EN
las nueva ordenación de la Enseñanza Primaria hasta se
paran los relojes para la Educación para la
Ciudadanía, a costa de reducir horas de aprendizaje de
una asignatura básica como Lengua Española. No sé cómo
vamos a hablar cuando salga de la escuela esta
Generación SMS, tan instruida en la violencia de
género como lerda gramaticalmente en género, número y
caso.
Cada vez gozamos de una
mayor renta, pero por días se empobrece el capital de
la lengua española. Los informativos de radio y
televisión están redactados en un lenguaje tan pobre
que no sólo dan noticias, sino coces al castellano. Es
un milagro que llamen aún «El Tiempo» a la información
meteorológica. El tiempo meteorológico ha dejado
prácticamente de existir. Se confunde tiempo con
clima, y si los puertos de montaña están cerrados por
la nieve, nunca es a causa del mal tiempo, sino por la
«climatología adversa». Por climatología adversa se
amarra la flota pesquera. Por climatología adversa
aumenta el riesgo de accidentes en carretera. Por
climatología adversa disminuye la ocupación hotelera.
Caigan chuzos de punta, llueva más que cuando
enterraron a Bigote o haya cuatro palmos de nieve,
nunca es que haga mal tiempo: es que hay climatología
adversa.
Es tan curiosa esta
dichosa climatología, que la puñetera siempre es
adversa, nunca propicia. Cuando los pajaritos cantan y
las nubes se levantan, nunca hace una climatología
propicia, sino que por una vez y sin que sirva de
precedente rompen a hablar en castellano y dicen que
hace buen tiempo. Tengo que mirar en los carteles de
toros, porque probablemente esta cursilería ha
contaminado hasta la formula clásica: «Con permiso de
la autoridad y si el tiempo no lo impide». Ahora será:
«Con permiso de la autoridad y si la climatología
adversa no lo impide».
Probablemente cuando
hablan del famoso cambio climático se refieren a esto:
al uso impropio de «climatología» por «tiempo»
meteorológico. Hasta ahora, climatología era la
ciencia que trata del clima, o el conjunto de las
condiciones meteorológicas propias de un determinado
clima y lugar del mundo. Eso era antes. Ahora
«climatología» es sinónimo de «tiempo». No sé cómo a
Montes de Oca le siguen llamando en TVE «el hombre del
tiempo», a la manera de Mariano Medina; si fueran
consecuentes, deberían ser «el hombre de la
climatología».
Le pasa a lo llano y
hermoso de «mal tiempo» como al latinísimo pronombre
relativo «cuyo», gloria del castellano, también en
trance de extinción por la falta de una buena
enseñanza de Lengua Española. El «cuyo» está en
nuestra lengua mucho más en peligro de desaparición
que el lince en Doñana o el quebrantahuesos en el
Pirineo. Hubo un tiempo en que anotaba los rodeos
redaccionales que daban en las noticias
radiotelevisivas, por falta de propiedad en el uso del
«cuyo». He dejado de hacerlo, porque me quedaba sin
papel en cada telediario o boletín horario. Valgan
algunos ejemplos, «tomados al oído», como se decía de
los números premiados en la Lotería de Navidad. «El
bebé, del que todavía se desconoce su sexo, nacerá en
mayo», en vez de: «El bebé, cuyo sexo todavía se
desconoce, nacerá en mayo». «La pensión alimenticia,
de la que se desconoce el importe», en vez de: «La
pensión alimenticia, cuyo importe se desconoce». «El
proyecto del Acuario, del que mañana se colocará la
primera piedra», en vez de: «El proyecto del Acuario,
cuya primera piedra se colocará mañana». «Los cuatro
españoles, de los que no se ha facilitado su
identidad», en vez de: «Los cuatro españoles, cuya
identidad no se ha facilitado». «El artista, del que
ahora se cumple un año de su muerte», en vez de: «El
artista, de cuya muerte se cumple ahora un año». «El
empresario, del que se han depositado las cenizas en
Valencia», en vez de: «El empresario, cuyas cenizas
han sido depositadas en Valencia». ¿Para qué seguir?
Ese «cuyo» que es la hermosa octava palabra inicial de
El Quijote ha caído tan en desuso como el mal tiempo
frente a la climatología adversa. Para estos escolares
que apenas estudian Lengua, El Quijote empezará ahora
así: «En un lugar de la Mancha, del que no quiero
acordarme de su nombre...» Así, pero escrito en el
lenguaje de los SMS: «En 1 lugar d la manxa del ke no
kiero akordarme d su nonvre...»