A "petición del distinguido público de la sala", como decían en los programas "cara al público" de Radio Sevilla en su estudio de la calle Rafael González Abreu, reanudamos hoy gustosos esta serie de recuerdos sevillanos que nos envían nuestros lectores...
El toro de fuego del colegio San José de los Padres Blancos, allá por las fiestas de la Inmaculada. El árbol de la plaza de Cuba iluminado por Navidad. Las reproducciones en azúcar de las portadas de Feria expuestas en el escaparate de Nova Roma de la calle Asunción. El dirigible tipo Zeppelín con el anuncio del café Saimaza en la Feria, que se pinchó contra la cruz y la veleta de la torre de la parroquia de los Padres Blancos y que hizo que se doblara y no volviera más a girar. Los "cristales" de la piscina de trampolines del Círculo de Labradores. Los concursos "internacionales" de castillos de arena del Círculo. El Fanani, último carpintero de Ribera, trabajando bajo el puente de San Telmo.
Ese cafelito tan rico servido con mucho agrado por Joaquín Bejarano en la cafetería El Coliseo. Los carros de las huertas, cargados de berzas y hortalizas, asomando por la calle Don Fadrique camino del Mercado de Entradores. El carro de la nieve, que tenía pintada en negro sobre amarillo la palabra que nadie decía, "Hielo", tirado por un mulo y que iba vendiendo por las casas la barra entera, la mitad o un cuarto. Las cajas de madera de las botellas de la cerveza de la Cruz del Campo: el casco era retornable y si no lo llevabas al comprar, te cobraban una cantidad en depósito hasta su devolución. Los panaderos repartiendo el pan en los triciclos o en los carrillos de mano. El que anunciaba: "¡El té del moro, la yerba unciana, bolitas para la ropa...! En Heliópolis, el latero que se ponía delante de la tienda del Kiko en la calle Tajo para reparar cazos y sartenes y hacer jarrillos con su asita de las latas de leche condensada. La gitana que pregonaba: "Cómprame, niña, el bombo que lo llevo barato". El afilador, con su caramillo y su carrito, que hacía funcionar la muela con la fuerza de su propia pierna. El lañador que arreglaba toda clase de cacharros de barro, antes que tirarlo a la basura pues estaban los tiempos muy escasos de todo. "Lo que a su hogar le conviene, Vivas Hermanos lo tiene". "Hola, hola, hola, Luna Pulida Cristañola". "La hora F, la hora F es la hora del reloj Festina".
Las tapas de goma marca Continental que se clavaban sobre los tacones desgastados de los zapatos desclavando las viejas del mismo material. Los protectores de hierro que se clavaban en la puntera y en la parte de atrás del tacón de los zapatos para evitar el desgaste y alargar la vida de la suela de material. Los varilleros de Távora, llevando amarradas al cuadro de la bicicleta las largas varillas que enroscaban unas con otras para desatrancar bajantes y husillos.
La fábrica de tornillos de la calle López Azme. La fábrica de ladrillos refractarios junto a la Torre de los Perdigones, en La Resolana. El tren al que llamaban "Shangai", llevando a los trabajadores de la Renfe a los talleres de San Jerónimo. Hierros Vascos y Hierros Guadalquivir, en La Barqueta. El almacén de vinos de Peinado y Compañía el La Barqueta. Las tiendas de vinos y licores de la misma casa en la calle Velázquez y en la calle Chicarreros. Laboratorios Herranz en La Resolana, junto a la fundición. Los refrescos Zumbina. La fábrica de hielo de la calle Sor Angela de la Cruz. Frente, la primera sede del Centro Español de Nuevas Profesiones, de Nicolás Valero. El almacén de maderas de La Forestal, detrás del Hogar de San Fernando. El campo de fútbol de La Forestal. El campo de fútbol de San Benito. El bar El Brillante, con sus dependientes con pantalón negro y camisa blanquísima. La Corchera Internacional en la avenida Sánchez Pizjuán. La fábrica de corcho de Armstrong en la avenida de Miraflores. (Redactado con recuerdos enviados por los lectores al correo : [email protected] )
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