Los
sevillanos nos dividimos en dos grandes grupos,
que deben añadir a los tópicos duales de Betis y
Sevilla, Feria y Semana Santa, Joselito y Belmonte
y Etcétera y Etcétera: los que han sido ya
denunciados por el coche ponemultas y los que aún
no han sido denunciados. Y en otros dos grupos
más: los que han visto ya el coche ponemultas y
los que aún no lo han visto. Yo creo que el coche
ponemultas no existe, que es el Tío Sacamantecas o
Tío del Saco que se ha inventado el alcalde para
meter el miedo en el cuerpo a los niños malos que
aparcan en doble fila y, farruquiteando,
farruquiteando, se saltan los semáforos en rojo,
pillan a las criaturas y esas cosas:
-Niño, como seas
malo y aparques en carga y descarga, el alcalde te
va a mandar el coche ponemultas.
En caso de que el
coche ponemultas no sea un rollo y exista, en
nombre de los vecinos de Bami me pido uno para
nosotros solos. Que no salga del barrio. Que ora
le eche el retrato del se-te-va-a-caer-el-pelo a
cuantos estacionan en doble fila en la calle que
lleva el sevillanísimo nombre (por aquí) del
acrónimo de Banco Mercantil e Industrial (que eso
significa Bami); que ora se vaya a la puerta de la
Clínica del Sagrado Corazón y empapele a todos los
mal aparcados. Y si de paso se lleva a docena o
docena y media de gorrillas, pues mejor que mejor.
Exista o no exista
el coche ponemultas, lo que sí existe, y desde
tiempo inmemorial, es todo lo contrario: el
quitamultas. A diferencia del ponemultas, que es
motorizado, el quitamultas es de infantería. El
quitamultas es ese amigo que todos tenemos, ese
conocido, el que frecuenta la barra del bar donde
desayunamos, el que va por la peña, el que aparece
por la casa de hermandad, que cuando lamentamos
que nos han multado el coche por estacionamiento
indebido, va y nos dice todo resuelto:
-¿Tienes ahí el
boletín de denuncia? Pues dámelo, que yo tengo un
amigo que tiene un primo que es cuñado de uno del
Ayuntamiento que quita todas las multas...
Las promesas
electorales son para no cumplirlas, según Tierno
Galván; y las multas son para quitarlas, según
este amigo quitamultas que tenemos todos. Incluso
los que han sido elegidos algo, aunque sea
presidentes de la comunidad de vecinos, se dan
pisto diciendo por ahí que quitan las multas.
Cuando nombraron a mi Magister Verecundiae, al
profesor don Manuel Olivencia, como comisario de
la Expo del 92, le hice la pregunta de la prueba
del algodón de los rangos de autoridad en Sevilla:
-Don Manuel, y con
ese cargo, ¿se entra de balde en los toros o no se
entra?
Otra prueba del
algodón no engaña de los cargos públicos es esto
de las multas. Si el cargo sirve para quitar
multas o no. Si quiere saber si el barandilla de
partido que le está pidiendo el «sí» para el
referéndum y el voto para las municipales del
Domingo del Rocío es tan importante como él dice,
hágale la pregunta no del millón, sino de los
sesenta euros perdonados:
- Oye, el cargo que
tú tienes, ¿sirve para quitar multas o no sirve?
Porque mira, tengo aquí una que me pusieron el
otro día por aparcar en zona de carga y descarga
que...
¿Sirve el coche
ponemultas para acabar con los amigos quitamultas?
¿Son las multas que pone el coche como las de la
Guardia Civil, cuyos agentes no conocen a nadie ni
son familia de nadie a la hora de quitarlas? Dejo
en el aire las preguntas.
Y otra más: ¿va a
continuar el Ayuntamiento con esta política los
Coches Fantásticos, o se va a quedar en las
multas? Qué no daría yo porque el Ayuntamiento
pusiera a circular a los Coches Quitacosas. Por
ejemplo: el Coche Quita Tonterías de la Plaza del
Pan; el Coche Quita Carril Bici; el Coche Quita
Hongos de la Encarnación; el Coche Quita
Peatonalización de la Avenida; el Coche Quita
Bancos de la Plaza Nueva; el Coche Quita Tranvías;
el Coche Quita Farolas de la Calle San Fernando. Y
así sucesivamente. Y de poner, pues el más
necesario: el Coche Pone A Cada Uno en Su Sitio.
Que si en Sevilla cada cual estuviera en su sitio
y no elevado al máximo de su incompetencia... pues
esto no sería Sevilla.