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Al
recurrente juego del un, dos, tres, submarino inglés de
Gibraltar, del "Tireless", Teresa Fernández de la Vega le ha
puesto nombre de sombrerito de montería como los que usaba
Rafael Martín Vázquez para pasearse por Sevilla: "Tirolés".
Tirolés para el arriba con el tiro, liro, liro, abajo con el
tiro, liro, lero de las incoherencias al uso del "ahora". ¡Lo
que cambia la política un adverbio de tiempo! Chaves ahora no
protesta ni coge la pancarta en cabeza de la manifestación
contra el Gobierno de Madrid porque se le haya metido por las
puertas de las Columnas de Hércules el tiro, liro del tirolés.
Ahora no protesta porque le hayan recortado la deuda histérica
que pedía con ahínco de cobrador del frac. Ahora no abre la boca
porque la paralización del trasvase del Ebro haya dejado sin
agua a Almería. Cuando ese ahora era antes, todo era distinto. Y
cuando ese ahora del "Tireless" era antes, con Ana de Palacio en
Exteriores y con Aznar en los interiores del Palacio de la
Moncloa, era rentable protestar contra el submarino dichoso. Y
más incoherencias del ahora. Dicen que como ahora el submarino
no viene descacharrado y llamando al Doctor Vila de lo nuclear,
sino por su propio pie, no hay peligro. El único peligro es que
se les ve el plumero a los que tanto gritaban cuando estaban los
otros en la Moncloa y callan como la monja muda de la pareja de
Hermanas de la Cruz cuando son los suyos de ellos los que están
allí. Por mayoritaria voluntad popular, que conste: que todo hay
que decirlo y que respetarlo. Nos hemos
quedado sin la clave del submarino por no hacer uso de nuestra
riquísima habla andaluza a la hora de mentarlo y traducir su
nombre. "Tireless" en español se dice incansable; pero en
andaluz es "Jartible". Y más en ese andaluz tan rico que se
habla en el Peñón, sin el peso de la norma de Valladolid, porque
los gibraltareños se empeñan en poner las eses trabucadas en
plan Clavero o en plan Pacheco cuando hablan acomplejadamente en
inglés, pero cuando hablan en español se expresen en la más
hermosa y sonora habla andaluza en libertad.
El submarino dichoso es un jartible. Eso es lo
que pasa. Que no se jarta el tío de venir al Peñón, nada más que
a dar por saco a los de antes y a dejar en evidencia a los de
ahora. Con la cantidad de buques que tiene en su lista la Armada
de Su Majestad Británica, nos ha tocado la china del submarino
más jartible del Imperio. Pasarán más de mil años, muchos más, y
el Jartible seguirá viniendo al Peñón, como el Adriano III va
del Puerto a Cai, pero sin pasodoble de Paco Alba, sólo con la
protesta de los ecologistas que no están en nómina de
subvenciones y por eso pueden permitirse el lujo de poner
bandera negra de pata negra en el Peñón.
Es más que probable que el Jartible dure en
sus visitas al Peñón más que el jartible de Pepe Caballos, que
ese sí que era completamente "Tireless" en su inmenso poder, y
ya ven. La historia de Caballos nos suena a Antonio Machado, que
es muy de la casa, de la casa de la ejecutiva en la calle San
Vicente: "Todo pasa y todo llega..." Creíamos que el poder de
Pepe Caballos, como en su día el poder de Alfonso Guerra, era
eterno. Y ya ven. Conforta mucho que quiten de enmedio al
jartible Caballos. Hace pensar que Gaspar Zarrías tampoco es
eterno, por mucho que lo parezca. Va Arenas por los pueblos con
la furgoneta del mercadillo de las más nobles ideas defendidas
por los mayores papafritas, y asegura que ahora toca predicar la
alternancia. Hasta en eso le gana Chaves a Arenas. Chaves dice
que para alternancia, él. Que al contrario que la caridad, la
alternancia no empieza por uno mismo, sino por Caballos. Por vez
primera, vamos a ver a Chaves torear sin caballos.
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