a
otra tarde. Angel López, el que fue presidente del Parlamento
Andaluz, acogía la presentación un libro en su Fundación El
Monte y daba un discurso que me hizo pensar en la mucha
Inglaterra que Andalucía lleva dentro. Un discurso entre
Churchill y Chesterton, iba a decir, si me dejara llevar por la
corriente al uso de admiración de lo británico y desprecio de lo
bético. Por eso matizo: fue un discurso entre Pemán y Alfonso
Canales, con toda la finura de un humor culto andaluz que poco
tiene que ver con las ordinarieces populacheras de moda,
mientras descuidamos nuestras honduras de la ironía y la guasa.
Angel López daba ese discurso sin encomendarse
al dios de su ideología ni al diablo de la contraria, libre como
los vencejos que a aquellas horas revoloteaban junto la cúpula
de la iglesia de la Anunciación. Pensé en los inmensos capitales
humanos que Andalucía dilapida con sus políticos retirados.
Cuando nuestros políticos están bien de verdad es cuando se han
retirado, en la retranca y serenidad de ver los barcos venir
desde su más absoluta independencia y madurez. Escuchaba la
Inglaterra interior de Angel López y pensaba en Luis Uruñuela,
perdido en su valía para toda causa que no sea la vida de
familia. Pensaba en Manuel del Valle, ácido y crítico, que se me
ha aparecido últimamente como un Alfonso Guerra de bolsillo,
pero encuadernado en piel de sensatez. Ahí en esa cantera de los
"ex" tenemos un senado de notables que nuestra tierra necesita;
ahí están están nuestros futuros Olivencias; los patriarcas del
pensamiento y del consejo.
Y cuando apenas volvía de pensar estas cosas a
pie de discurso de Angel López, me encuentro con la proclama de
Clavero, Escuredo y Rojas-Marcos sobre los riesgos que corre
nuestra autonomía, que nos van a dejar ni más ni menos que en
aquella Segunda División a la que nos querían descender cuando
el 28-F. Lo que la UCD no consiguió, porque los tres dichos, más
el pueblo andaluz se pusieron en pie de guerra tras el agravio
comparativo, es lo que quizá a estas horas ha logrado Chaves
pactando por debajo de la mesa con Maragall. Que los andaluces
sumisos seamos los pagaches de los privilegios económicos de los
catalanes que no solamente quieren llevarse el manso, sino
independizarse de España, la monserga tan rentable para ellos
del "Freedom for Catalonia".
La autonomía no hubiera sido cuanto fue sin
Clavero en el Ministerio de las Regiones, sin Escuredo en la
presidencia preautonómica y sin Rojas Marcos en la preparación
artillera de hablar de Andalucía cuando nadie creía en ella ni
había enganchado oportunistamente la "A" de furgón de cola a las
siglas de su partido. Que estos tres padres de la patria (si es
que hay tal patria, que es la cuestión) lancen el orteguiano "No
es esto, no es esto" demuestra que aún nos queda el juicio del
senado, que no está por invertir todo el capital inactivo de los
"ex" de la política andaluza. Clavero, Escudero y Rojas surgen
con el lábaro del S.P.Q.B., Senatus Populusque Baeticus y aquí
está el problema: el Senado, existe, a la vista está; las dudas
vienen sobre el pueblo. ¿Hay pueblo andaluz, o simplemente
habitantes de un territorio en el que no se ha cumplido la
ilusión autonómica y se ha montado una costosísima máquina
burocrática en beneficio de un partido casi único? Los
andaluces, aquel 28-F, se levantaron por el agravio, no querían
ser menos que los catalanes: "Andaluces, levantaos". Pero se
volvieron a sentar. Escuredo, Clavero y Rojas los quieren
levantar de sus asientos. Con lo cómodo que está aquí todo el
mundo apoltronado donde ha encontrado acomodo ante esta
eternidad con urnas que se llama autonomía... Y encima, lo
anuncian en martes y 13: ¿es que no había otro día con más mal
vají, excelentísimos?