Clic para ir a la portada

El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Al paso triste de la paz

VISTO lo visto me pregunto si existió alguna vez Ermua o si es un monstruo goyesco engendrado por el sueño de la razón. Miguel Ángel Blanco nunca existió. Ermua nunca existió. Mucho menos su espíritu. Fue el sueño de una noche de verano, toda una nación en pie contra el terrorismo, a pesar de que esa nación se llamara España y no Estados Unidos. Como aquel Fuenteovejuna de la dignidad colectiva nunca existió, muchos miran a los esforzados luchadores del Foro de Ermua como a bichos raros, como a la Asociación de Amigos de la Capa o al Club de la Boina. Que Ermua nunca existiera, con lo lejos en el tiempo, en la vergüenza y en la dignidad que queda, tiene una cierta lógica. Pero Barajas tampoco existe. A Casas Viejas le cambiaron el nombre para que no trajera recuerdos de tiros a la barriga, y le pusieron Benalup. A Barajas le cambiarán el nombre dentro de dos o tres consejos de ministros para que su memoria (histórica) no les fastidie el paso alegre de la paz. ¡Lo que les gusta a estos fascistas de hogaño, como a los de antaño, el triste «paso alegre de la paz»!
La clásica manifestación espontánea perfectamente orquestada desde el poder ha sido el típex para borrar el nombre y la memoria de Barajas, los dos asesinados por la ETA. Como querer derrotar a la ETA es un papelito que hay que poner al día, Barajas es un accidente. Accidente de la esencia, que es aceptar la derrota del Estado con tal de permanecer en el poder.
Y si Barajas no existe, ni te cuento Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate. De aquí a nada sabremos que lo que les ocurrió a estos dos pobres inmigrantes ecuatorianos fue un accidente de trabajo. Por eso decía ZP que Barajas fue un accidente. Hubo, en efecto, un lapsus: se le olvidó matizar que fue accidente laboral. Y, además, de medio indiecitos tabajaras, sudacas, desgraciados de por ahí, que ni votan en las municipales. Por eso, porque Barajas no existe y porque aquello fue un accidente laboral de dos trabajadores sudamericanos, de ahí el sindical ardor guerrero de la UGT para convocar el típex de la manifestación. Lo de Barajas se inscribe, en todo caso, en la siniestralidad laboral. De ahí que se quitaran los muertos de encima con tal celeridad, devolviéndolos a Ecuador por Seur 10. Una vez quitados de encima, tranquilos. La manifestación (¿contra qué?), catorce días después de que Barajas dejara de existir. La comparecencia parlamentaria del presidente del Gobierno para explicar lo sucedido y la futura política antiterrorista, al ya te veré, diecisiete días después de los hechos. De los hechos que nunca existieron, y que si existieron los ha borrado el típex de la manifestación.
Que demuestra que pese a toda la demagogia de la tolerancia y del diálogo, del talante y del me alegro verte bueno, aquí, señores, hay un hondón racista y xenófobo de no te menees. Los profesionales del antirracismo, los perseguidores de oficio de la xenofobia han demostrado un absoluto desprecio por Estacio y Palate. Como aquel accidente ferroviario en las páginas de sucesos: «Los muertos, afortunadamente, viajaban todos en Tercera». Estos dos pobres hombres, ni de tercera: de quinta. Dos muertos de quinta que no van a estropearnos los fastos del Tercer Año Triunfal de la Paz y del Proceso. Nada, nada, a dialogar, a dialogar, hasta enterrarlos en el mar. A los góticos del PP, claro, que no quieren marcar el triste paso alegre de la paz.
Ante esta solemne ceremonia colectiva del cinismo y de la indignidad, muchos nos preguntamos qué hubiera pasado si en Barajas, en vez de a dos ecuatorianos, la ETA hubiera asesinado con su bomba a un político del PSOE, a un magistrado adicto, a un periodista de la cuerda. O sin ponernos en objetivos habituales de la banda terrorista: ¿se imaginan que la que hubiera estado dentro del coche cuando la explosión asesina, echando un sueñecito, haciendo tiempo para esperar a Andreíta, que venía de pasar la Nochebuena en «Ambiciones», hubiera sido Belén Esteban mismo? Pero como no han matado a Belén Esteban ni a nadie de los nuestros, y como aquí somos tan antirracistas y tan antixenófobos, hala, hala, que se oiga el clamor de la calle pidiéndonos que reanudemos la rendición ante los asesinos, a fin de que el gorrón cobarde de Doñana pueda presentarse a las elecciones como el Príncipe de la Paz.
 
rtículos de días anteriores
 

Correo Correo


Clic para ir a la portada  

Biografía de Antonio Burgos  

Libros de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés




 

 


 

 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España.

 

 

 

¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio