En
una reunión informal con los periodistas en el
transcurso de un ágape navideño, la verdad que un
poco retrasado, pues hasta ayer no dio la tía la
copichuela, la ministra de Educación y Ciencia,
Mercedes Cabrera, que estaba acompañada por el
secretario de Estado para el Deporte, Jaime
Lissavetzky, dejó caer lo siguiente:
-El Gobierno tiene
en estudio la desaparición de los goles en el
fútbol, porque dan al deporte-rey un carácter de
competición que contradice el espíritu olímpico de
que lo importante es participar. No es que vayamos
a quitar los goles ya mismito, porque ahora
tenemos en la agenda otras tonterías en mayúsculas
más importantes, como la Alianza de
Civilizaciones, el Proceso de Paz o la Memoria
Histórica. Pero en la próxima legislatura sí
acabaremos con el problema del gol. ¿Cómo eran los
campos antes de que el hombre los degradara en su
afán emulador y competitivo? Sin porterías. En el
Paraíso no había porterías, por más que Eva le
marcara a Adán el gol de la manzana. Nosotros, en
nuestra política ecológica, solidaria, moderna,
progresista y de respeto al medio ambiente y a los
bares de ambiente, queremos dejar todos los campos
de España sin porterías, empezando por los de
fútbol. ¿Se imaginan la maravilla del Bernabéu, de
Nervión, del Villamarín sin las molestas y
peligrosos porterías?
Y además -prosiguió
la ministra, ya embalada con la tercera copa de
cava-, que el fútbol no es más que una fuente de
conflictos y enfrentamientos inútiles entre las
autonomías y, dentro de ellas, entre las ciudades,
aun hermanas. Sin goles se acabarán esas
tensiones. La gente irá al fútbol a lo que debe
ir: a ver jugar a la pelota, a contemplar el bello
espectáculo, no a marcarles dos chupetes a los
mamones de San Mamés. Se acabarán así los partidos
de alto riesgo, que tanto dinero cuestan al
contribuyente en horas extraordinarias de los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Se
terminará así el inútil enfrentamiento de
sevillistas con béticos, de jerezanos con
gaditanos, de malagueños con sevillanos. Los
catetos de los pueblos no podrán sacar sus más
bajos instintos contra el equipo de la capital,
apoyando a los merengues cuando venga a jugar el
Real Madrid. Los sentimientos antisolidarios
contra el Estatut no se volverán agresividad
colectiva contra el Barsa cuando lleguen los que
tienen un entrenador con unos pelos que parecen
una fregona teñida de negro. Sin goles en el
fútbol, el más humilde jugador del Nástic o del
Vecindario podrá proclamarse, legítimamente,
galáctico, y el Beckham y la cursi de su mujer,
que se joan.
Y continuó la tía,
que no había quien la callara, ya por la quinta
copa de cava, que estaba frío, frío y riquísimo:
-¿No decía aquel
ministro de la oprobiosa dictadura del abuelo de
Carmen Martínez Bordiú que menos latín y más
deporte? Pues nosotros vamos a ir más lejos: más
deporte y menos goles. Vamos, ninguno. ¿No va a
conseguir mi querida compañera Cristina Narbona
que haya corridas de toros sin matadores y hasta
sin toro si es necesario, para que no se enfaden
nuestros socios catalanes de la Ezquerra? Pues
nosotros conseguiremos algo más valioso para la
concordia entre los pueblos, las ciudades y las
autonomías. Los toros no producen enfrentamientos
ni disturbios, de aquí que sus competencias estén
en el Ministerio del Interior, el de los guardias
de la porra y las balas de goma. En los toros los
partidarios de Ponce no les pegan mascás a los de
El Juli, ni existen los Ultra Jesulines ni las
Brigadas Albero. Por el contrario, en el fútbol,
cuyas competencias están en el Ministerio de
Cultura, ya ven, cuánto conflicto, cuántas cargas
de la Policía, cuántos cristales del autobús del
Madrid rotos, cuántos Ultrasur, cuántos Biris,
cuántas Brigadas Amarillas. Todo por culpa del
gol, del maldito gol, que hemos de erradicar como
muestra de un atraso secular con el que España no
puede ir con la cabeza alta por la Unión Europea.
Ea...
(Miren arriba, que
«el diario está fechado a 28 de diciembre», como
cantaba la comparsa de Antonio Martín. Pero da lo
mismo. En el Estado Continuo de Inocentada con que
gobiernan estos señores del Vengayá, no se
extrañen que la ministra diga esto mismo el 1 de
enero, 2 de febrero, 3 de marzo o 4 de abril...)