Más títulos apócrifos
para Sevilla: Muy Cafetera, Muy Tapera, Muy Cervecera
Ciudad. Y hoy, el que suena a verso de Rafael de León
en la voz de La Piquer: ¿quién me compra un quince
mil?. El que suena a pregones de Las Cuatro Esquinas
de San José, de la acera del Gato Negro, de la esquina
del Laredo: Muy Lotera Ciudad de Sevilla. Las Pascuas
de Navidad y Reyes cada vez empiezan antes. No ha
acabado de entrar la Virgen de Todos los Santos cuando
están encendidas las luces del Cortinglés, que son la
prueba del alumbrado de las Pascuas. Esas luces dicen
que ya pueden los Papas Noeles horteras empezar a
trepar por las fachadas de los adosados de Sevilla
Este. Esas luces dicen que ya te pueden pegar el
coñazo de la comida de Navidad en la empresa. Esas
luces dicen que la Navidad ha empezado conforme al
calendario de los Estados Unidos, impuesta por la
Multinacional del Consumo. Pero empezar, empezar, lo
que se dice empezar, las Pascuas no empiezan hasta hoy
por la mañana. Mañana de lotería, tarde de salud y
trabajo. En todas las radios, en todas las barras de
desayuno de los bares, en todas las oficinas, en todas
las tiendas, en todos los coches del semáforo, te van
repitiendo la cantinela sentimental y antigua de los
niños de San Ildefonso. San Ildefonso, ¡buena plaza!
Las torres gemelas de la parroquia donde un cura les
hace la vida imposible a los cofrades alfayates de
Ibáñez y, frente por frente, el portalón del torno de
las yemas de San Leandro. Por no salir de San
Ildefonso, las voces de los niños del sorteo de
Navidad son como el sonido de las yemas de San
Leandro: dulce, nuestro, antiguo. Soniquete de la
nostalgia, de cuando era el primer día que no había
colegio y te podías quedar durmiendo entre sábanas
calentitas, remetido y arropado por tu madre, hasta
que te despertaba la cantinela lotera: "Diez mil
pesetas..." Dios mío, cómo pasa el tiempo. ¿Cuánto
hace de aquello? Pues hace exactamente mil euros de
aquello. La pedrea pasó de las 10.000 pesetas a los
1.000 euros. Pero a nosotros nos sigue sonando, como
entonces, a primer mantecado, a primer cartero real en
la Clínica de las Muñecas de la calle Cuna, a
escaparate de juguetes de Cuervas, a días sin colegio.
A estas horas, en todos los transistores y en todos
los televisores, la verdadera banda sonora del estreno
de la película de las Pascuas. Mucho hablar del lotero
de Sort, la Doña Manolita del siglo XXI. Lo que ha
vendido, por Internet, La Bruja de Oro, "la que
siempre toca", diríamos con lenguaje de pregón lotero
de última hora de esta mañana de polvorón y
aguardiente. Pero lo de Sevilla tiene más mérito. En
la Muy Lotera Ciudad de Sevilla nunca cae el gordo. Y
para una vez que tocó, fue un escándalo: el caso
Escámez, el lotero de la Europa, que con el 2.704
vendió más participaciones que soñar pudo ningún
mayordomo de cofradía, teniendo menos respaldo que el
cabecero de una cama turca. Dicen que Sevilla juega ya
menos lotería de Navidad. Por estas fechas, aquí en
este bar donde estamos tomando café, oyendo la
cantinela de los puñeteros niños que nunca nos dan la
suerte, ponían antes un como devoto tendedero, de
donde colgaban los talonarios de participaciones de
por lo menos diez o doce hermandades. Hogaño apenas
vemos dos, de hermandades del propio barrio. Un amigo
que toma café con nosotros, que fue de la junta de su
cofradía, nos da la clave: "A la gente, más que
participaciones que dicen que luego no hay quien cobre
si salen premiadas, que nunca está en la casa de
hermandad el que tiene que pagarlas, les gusta ya
comprar un décimo entero. Pero es que además para la
economía de las hermandades ya no es un capítulo de
ingresos importante la lotería de Navidad. A las
hermandades antes les costaba el dinero la estación de
penitencia, y la lotería tenía razón de ser. Ahora
casi todas le ganan dinero a la salida. Así que aunque
veas estas participaciones tan bonitas, con las fotos
de las imágenes titulares, esto de la lotería se sigue
haciendo en muchas hermandades por tradición más que
por el dinero." Bendita tradición del soniquete de la
pedrea, villancico aritmético que nos anuncia que ya
mismito Aquella Que Está en San Gil va a parir Al Que
Vive en San Lorenzo. No en Belén, sino aquí, en el
convento de San Inés, mientras suena el órgano
becqueriano de Maese Pérez.