en un rincón del recreo para fumarse un cigarrito a escondidas, el Gobierno-Ciruela se mete en nuestra libertad de irnos matando poco a poco como tengamos por conveniente. Nos dice a qué velocidad hemos de ir por la carretera, nos prohíbe hablar por el teléfono móvil. Nos quita los puntos y nos deja sin recreo. Este Gobierno-Ciruela, maestro represor con voluntad perversa, se nos mete hasta en el cuarto de baño. Cuidadito con el agua que consumimos en la ducha, que como nos pasemos de la media, dice la maestra, digo, la ministra de Medio Ambiente que nos vamos a enterar...
Y de la Educación para la Ciudadanía, ni te cuento. Esa asignatura no es solamente curricular y escolar. Todos los aparatos del Estado y sus terminales mediáticas se aplican en llevarnos por el buen camino de lo políticamente correcto. El Manifiesto del PSOE en el Día de la Constitución, ¿qué es, sino una clase práctica de educación para la ciudadanía de ellos? Métodos dictatoriales para mostrarnos el recto camino, que no puede ser otro que el laicismo. De momento quitan los belenes y los villancicos de San José y la Virgen en los colegios, pero de aquí a nada prohibirán que usted pueda cantarlos en su casa, con una botella de anís Machaquito y una cuchara para hacer el son de los campanilleros. Ni el maestro ni los padres tienen autoridad alguna porque el Gobierno-Ciruela ha rebañado todo poder y mando para meterse en nuestras vidas y en nuestras casas. El BOE está lleno de «niño, no hagas eso; niño, eso no se dice». Como Gran Maestra, la Gran Madrastra de Blancanieves, María Teresa Fernández de la Vega sale cada viernes al término del Consejo de Ministros y nos anuncia que si no hacemos lo que dice el Gobierno-Ciruela, se nos va a caer el pelo. Contra lo que parezca, yo estoy encantado con este sistema represor. Lo miro por el lado positivo. ¡Te rejuvenece tanto creerte que aún sigues en la escuela!

 

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