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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Los calentitos de Don Zoido

RAFAEL Montesinos escribió que poco podía esperarse de una Sevilla donde a los calentitos les dicen ya churros. Si levantara la cabeza, comprobaría que esta ciudad en la que vivimos no es exactamente lo que él entendía por Sevilla. Es otra cosa con Metrocentro. Es Albacete con pleno de hermanos mayores, Bosnia Herzegovina con los columnones negros de los cables del tranvía. Casi nadie llama ya calentito a los calentitos en este churro de ciudad. Toda masa frita es ya, como Sevilla misma, un churro.
La única explicación a esta importante pérdida del habla sevillana la encuentro en la política. En sus degradaciones morales. En sus manejos. En la corrupción. San Fernando, Patrón de Sevilla, no puede serlo de muchos políticos, por aquello del cuerpo incorrupto.
- Es que en tiempos de San Fernando no había facturas falsas, usted, por eso está incorrupto en la Capilla Real. Ni se perdían las carpas de la Davis. Porque como Colón todavía no había descubierto América, no había concejales que se las pudieran mandar a sus camaradas cantineros de Cuba, Cuba, Cuba, Lolo sólo bebe aguardiente para olvidar, pero Moeckel le va a dar un cartucho de rabitos de pasas.
La palabra «calentito» es de tocar madera para los políticos. Se puso de moda cuando la Expo, referida a los convolutos, a los maletines, a todo eso que ahora ( a buenas horas, mangas verdes...y blancas ) dice Chaves que se va a acabar en Marbella, donde quiere convertir la Milla de Oro en los millones de Plata (don Paulino ), que manda la Junta para hacer con dinero público la campaña electoral a su candidato. Cuando la Expo, por toda Sevilla se decía:
- Se lo están llevando calentito.
No se lo estaban llevando crudo, no: era calentito. El equivalente a ruedas y ruedas de calentitos se lo llevaban calentito, acabaíto de salir del perol del poder al que se arrimaron. De ahí, claro, que haya que matizar con el churro de «churro». Si dices «calentito», piensas en la morterá que se ha llevado alguien. Cuando dicen «calentito» nadie piensa en la crujiente rueda de masa frita, ni en el papelón de estraza chorreandito aceite del olivo de la Minerva Bética. A ninguna estrella de la canción la llaman ya La Calentito de mote, como aquella renegría que le mentaba sus muertos todos a quien se lo gritara desde el gallinero. Hemos roto en decir «churros» para no pensar mal. De ahí, claro, que Don Zoido, que estaba de campaña por mi barrio la otra mañana, lo que comprara en el histórico puesto de Juana junto al Postigo del Aceite fuera un papelón de churros, no de calentitos. Más que nada para evitar confusiones. Hubiera sido feísimo que por la calle San Diego y por Varflora las lenguas del barrio dijeran:
- Niña, acabo de pasar por el Arco y Don Zoido se está llevando calentitos del puesto de Angela...
¿Ya empezamos? ¿Todavía no se ha arrimado al perol este hombre y ya se lo está llevando calentito?
- Que no es en singular, mujer, que es en plural: que no es que Don Zoido se lo esté llevando calentito, sino que se ha llevado un papelón de calentitos del puesto de Juana.
Del puesto de Angela, su sobrina. De ese monumento a la limpieza y al trabajo que es el puesto de calentitos del Postigo. Si quieren una comparación popular, ahí la llevan; pueden decir de un sevillista: «Anda, que eres más blanco que el delantal de Angela, la de los calentitos del Postigo». Angela, bendita rama que sale al tronco de Juana, la de los calentitos de plata, es tan trabajadora como su tía. Ha heredado de ella no un puesto de calentitos, sino un símbolo de Sevilla. Lo conserva con todo primor, sin una sola ayuda pública. Continúa los madrugones de esfuerzo y honradez que le valieron a su tía la justa Medalla del Trabajo. Con su pelo recogido, morena de copla, como una estrella de la canción andaluza, Angela desmiente con la gloria pura de su masa frita la mala fama que a los calentitos les dieron los políticos trincones. Como Don Zoido está libre de pecado, lo sacaron retratado tirando la primera piedra: fue al puesto, le compró a Angela un papelón y se lo llevó calentito. Él puede. El churro de los que se lo llevan calentito está en otra parte, usted sabe por dónde jumea...

SOBRE JUANA GOYGURO LA CALENTERA: "CALENTITOS DE PLATA"

 

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