Diario El Mundo

El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  lunes 27 de julio  de 1998

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El berrenchín

González, con el berrenchín por la sentencia de Marey

González, en sus declaraciones del berrenchín de la cacería

Con la risa de conejo completamente Bugs Bunny que me gasta cuando quiere quitarse algún mochuelo de encima (verbigracia, los asesinatos de Estado, la mano en la manteca de los fondos reservados), es lógico y normal que González diga que todo esto es una cacería. Risa de conejo para presentarnos la acción de la Justicia contra los que mataron y robaron como un descaste de conejos. El responsable de que en nombre del socialismo se hiciera a pelo y a pluma con los banqueros, y de que en nombre de la izquierda se hicieran la reconversión industrial y siete mil reformas laborales, coge de nuevo la cazadora, para hablar de la caza. La cazadora era el uniforme que González, cuando estaba en la Moncloa, tenía para ir a cazar votos y para las paridas de fin del semana. La cazadora era el uniforme de campaña de las mentiras. El de gala era el traje Marichalar de las ruedas de prensa con motivo de la visita de un jefe de Estado extranjero, de las palabritas finas en los pasillos del Congreso, en plan aquí te pillo, aquí te mato. Pero entonces eran mentiras a salto de mata. Cuando las quería proclamar oficialmente ( cuanto afirma González es dogma de duda), entonces se ponía la cazadora. Carísima por cierto. El que habla de la cacería y del alboroto del tiroteo, como las carga el diablo, es cazador cazado. ¿Quiere usted que hablemos de cacería? Pues vamos a hablar, hombre, ¿será por cacería? Concedamos que esto es una cacería. En tal caso se ha abierto sólo la media veda. Caza menor. Dos o tres pájaros, que han cantado, y que meterán en la jaula. En todo caso, esto es la media veda, un ojeo de perdices de perdigones que cantaban. Han cobrado dos conejos y cuatro perdices, tres codornices y dos zorzales. Total, nada. Las grandes piezas, los venados de dieciocho puntas medalla de oro, están todavía sueltos por el monte. Aunque no es tiempo, hasta ahora en julio podéis oír su berrea. ¿Berrea de venado o berrenchín de cochino jabalí? Esas dentelladas son de jabalí herido, que los monteros saben el peligro que tiene un cochino acorralado, en su berrenchín, las cuchilladas que puede dar con sus colmillos salomónicamente retorcidos: "Sólo les pido que dejen tranquila a la gente que estaban en línea de tiro de esa cacería, que se concentren en mí, porque yo tengo realmente paciencia y tenacidad para seguir luchando..."

Cuidado, cazadores inexpertos: es vieja argucia de los montes de España. Cuando el lugareño te ve correr el monte y peinar la sierra, te dice: "Por aquí no encuentra usted nada, tiene que llegar a la cuerda de la sierra y bajar a la umbría, que allí están los bebederos..." Cuidado, cazadores deslumbrados por las piezas que saltan de vuestros pies tras las abundantes lluvias de la primavera y los generosos pastos del verano que no se agostaron. Sobre la cumbre, ya habéis oído el berrenchín del jabalí, en su hozadero de los jaros. Bajo el estrellerío del Camino de Santiago, los más viejos del lugar interpretan el berrenchín del cochino en la metáfora cinegética de España. Tales barruntos dicen que con tantas lluvias sobre mojado, si buena ha sido la media veda, mejor será la temporada de caza mayor. España, por fortuna, ha dejado de ser el coto de caza de uno que ahora va pegando dentelladas en su berrenchín jabalinero.

 


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